La noche la abrumó en soledad como muchas otras veces en que, acostumbrada, se abrazaba a sí misma entre acolchados y pensamientos. Pero esa vez la sensación no la complació como tantas otras, no sintió calidez en su privacidad como tampoco tranquilidad.
La preocupación por ese hombre no la abandonó, sin embargo, hasta entrada la madrugada. Nociva contra sus propios pensamientos se rindió finalmente al sueño que la embardunaba seductoramente.
Al despertar, la sensación de abandono volvió a su pecho con astucia, encaprichada por volver a entregarse a los brazos de Kyle como había sucedido el día anterior. Pero la cama estaba vacía; el olor a su fragancia masculina comenzaba a disiparse y el secreto de echarlo en falta pesaba en su cuerpo ligero.
Desayunó en silencio bajo la entera atención de las noticias, temiendo la primicia de su encarcelamiento y con la entera disposición a ir a buscarlo si tenía problemas.
La voz gélida también hondeaba en sus pensamientos, abultándose con capricho ensordecedor. Ese hombre —ahora lo sabía con seguridad— exigía demasiado para ella. El alto precio por recuperar a su madre la tenía preocupada y la distancia de Kyle ralentizaba sus fines.
¿Se estaría ocultando en su casa?
No lo creía posible, a sabiendas que era el lugar predilecto de búsqueda de su paradero. Pensó en algún escondite que pudiese haber mencionado antes, una persona de su confianza que lo ayudase en extrema situación; pero nada llegó a su mente.
Entrada la tarde, hizo una cita con el Doctor Allen en su consultorio personal para hablar acerca de su embarazo. Las náuseas la azoraban sin piedad y el hambre atroz que la invadía debido a los vómitos no desaparecía ni un segundo.
Se enderezó entre mareos finalmente, cuando la secretaria del médico la llamó para entrar y al hallar los ojos del profesional se sintió menos desdichada por acudir sola a su consulta.
Aquel pensamiento la asolaba a cada instante; ese niño no tendría a su padre para cumplimentar su vida plena. Se reprochó a sí misma continuar con los pasos de su madre en la crianza solitaria de un hijo mientras se sentaba frente al escritorio de caoba oscura.
—No la veo nada bien, Jules, ¿está durmiendo bien?
—No, es por eso que he hecho una cita con tanta prisa. Estas náuseas no ceden y no me dejan dormir.
El hombre se cruzó de brazos en el escritorio frente a ella.
—Ya veo —la escrutó—. Esto es muy normal en las primeras semanas de embarazo, Jules. No tienes por qué preocuparte, mientras te ocupes de alimentarte bien y no rendirte a la comida pesada que pueda acelerar las náuseas. ¿Has estado comiendo bien?
—No, no, casi nada. Todo lo que ingiero lo vomito. No puedo comer —explicó respirando hondamente, mientras sentía el mareo provocar una arcada.
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El Sonido Del Caos ✔
Romansa-¿Estás loco? -Tal vez un poco, pero tengo un extraño deterioro cuando te veo. Las apariencias no engañan y es precisamente eso lo que describe a Kyle Kovak; intenso, seductor, un magnate de las ilegalidades y el playboy con la lista más larga de mu...