CAPÍTULO 44

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Los noticiarios desvestían la vida de Kyle ante sus ansiosos y carroñeros espectadores; quienes lo acompañaron en sus años habían sido abducidos por un pánico arrasador que los ocultó descaradamente en la oscuridad

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Los noticiarios desvestían la vida de Kyle ante sus ansiosos y carroñeros espectadores; quienes lo acompañaron en sus años habían sido abducidos por un pánico arrasador que los ocultó descaradamente en la oscuridad.

Durante las siguientes semanas, los cambios de abogados o renuncias ante los medios desolaron las pocas posibilidades del acusado por redimirse en el juicio. Éstos, temerosos del despacho de abogados Fuhrman o colegas simplemente del fundador, se negaban a participar en la guerrilla en su contra.

Jules comenzaba a retomar su vida con normalidad. Las náuseas —aunque no habían desaparecido del todo—, disminuían notablemente y la ayudaban a desenvolverse íntegramente en sus labores en la oficina.

La ausencia de Justin incrementaba en su vida considerablemente.

Sus deberes y preocupaciones con el caso, ahora que Kyle estaba en prisión, se argumentaba a sus escasas salidas con Jules y visitas rápidas al departamento.

Nick se había convertido en un cambio drástico a su rutina. La presencia reconocida y de confianza de aquel fantasma de su pasado había hecho sinapsis en sus pensamientos y la necesidad de mantenerlo cerca se había plantado con deidad.

Lo observó con disimulo mientras el lunar de su pómulo derecho se alzaba ante una estruendosa carcajada. Le agradaba su presencia, se sentía cómoda con él en sus visitas por la tarde o sus inesperadas cenas por delivery. Su relación había sido como una amistad cariñosa, la recordaba con añoro, con ternura; la disponibilidad de éste para con ella la sorprendían e instaban a mantenerse cerca.

—Señorita Maxwell, puede pasar.

El obstetra la llamaba a entrar al consultorio. El primer control previsto para escuchar los latidos del corazón de aquel ser invisible en su cuerpo, pero que se delataba convulsionando sus hormonas y obligándola a cambiar sus hábitos para subsistir dentro de ella.

Nick sostuvo su mano con ternura y la observó sin inmutarse, haciéndola sentir fuerte ante la situación que parecía desbordarla. Encontró sus ojos grises en calma y se aferró a su mano con premura esperando encontrar el control de mando de sus piernas.

—Entra conmigo —musitó en un hilo de voz. La mirada de Nick era de sorpresa—. Lo siento, es demasiado, lo siento. Es que estoy muy...

—Rubia, no es como crees —la interrumpió—, me pareció un momento muy íntimo en el que tal vez decidas estar sola. Quiero acompañarte, pero piénsalo bien. ¿En serio quieres que esté ahí contigo cuando veas a tu bebé?

Guardaron silencio mirándose en los respectivos brillos del otro y con un asentimiento ella lo anunció.

—Sí.

—¡Nick! Hermano, ¿hace cuánto que no te veo?

—¡Charlie! —El abrazo entre ambos no se hizo esperar y la sorpresa de Jules la mantuvo excluida hasta que finalmente la brusquedad los abandonó—. ¿Qué haces en New York? No sabía que estabas trabajando aquí.

El Sonido Del Caos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora