CAPÍTULO 35

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La insolencia con la que Carol había tratado a su chofer en el trayecto hacia el destino, dejó bastante que desear según Jules

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La insolencia con la que Carol había tratado a su chofer en el trayecto hacia el destino, dejó bastante que desear según Jules. Su compañera y amiga, Laura, abalaba cada una de sus iniciativas, por lo que los gustos y atracciones de la blonda rápidamente se volvieron prioridad entre el grupo.

El temporal calmado las acompañó en el teatro de relacionarse y favoreció la conversación en el trascurso de la tarde, aunque no el humor de la joven iniciada.

Se sentaron enfrentadas en un espacio privado y ordenaron según sus preferencias.

—¿Estás a dieta, Jules? —preguntó Carol, en el instante en que estuvieron organizadas.

—No me he estado sintiendo bien los últimos días, no quiero arriesgar mi suerte.

—Jules ha estado enferma estos días, no ha ido a la oficina hoy —replicó Laura—, uno de los placeres de ser la novia del dueño del bufet. Tienes suerte, hoy estuvieron a punto de correrme durante la hora del almuerzo por un café. ¡Un café! Fuhrman está demasiado tenso últimamente.

—Hasta donde sé, por Sully ese hombre nunca encuentra un momento de paz —intervino Carol con discrepancia—. ¿Justin es igual a él?

—No estoy segura, no he conocido ese lado del señor Fuhrman aún.

—Espera a cuando realmente trabajes para él —interrumpió Laura—, es un maldito ogro resentido, pero por suerte Justin no es como él, ¿verdad? Es un hombre divertido, y se distrae del trabajo con facilidad, también. Antes de que Jules llegara a la firma, todos esperábamos que Justin tomara el liderazgo del viejo, ahora es lo mismo, pero con Jules para amaestrarlo —bromeó.

—No puedo imaginar una situación tan agobiante como esa —refutó Carol, de inmediato—, además de que prácticamente viven juntos, trabajan en la misma oficina y casi no tienen tiempo para nada. Seguramente te esfuerzas por buscar momentos a solas, para darte un respiro, ¿no es así, Julie?

La tensión creció entre ambas mujeres, debatidas las miradas en el silencio incomprensible para la tercera quien asentía y sonreía sin alterarse. Jules se ofuscó. La mujer emocionalmente afligida y natural que había conocido en la velada de las cabañas no representaba a la que presenciaba en esos instantes.

—Amo a Justin —confesó con una mueca en sus labios—, las cosas son sencillas cuando queremos estar con esa persona y no por algún motivo que resulte en beneficio. Tú entiendes.

—Si no hay beneficios, ¿cuál es la necesidad de emparejarse? —refutó Carol desdeñosamente; la comisura de sus labios hacia arriba—. A menos que tengas otro tipo de distracciones en que puedas ocupar tu mente.

Carol humedeció sus labios, degustando el momento de inferioridad que intentaba hostigar en Jules, un juego emocional diferente del que participó durante la velada en las cabañas.

—No me gusta involucrarme mucho en eso —agregó—, ese tipo de cosas siempre acaba en desastre, sobre todo si no te esfuerzas por medir consecuencias.

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