Enarcó las cejas en un gesto divertido antes de avanzar hacia ellos con naturalidad. El brillo de sus ojos —aun siendo iguales a los de Justin—, era diferente y los observaba a ambos como si fuese el único capaz de comprender la situación.
Jules contuvo el aliento, temerosa de lo que estuviese pensando hacer frente a Kyle.
—Mi hermano estaba preguntándose dónde estabas. Tu amiga regresó con su esposo hace un rato, y tú aún no, pero descuida, me tomé la libertad de cubrirte la espalda mientras la fiesta sigue en su apogeo —Oteó al hombre sin escrúpulos—. No nos conocemos formalmente, Kyle, soy el cuñado de Jules.
Le extendió una mano, seguido de una sonrisa burlona y Kyle enarcó la ceja, dubitativo, volviéndose a su compañera.
—¿El hermano de Justin?
—Veo que Jules te ha hablado de mí. ¿Le has hablado de nuestro acuerdo?
—Aún no.
—¿Qué clase de acuerdo? —intervino Kyle, atendiendo a la mirada furtiva de Jules.
Edmund sonrió con malicia, relamiendo sus labios.
—Disculpa a mi cuñada —arremetió con descaro, haciendo a un lado las formalidades para enardecer su propio ego—, le confíe la tarea de trazar un acuerdo contigo hace unos días, pero al parecer, su ego pesa más que su inocencia, ¿no es así, Jules?
—Edmund, ¡cállate!
—Jules... —Kyle la tomó del brazo, reteniéndola a su lado—. ¿De qué está hablando?
Su rostro sereno y calmo había decaído abruptamente. Las comisuras de sus labios sólo se alzaban para recriminarla con notas de temor en su voz paranoica.
En sus recuerdos se desplazaron sus palabras aquella noche que la rescató de la avenida oscura; aquella que en sus ojos sólo halló pánico y desilusión. Había dicho que con Edmund su mundo perecería, que su castigo en vida sería aún peor que el de su muerte.
Escrutó sus lagos amenazadores e inestables y sólo se halló a sí mismo, incierto y ofuscado con la situación.
—Ah, esto no puede ser —intervino Edmund sin sutilezas—, ahora lo entiendo, esto te duele, ¿no es así?
Jules jadeó en la miseria de su alma, rescatando fragmentos rotos de una dignidad perdida. Desatendió completamente a la mirada increpante de Kyle y resintió con ira la de Edmund frente a ella.
Su corazón dio varios tropiezos en la vida, pero nunca se había sentido tan miserable como en aquellos momentos, a la merced del engaño y siendo reconocida en su propio dolor.
—Eres un encanto —agregó él en una sonrisa—, realmente creíste que alguien se interesaba por ti y todo se trató de una mentira para conseguir un fin, que, por cierto, señor Kovak tengo en mi poder gracias a Jules.
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El Sonido Del Caos ✔
Romance-¿Estás loco? -Tal vez un poco, pero tengo un extraño deterioro cuando te veo. Las apariencias no engañan y es precisamente eso lo que describe a Kyle Kovak; intenso, seductor, un magnate de las ilegalidades y el playboy con la lista más larga de mu...