26. Stalker

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Abraham

Los días pasaron tan rápidamente que se hicieron semanas de un instante a otro. Ya casi pasó un mes y medio desde que Angie se fue y cada vez la echaba más de menos. Lo único bueno que ocurrió últimamente era que Gigi y yo nos habíamos vuelto muy amigos.

Ya le habían cambiado permanente el turno así que ahora solo trabajaba en las tardes conmigo. Seguía siendo una parlanchina, eso ya era parte de ella, era algo que la describía muy bien. Ya me había acostumbrado a ello con el tiempo. Me gustaba mucho pasar un rato hablando cuando nuestro turno acababa y teníamos que limpiar. Me encantaba el hecho de que siempre me escuchara. Además no daba malos consejos. Era ese tipo de amigas que todos necesitamos.

Algo más que ha ocurrido es el hecho de que no he vuelto a saber nada del chofer de Sol. Gabriel simplemente desapareció del mapa. Todos los días lo más que veía era a su camioneta dejar a la pequeña en el local. Nadie se baja más que Sol. Tampoco es que le haya preguntado lo que ocurría, la verdad que no le había tomado importancia hasta hace unos días cuando empecé a notarla un poco triste e incluso muy desanimada. Ya no usaba sus coloridos y lindos vestidos; ahora sus atuendos eran pantalones, zapatos cerrados y camisas con mangas largas que le cubrían muy bien el cuerpo.

Al principio pensé que era porque el clima últimamente estaba frío ya que el invierno iba llegando, aunque a veces notaba que al trabajar en sus tareas, se limpiaba el sudor de vez en cuando gracias a la calefacción. En variadas ocasiones le pregunté si se encontraba bien, pero siempre recibía la misma respuesta de: "estoy bien, no te preocupes" Sin embargo eso solo me hacía sentirme más preocupado que antes de preguntar. Su actitud era demasiado extraña y eso no me agradaba para nada. Si hoy las cosas seguían igual cuando ella llegue, tendré que hacer algo al respecto. Quiero despejar dudas y descartar ideas alocadas de mi mente.

-¿haciendo tarea? -me preguntó Gigi del otro lado del mostrador. Retiré de mi boca el lápiz que estaba mordiendo y despegué la vista de mi cuaderno para verla.

-No, solo estudio. Tengo examen la próxima semana.

-¿Qué materia?

-Matemáticas. Este examen depende de si paso o no el semestre. -suspiré y cerré mi cuaderno para guardarlo dentro de mi mochila.

-apuesto que saldrás bien. Tienes muy buena memoria. Recordar lo de la universidad y todo de todas las materias que le enseñas a Sol no es algo que todos pueden hacer. Por lo menos yo no podría con mis estudios, junto con los de otra persona y el trabajo. Te admiro. -reí por su cumplido y observé hacia la puerta esperando señales de Sol. Ya casi se acercaba la hora de su llegada.

-¿Gigi, has notado algo raro en Sol últimamente? -me atreví a preguntarle.

-sí, algo. Digo, mucho. Cuando empecé a trabajar contigo ella era muy, pero muy alegre. Se vestía tan aniñada y así. No sé cómo, solo sé que ahora ya no parece muñequita de porcelana sin sus vestidos. -dijo rápidamente haciendo un ligero puchero con sus labios.

-lo sé, si hoy anda igual, tendré que tomar ciertas medidas drásticas al respecto porque parece ocultar algo detrás de su repentino cambio.

-deberías.

-lo haré en definitiva.

-hablando de otro tema que nada que ver. ¿Te enteraste? -me preguntó rodeando el mostrador hasta estar a mi lado. Luego con apoyo de sus manos y un salto, logró sentarse sobre éste sin dejar de observarme.

-¿enterarme de qué? -fruncí el ceño y me crucé de brazos.

-tendremos nueva jefa. Una mujer le compró el local a la antigua dueña. No, creo que la señora le heredó la cafetería a su sobrina porque no tenía hijos... no sé, pero bueno. Eso, tenemos nueva jefa y se supone que vendrá la próxima semana o... ¿era esta? No lo recuerdo. El punto es que vendrá a conocernos y supervisarnos dentro de poco. -me explicó mareándome severamente. Aunque me había acostumbrado a su rápida manera de hablar, siempre había unos momentos que su velocidad me aturdía en cierto nivel.

Me tomó unos segundos analizar todo lo que me dijo y al fin pude reaccionar.

-¿hablas en serio? ¿Cómo te enteraste?

-mi ex compañera de turno me contó. -pronunció e hizo un gesto desinteresado con la mano. -ayer por la noche me lo dijo y yo quedé tipo: ¿qué? Debo verme presentable y ella también quedó tipo: en definitiva yo igual.

-¿podrías hablar con ella y preguntarle qué día exacto viene?

-sí, claro. También te conseguiré el nombre, edad y cosas básicas para que estés preparado e informado anticipadamente. -dijo y sonrió con inocencia. Luego sacó su celular del bolsillo y tecleó algo.

-no es necesario. Solo consígueme el nombre. Con eso me basta y me sobra. -dije apartando su teléfono.

-a veces eres un aburrido. -rodó los ojos y se bajó del mostrador. -hasta mi abuelo es más entretenido que tú. -indignada lanzó un rizado mechón de cabello tras su hombro y se dirigió a la sala de empleados mientras sacaba un chicle de su bolsillo y lo empezaba a mascar con exageración. Su dramatismo exagerado era a propósito, claramente y eso me causó mucha gracia.

Hermana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora