CAPÍTULO 47

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La recuperación dio paso a más estudios, éstos a determinantes resultados y mientras el embarazo sufría algunas complicaciones por la lesión en el costado derecho y el reposo absoluto fuese dado con una prescripción; el juicio contra el empresario...

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La recuperación dio paso a más estudios, éstos a determinantes resultados y mientras el embarazo sufría algunas complicaciones por la lesión en el costado derecho y el reposo absoluto fuese dado con una prescripción; el juicio contra el empresario y magnate Kyle Kovak avanzaba a zancadas. Prontamente se había convertido en un circo mediático donde cada celebridad y reconocido abogado podía opinar sobre el avance y pruebas irrefutables.

La inclinación del jurado se volcaba prematuramente a favor del despacho Fuhrman sin conciliación a favor de las pruebas que los persuasivos abogados de Kovak presentaban ante el juez.

La moralidad de los procedimientos prontamente cedió ante la poderosa firma de abogados y comenzaron a contemplarse nuevas pericias y testigos a favor y en contra. Nuevamente se abría la presentación de pruebas ante el juez y jurados expectantes de un desenlace.

Carol Sullyvan se vio envuelta en la redada del caso y cuando la llamaron a testificar acerca de los chantajes, su confesión fue tomada como perjurio y se replanteó la fraguada confesión. Aunque ésta intentó no lidiar con sus errores, los abogados por parte de Kovak la desenmascararon con pruebas incriminatorias de su participación en los chantajes en contra del acusado, además de una carnal relación con el mismo.

El disparo de aquello produjo su tercer divorcio y Frederick Sullyvan, envenenado de rabia, la acusó de adulterio retirándole toda herencia de su dominio que pudiese corresponderle. Su vida quedaría destrozada hacia algunos años después en que conciliara enredar un nuevo amante entre sus sábanas.

Edmund también fue citado a declarar, y su versión fue explícitamente auténtica. Ante la dura mirada de su padre y la decepcionante carrera frente a sus compañeros del despacho, se declaró culpable de extorsionar a Jules para sabotear un caso de delito federal en contra de su propio padre y pidió al juez que abrieran una investigación acerca de los medios en que los abogados Fuhrman habían obrado.

El prestigio de la familia Fuhrman se vería destrozada en los medios televisivos, alternando una extensiva solariega de familiares que alcanzaron la cumbre de sus célebres profesiones.

En el momento en que la recuperación de Jules le permitió moverse, fue citada para declarar en el estrado. El jurado, los abogados, los acusados y defensores, incluso el juez Black, aguardaban expectantes por su confesión en los hechos.

Su nueva vida pensando en el bebé que llevaba cargando consigo, la recapacitó; se sentía renovada, esbelta luciendo por vez primera con la particularidad de su verdad. Confesó una fuerte atracción por el acusado, pero resintió declarar de la prestación de su ayuda meritoria. Arremetida por los chantajes de Edmund y los hermanos Lewis, confesó sentirse al borde del colapso y obedeció cada peldaño que la hicieron subir en el trayecto de los hechos.

Su confesión dio paso a los hermanos Lewis abriendo una nueva secuencia de pruebas hacia éstos.

Aunque sólo fue citada al estrado una vez, Jules Maxwell presenció el juicio en cada parte que su salud se lo permitió. Deseó con todas sus fuerzas que el jurado se volcara a su favor, que las suplicas inusitadas de la condena de Kyle fueran revocadas de las páginas para conciliar un nuevo encuentro entre ambos. Sabía que, en lo profundo de su interior, lo único que le restaba en su vida para consagrarla como nueva, era disculparse con él.

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