CAPÍTULO 9

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Sus ojos resentidos por las lágrimas se hallaban cansados e hinchados en un rostro empapado de la noche anterior

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Sus ojos resentidos por las lágrimas se hallaban cansados e hinchados en un rostro empapado de la noche anterior. Las soluciones le huían en pensamientos y las razones para detener el llanto escaseaban por aquellos instantes. No tenía los recursos para obtener el dinero que le habían pedido, como tampoco nuevas ideas para razonarlo.

Había regresado a su departamento la noche anterior con fuertes latidos abultando su pecho y una sensación de pertenencia que difícilmente concilió apartar de sus pensamientos, hasta pasadas largas horas de la noche.

Sus manos inquietas revolviéndose en su ropa, sus cálidos besos mojados repartiéndose por la hendidura de su cuello, provocando esos temblores conocidos en su cuerpo, aquella fragancia masculina invadiendo sus sistemas con lujuria.

Había descubierto su vulnerabilidad una vez más bajo la influencia de aquel hombre, enzarzándose en sus propios impulsos al legado de un deseo que la corrompía y la llevaba a conocer sus límites.

¿Cómo podía dejarse arrastrar por él? ¿Cómo caía deliberadamente ante el irracional deseo?

Le resultaba inquietamente fascinante la inmoralidad de una aventura con él, desequilibrar su ética y correspondencia con Justin por primera vez tan sólo por satisfacer su primer deseo carnal.

Sus propósitos siempre habían sido fijados en su vida con premeditación, escrupulosamente había dedicado su tiempo a enardecer la relación adecuada que la protegería de un pasado obstinado que aún susurraba en su oído. Nunca se guio por un deseo, tampoco estropeó un camino por impulsiva, porque sabía cuánto arriesgaba en su momento; así como debía recordar dónde se encontraba ahora y gracias a quien lo había conseguido.

Respiró bruscamente mientras le pagaba al taxista antes de tomar el camino por la avenida principal hacia los barrios bajos. Había esperado a que la lluvia cesara antes de emprender el camino, las aceras agrietadas eran ahora ríos incesantes que buscaban su liberación en las alcantarillas. Algunos caminos se volvieron intransitables con una gruesa capa de lodo que los recubría con maña, mientras que la brisa helada proveniente del oeste sucumbía la humedad transportando el frío de la noche invernal.

Se abrigó a sí misma cuando un escalofrío recorrió su espalda y un estornudo llegó de improviso, alertando a quienes pudiesen hallarse a su alrededor. Temía un nuevo enfrentamiento con algún bando ahora que recorría la calle sola, esta vez estaba segura que nadie la acompañaba como protección.

Golpeó dos veces antes de abrir la puerta de la casa de su madre; el almizcle intenso de la yerba y el humo de tabaco la asqueó lo suficiente como para cubrir su nariz.

Aquel lugar no había sido limpiado jamás, la basura se acumulaba casi tanto como las cucarachas en las alacenas y dentro de los alimentos que no habían sido enfrascados. Los vanos recuerdos que tenía acerca de su infancia se esfumaban al pensar en el dolor que la situación aislante le causaba, aquel daño irremediable de su soledad avasallante y su autosuficiencia, desleal a su novio.

El Sonido Del Caos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora