12. Michael

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Abraham

Estuve yendo dos días a la casa de Sol para las tutorías y nos la pasamos muy bien aunque me sentía algo mal por dejarle tanta carga a Angie así que el sábado trabajé solo y ella se fue a descansar. En cambio esta semana me llamaron y me dijeron que Sol se encontraba mejor del resfriado, entonces ya no tenía necesidad de ir a su casa otra vez porque podía venir.

Justamente me encontraba con ella ayudándole en un ejercicio de matemáticas que no lograba comprender del todo. Ya que Angie no era muy buena en la materia, así que me tocaba enseñarle yo mientras ella atendía clientes.

-¿Abraham? -escuché que Sol me llamó. Me di la vuelta dejando los batidos que acababa de hacer en el mostrador para que Angie los entregara.

-¿Qué pasa? -me acerqué y vi su cuaderno pero, ella parecía no llamarme para que le revisara.

-esas chicas te están viendo. -apuntó con la mirada hacia una de las mesas donde se encontraban tres chicas que al notar que yo las estaba mirando devuelta, dejaron de observar a mi dirección para cuchichear entre sí con muchas risitas de por medio.

-no les tomes importancia Sol, siempre me pasa. -le dije desinteresadamente. Lo que ellas hicieran me importaba un comino.

-¿Por qué te ven y cuando las ves ya no quieren verte? -inquirió curiosa.

-pues... no lo sé.

-¿de qué hablan? -Angie apareció al lado de Sol. Al parecer muy interesada en nuestra plática.

-de porque las chicas siempre quedan viendo a Abraham. -Sol respondió por mí.

-ah, eso. -rio un poco. -siempre lo quedan viendo porque creen que es muy guapo y por cierto Abraham, esas chicas me pidieron tu número. -dijo apuntando a la misma mesa de antes.

-es como la tercera vez esta semana que vienen ¿qué no se cansan? -dije en un suspiro de cansancio.

-al parecer no. -volvió a reír -se los di, ¿no te molesta?

-¿Qué? -pregunté incrédulo mientras la veía caminar hacia el otro lado del mostrador dónde yo estaba.

-que les di tu número. -repitió con una pequeña sonrisa burlona.

-¡Angie! -exclamé algo molesto. No podía cree que haya hecho aquello. Ella solo rio mientras yo frotaba mis sienes irritado. Esto era increíble; sarcásticamente hablando, claro. Tendré que cambiar de número. -creo que te mataré. -cerré los ojos y apreté ligeramente los puños tratando de mantener la calma. No la iba a golpear o hacerle algún daño físico pero, no quería gritarle o reclamarle en público.

-¿por qué? Ellas son muy lindas. -dijo con su sonrisa burlona.

-Tú sabes muy bien el porqué, agh, enserio te mataré.

-tranquilo, no pasará nada. -traté de regular mi respiración mientras sentía un pequeño tic bajo mi ojo derecho, esto debía ser una broma.

-uy Angie, Abraham está enojado. -dijo Sol riendo. La castaña, al notar mi aspecto que posiblemente era de un asesino a sangre fría, empezó a retroceder lentamente mientras yo caminaba hacia ella.

-¡ven acá! -exclamé cuando la vi correr hacia la sala de empleados. Ambos entramos al lugar y corrimos de un lado a otro como niños pequeños. En un momento Angie intentó entrar al baño para encerrarse, pero logré evitarlo colocándome frente a ella de esta manera bloqueándole la puerta. Vi su intensión de correr nuevamente afuera más pude atraparla por detrás antes de que sucediera.

-¡Abraham! ¡Suéltame, tío! -chilló mientras intentaba zafarse de mi agarre pero, se le hacía dificultaba ya que también tenía atrapados sus brazos; solo lograba patalear un poco.

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