CAPÍTULO 45

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Los gritos inundaron la habitación donde la conducían

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Los gritos inundaron la habitación donde la conducían. El desamparo de sus emociones exaltadas ante el dolor rasgaba las cuerdas vocales malheridas y estreñían su vientre dolorosamente. El pánico la abordaba de a momentos en que deseaba contenerse para protegerse a sí misma y a su bebé, pero el dolor de su pérdida regresaba con ánimos de vencerla.

Su rostro pesaroso, oteaba a su alrededor sin prestar atención al sitio donde se hallaba; buscando una salida a la iniquidad de su remordimiento. Pero las manos que la sostenían luchaban por someterla, y las pocas fuerzas que restaban en su débil cuerpo al retorcerse en lamentos en el coche pesaban en su contra.

La tenue luz acompasada vislumbraba algunos enseres en medio de la sala; un par de sillones de telas a cuadros desvencijadas y alfombras falsificadas persas en deplorable estado conformaban todo el inmueble de la casa. La cocina estaba a unos cuantos pasos de su acompañante y el polvo y la humedad parecían acompañarla de la misma forma en el resto de la vivienda.

El brusco cambio de humor de su agresor la empujó hacia la habitación contigua y cayó violentamente sobre la cama. El polvo del edredón se levantó ante el impacto y tosió consecuentemente. Cerró la puerta tras de sí, abandonándola en la incómoda situación.

Aún en el silencio que la abrumaba, podía oír los latidos de su corazón agolpándose en su pecho, descolocado. Un profundo dolor en el vientre la asustó y se retorció en posición fetal en el frío suelo protegiéndose de sí misma. Recordó los fervientes latidos vívidos de su pequeño horas antes y el temor de herir ese ritmo la atenazó vorazmente.

No quería lastimarlo con sus emociones. Temía herirlo con los retorcijones y los nervios que la abrumaban en tan dolorosa situación. Pero, ¿cómo no sufrir aquella pérdida? ¿Cómo no volcarse en el llanto lastimero del arrebato de esa vida? Hacer paripé de aquello que tanto dolor producía en su interior como nunca antes había imaginado, le resultaba penosamente imposible.

Acariciándose el vientre con afecto y apaciguando las respiraciones esporádicas, concilió reprimir el dolor pausado desconocido. Se mantuvo inmóvil por tiempo indefinido hasta que se sintió segura al incorporarse y caminar hacia la puerta, evidentemente cerrada. Las ventanas tapiadas cortaban las esperanzas y sólo restaba esperar para enfrentarse a quienes la mantenían cautiva.

Lamentó discutir con Nick antes de salir. Lamentó no alertar a Justin de su paradero, incluso Kyle apareció en sus pensamientos como acto de hipocresía ante sus acciones anteriores. El cabreo de momento la llevó a suscitar el sentimiento de pertenencia que había sentido por ese hombre y la inundó en el abandono inminente a su paradero actual, trasportándola hacia ese sitio marginal en donde su cuerpo y el de Kyle se unían en un reparador abrazo enfebrecido.

Aun cuando su vida pendía de un hilo, aun cuando el caos azotaba las horas y complementaba la soledad inquietante de su lastimosa pena, conciliaba visualizarse entre sus brazos cálidos, asegurándose la plenitud de su calma.

El Sonido Del Caos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora