CAPÍTULO 39

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—¿Me dejarás pasar?

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—¿Me dejarás pasar?

—No, ¡no! No te dejaré pasar. ¿Qué haces? ¿Por qué volviste? ¿Vienes a revisar mi departamento también? ¿Crees que podría haber robado algo de tu oficina? —Su voz finalmente cobraba clamor.

—Aquí en el pasillo podrían vernos. Tu novio acaba de irse, podría volver.

—¿Ahora te importa lo que pueda suceder en mi vida? —recriminó ella. Kyle suspiró exhausto.

—¿Quieres ser razonable, por dios? O nos quedaremos gritando a mitad del pasillo para que todos los hospedados del hotel puedan enterarse de esto, ¿dime qué prefieres? —La mujer lo escrutó con enfado segundos antes de permitirle la entrada—. ¡Gracias!

—Espero que seas rápido en dar una explicación, porque no quiero perder más tiempo contigo.

—¿Tienes algo para beber? —indagó—. ¿Café? ¿Té? Necesito algo caliente —Fregó ambas manos conservando el calor del cuerpo antes de encontrar la mirada femenina sobre él—. ¿Por favor?

Jules enarcó las cejas y se movió con precisión hacia la cocina, seguida de su invitado informal. Colocó dos potecitos de café en la Nespresso y se volvió hacia él desconcertada.

—La policía registró el departamento de Luke —Ella asintió—, misteriosamente había pruebas suficientes del equipo ahí. Necesitan que testifique —Se obligó a extender una pausa para suspirar, apartando los ojos del intensivo estudio que la mujer hacía con él—. No puedo volver a mi casa con la policía buscándome para testificar; dudo que luego de tenerme en ese maldito cuarto me dejen salir. Ni siquiera he intentado hablar con mis abogados sobre esto, temo que llamarlos les haga suponer que soy culpable y desconfíen de mis actos o seguridad propia.

—¿Por qué no vas a pedirle refugio a tu mejor amigo? Él cree tener un amplio conocimiento acerca de todo lo que debes hacer.

—No seas irónica, estoy pidiéndote ayuda.

—¡Después de gritarme y revolver mi bolso incriminándome de ser una ladrona! ¿Cómo puedes volver a pedir mi ayuda? —Concilió una pausa colocar las tacitas bajo la canilla de la máquina y sin volverse continuó—: Ahora me crees, ¿no es así?

Sintió que sus brazos la rodeaban y su aliento golpeaba el cabello sobre la coronilla. Su cuerpo reaccionó ante el contacto erizándose de inmediato, dejándose llevar por escasos segundos del recuerdo de esas caricias provocándola en su cama. Pero cuando sus manos se detuvieron en el vientre el impulso de escapar la avivó, apartándose.

—Jules —La siguió a lo largo de la cocina—, por favor. Quizá fui demasiado duro contigo, yo... Tienes razón, soy un imbécil, pero, vi la grabación de ti y Edmund hablando de que debías fingir conmigo y seducirme —agregó ironizando las palabras—, no supe qué creer. Yo, no sé qué pensar ahora —Avanzó hacia ella, pero Jules se mostró indiferente—. No quiero estar así contigo...

El Sonido Del Caos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora