CAPÍTULO 3

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El amanecer adelantó sus primeros rayos cercano a las siete, suministrando en pequeños fragmentos la luz que irradiaba su departamento

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El amanecer adelantó sus primeros rayos cercano a las siete, suministrando en pequeños fragmentos la luz que irradiaba su departamento. La ventana estaba entreabierta y una brisa corría a través colándose por las sábanas y erizando su piel desnuda entrelazada con su novio.

Fregó sus ojos con impaciencia antes de incorporarse para cerrarla. Justin aún dormía, y continuaría por más tiempo conociendo sus manías luego del sexo. Se envolvió en una bata abrazándose a sí misma y tomándose algunos minutos para observarlo en su cama.

Su rizado cabello se desplegaba por la almohada con total seguridad al igual que sus piernas y brazos desperdigados entre las sábanas, sintiéndose amo de sus dominios. Aquellos sensibles ojos cafés ocultos bajo unos párpados cansados y adormilados se movían bajo un rítmico movimiento de su respiración.

Respiró hondamente retirándose a la cocina y encendió la cafetera con el olor del café revitalizando sus ánimos.

El escritorio de nogal oscuro estaba atestado de papeles, informes, acuerdos y convenios legales tanto del bufet como de sus estudios en Harvard. El desorden era demasiado desalentador, acomplejando sus pensamientos al mismo sistema problemático, por lo que se ocupó de reorganizar su trabajo.

Acabó encontrando ensayos de su tesis final que había olvidado y convenios con el fiscal del último caso que Justin había compartido con ella, la práctica y experiencia que ganaba con él a su lado le suponía un orgullo y confianza esperanzadora por conciliar el futuro que tanto anhelaba.

Tomó una taza de café y dejó que la fragancia a chocolate la llenara de calidez mientras se acomodaba en su sofá, la bata que la envolvía acariciándole la piel desnuda.

Respiró en calma absorbiendo del silencio tranquilizador cuando un sobre pasó por debajo de la puerta. Resopló, ajustando el nudo de su bata antes de acercarse a recogerlo y notar que no había postales ni suscripciones en el exterior del sobre marrón.

Al abrirlo el nudo en la garganta le cortó la respiración pausada y la intimidación fraguó pánico a través de su piel erizada. Una secuencia de fotografías incriminatorias de su visita a los barrios bajos de Illinois le cerró el pecho y exhaló con los nervios dominándola por completo.

Su figura oculta en el impermeable entrando y saliendo de la casa de su madre la mañana anterior.

Había tomado las precauciones de siempre. No había advertido a Justin de su paseo, había sido precavida de tomar un taxi que la dejara a unas cuantas calles antes de llegar y caminar el resto para no llamar la atención. Había tomado las mismas medidas como cada vez que la visitaba durante la noche, ese día.

Conmocionada, cubrió su boca con una mano mientras que la otra temblaba inconsciente aun sosteniendo las fotografías y el sobre. No era momento de caer en la desesperación, necesitaba pensar con claridad; debía descubrir de quién se trataba, quién la había visto y qué pensaba hacer con aquellas fotografías. La idea de confrontar a sus colegas del trabajo, a la sociedad de abogados que tanto la estimaban y a Justin por aquello la agobiaba en esos momentos.

El Sonido Del Caos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora