6. Tutor

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Abraham

-sí, te espero en mi apartamento a las seis. -finalizó de decir Angie a su celular, luego lo colocó sobre el mostrador y recargó su cabeza en su mano mientras reía. Me acerqué a ella después de colocar los pedidos de unas chicas en su mesa.

-¿con quién hablabas? -le pregunté colocándome frente a ella al otro lado del mostrador.

-con un chico, se llama Michael, estamos saliendo hace un par de semanas. -sonrió apenada. Mi sonrisa desapareció al escuchar lo último. -hoy saldremos nuevamente.

-ah, ya. -respondí un tanto seco, pero agregué algo para disimular mi molestia. -es un tipo afortunado de salir contigo. -dije y me alejé y rodeé el mostrador e ir a la cafetera luego, limpiar las gotas de café que mancharon la mesa.

-sí, es un chico maravilloso, por cierto hoy saldré más temprano para irme arreglar, ¿cierras hoy? -me preguntó. No podía decirle que no así que suspiré y me volteé hacia ella.

-claro. -le dediqué una sonrisa un poco forzada. Ella sonrió sin notar mi actitud un tanto taciturna y se fue a atender a unos clientes que acababan de llegar.

La observé tan linda y sonriente como siempre, no sabía porque era tan cobarde para decirle que me gustaba desde hace un tiempo. Bastante tiempo la verdad. Me frustraba no poder decírselo o por lo menos invitarla a salir. Desde que la conocí aquí en el trabajo, me atrajo muchísimo y mediante fuimos conviviendo y conociéndonos, me llamó aún más la atención y de poco se ganó mi corazón. No sabía por qué con ella no podía liberar con tanta felicidad mis sentimientos cuando yo en realidad me considero alguien muy abierto a la hora de expresarme sin embargo, con ella todo era diferente. Ella era muy cerrada a veces e impredecible lo cual me daba mucho miedo de si no era correspondido y me mandaba directamente a la mierda más conocida como la zona de amigos.

Luego de obsérvala por unos momentos con admiración, volteé a ver a la puerta para dejar de pensar en ella y en mi situación tan... ridículamente estresante. En eso vi un coche estacionarse enfrente de la cafetería el cual reconocí de inmediato. Segundos después, observé a Sol bajarse de él con una pequeña mochila en su hombro y como siempre, con su peluche en manos. Su padre se bajó también con su fiel rostro de pocos amigos. Sol abrió la puerta con una sonrisa y el hombre entró tras ella.

-aquí traigo a la mocosa. -dijo empujándole levemente. Sol avanzó con lentitud y la cabeza gacha, su felicidad de hace unos segundos se había esfumado de un todo con solo una acción. -ya dijiste, sin paga y la traeré por las tardes. -fue lo único que dijo y se fue. Por primera vez no lo veía borracho aunque lo más probable es que iría a beber después de esto.

-Sol. -dije alegre mientras rodeaba el mostrador con rapidez para colocarme frente a ella. Me arrodillé y al estar a su altura, ella me sonrió y abrazó por el cuello muy efusivamente. Se me encogía el corazón verla de nuevo y que a pesar de lo todo lo que le ocurría seguía teniendo esa dulzura e inocencia de niña.

-ahora pasaré más tiempo contigo y Angie. -chilló alegre.

-sí, me alegra que tu padre haya aceptado mi propuesta de ser tu tutor. -se separó un poco de mí pero mantuvo sus manos en mis hombros sin quitarme la vista de encima,

-sí, ya no pasaré en casa o encerrada en el coche esperando a mi papá. Dijo que era buena idea para no estar llevándome a todas partes.

-Sol. -dijo Angie tras ella. Ésta se volteó y corrió a abrazarla también.

-ahora seremos sus tutores, sin paga pero, pasará más tiempo aquí. -le avisé a la castaña. Anteriormente le había informado de mi propuesta, así que ya se encontraba informada de la situación.

-¿en serio? -la pequeña asintió. -no puedo creer que dijo que sí. -sonrió y volvió a rodar a Sol con sus brazos haciéndola reír fuertemente. Varios clientes nos miraron mal por interrumpir sus lecturas así que nos callamos soltando un par de risas.

Al soltarla, ella se dirigió a la silla alta y con algo de dificultad por la altura, se subió pero, no necesitó ayuda en lo absoluto. Luego, colocó su peluche junto a su mochila sobre la mesa. Rodeé el mostrador y me coloqué frente a ella mientras que Angie se quedaba a su lado.

-mira, traje mis libros, con estos estudiaba con mi tutor. -dijo feliz mientras sacaba un par de libros de su pequeña mochila y los colocaba de la forma más ordenada posible.

-a ver. -tomé uno de los libros procurando no desordenar los otros y observé la portada. Era un libro de ciencias naturales. Lo ojeé y vi que era un poco avanzado con los temas, era para niños de cuarto o quinto grado de primaria. O sea de unos diez años.

-ese libro lo estudiamos hasta casi la mitad. -me dijo y recargó su carita en sus manos sobre los libros.

-bueno, tú, solo dinos por donde vas y nosotros nos encargamos de enseñarte. -le indicó Angie y ella sintió.

Toda la tarde la pasamos leyendo de varias materias mientras nos turnamos para atender mesas. Sol era bastante entusiasta y animada a la hora de estudiar. Eso hacía mucho más fácil enseñarle, no necesitaba tanta explicación para entender. En su pequeña libreta anotaba todo lo importante, noté su ortografía que era casi perfecta y tenía una letra hermosa. Para nada comparada con la mía, debo de admitir.

-¡no puede ser! Me tengo que ir Sol. -chilló Angie después de revisar la hora en su celular. Ella empezó a tomar todas sus cosas. Tenía que irse a arreglar para su "cita". Me siento inútil. Debería ser yo quien debía haberla invitado pero no, mi cobardía me lo impedía.

-nos vemos mañana Sol, igualmente Abe. -se acercó a abrazar efusivamente a la niña para luego besar mi mejilla en forma de despedida.

-adiós Angie. -habló fuerte Sol para que ésta la escuchase. La castaña sacudió la mano y se fue casi corriendo a pedir un taxi en la esquina.

-bueno, ya que no hay clientes, solo quedamos tú y yo. -le dije a Sol acercándome a ella.

-y Macareno. -dijo con una risita. Fruncí el ceño.

-¿quién es Macareno? -levanté una ceja.

-él. -tomó su peluche y lo estiró hacia mí hasta dejarlo a centímetros de mi rostro.

-ah, no sabía que tenía nombre. -sonreí levemente.

-yo misma le puse así, lo tengo desde siempre, es mi mejor amigo que me acompaña a todas partes. -dijo observando risueña hacia el peluche. Finalmente lo acercó a su pecho y lo abrazó mientras me observaba. Era muy difícil pensar que no tuviera amigos de su edad ya que no iba a la escuela sin embargo no parecía importarle en absoluto. Solo con su peluche se veía feliz.

-pues tu mejor amigo es adorable y al parecer muy pachoncito. -reí. Ella asintió alegre.

-sí, es muy suave.

-¿puedo tocarlo? -volvió a asentir y me lo entregó. Tomé el peluche, era muy pequeño, cabía en una de mis manos, era demasiado adorable, parecía un cachorro. Lo observé y lo estrujé un poco, de verdad que era suave.

-¿es lindo no?

-sí. -coloqué una sonrisa sobre mi rostro y se lo devolví para seguir estudiando el resto de la tarde.

 -coloqué una sonrisa sobre mi rostro y se lo devolví para seguir estudiando el resto de la tarde

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Macareno

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