Abraham
Desperté después de una larga siesta. No sabía cuántas horas habían pasado desde que me dormí pero, me sentía descansado y con la mente despejada. Me coloqué de nuevo mis zapatos y bajé las escaleras para ver si al fin alguien había llegado. Sentí un olor familiar proveniente de la cocina, así que me dirigí hacia ahí encontrándome con mamá cocinando en el horno.
-gordi, despertaste. -me sonrió y se acercó a mí.
-¿ya sabías que estaba aquí? -le pregunté frunciendo el ceño a la vez que se acercaba a saludarme con un beso en la mejilla.
-sí, pasé por tu habitación al llegar y escuché uno que otro ronquido por ahí. -rio observándome.
-yo no ronco. -me quejé haciendo una mueca.
-claro que sí, que no te hayas escuchado es otro asunto. -sonrió y se dio la vuelta dándome la espalda para acercarse al horno y sacar una pizza. Se me aguó la boca al sentir el intenso y exquisito aroma cerca de mí. Adoraba las pizzas caseras de mamá. Probablemente solo la hizo porque me vio. Ya sabía ella que al despertar tendría hambre y además, cada que la visito, me consiente como si fuese un bebé.
Supongo que son las ventajas de ser el hijo menor.
-la hice para ti. Tal vez así te convenza de quedarte a dormir esta noche. -señaló la pizza y me sonrió.
-sabes que no puedo hacerlo. -dije apenado.
-¿Por qué no? Aquí tienes ropa y tu habitación. Además tu mami te extraña mucho. -me rogó haciéndome puchero. Solté una ligera risa ante su gesto.
-no lo sé, no quiero dejar mi apartamento solo. -rasqué mi nuca observándola. -tal vez el fin de semana. -dije y ella suspiró.
-aun no me acostumbro al hecho de que no vives bajo mi techo. Si no pasaras tan ocupado podrías visitarme más. -pronunció dejando a lado sus guantes de cocina e iba en busca de un cuchillo para cortar la pizza.
-lo sé y lo lamento pero, igual es mejor venir de vez en cuando a no venir nunca. -me encogí de hombros a la vez que me sentaba en la isla de la cocina observando la humeante pizza de pepperoni.
-lo sé pero, de vez en cuando no es suficiente para mí. -se quejó y me sirvió el primer pedazo que cortó en un plato de porcelana.
Solté aire y le dediqué una mirada.
-tengo mucho que contarte. -dije observando mi exquisita rebanada de pizza. El queso derritiéndose en el plato me hizo babear. Así que sin pensarlo dos veces le di una mordida. Sabía mejor de lo que se veía.
-entonces empieza con la narración. -pidió y se sentó a mi lado en el otro banquito de la isla.
Hace mucho que no hablaba de esta manera tan cercana con ella. Llevaba bastante sin venir. Al menos desde antes de Sol no había logrado poner un pie aquí por tener un horario tan apretado entre el trabajo y mis estudios. Ya me hacía falta una tarde con ella. Así que aproveché estar aquí para informarle de mi vida estos últimos meses diciéndole desde lo de Sol hasta lo de Angie sin ocultar detalles. No tenía por qué hacerlo de todas maneras. Se sorprendió un poco al contarle lo del club, pero lo entendió, son cosas que pasan y no juzgó mis acciones ni las de Angie.
Al terminar mi relato, me sentí más libre, pues le había contado absolutamente todo lo que traía atorado dentro. Subestimé cuánto echaba de menos estas pláticas que tenía con ella durante mi adolescencia. Era muy reconfortante poder hablar sin temor porque a fin de cuentas es mi madre y aunque mate a alguien, me seguirá queriendo.
Tener casi 20 años y acudir a mi madre no está mal porque ellas existían para ayudar y aconsejar. No todas se toman el tiempo de escuchar a sus hijos y yo agradecí a tener una madre que sí lo hacía ya que me he ahorrado muchos problemas y aliviado ansiedades gracias a sus palabras de ánimo y sus consejos maternales acerca de la vida y del amor.
Después de todo, no me quise ir de ahí esa noche. No quería estar solo en mi apartamento, Tony, mi hermano, llegó también a hacer compañía. Así que nos la pasamos en familia el resto del día. Creo que estar aquí era lo que necesitaba para tranquilizarme. Esta noche pude dormir tranquilo y sin pensar mucho en lo que pasó. El pecho me dolía a miles al acordarme cómo la dejé ir, pero ese dolor disminuyó al quedarme dormido luego de una buena taza de chocolate caliente que preparé con Tony.
Probablemente me quede aquí me quedaría el resto de la semana o al menos hasta que se me pasara un poco el sentimiento de soledad. Ser consentido por mi madre un par de días me caería como anillo al dedo. Pueda que a veces sea tedioso que todavía me trate como un niño sin embargo, eso demostraba lo mucho que me apreciaba en ciertas ocasiones; por ejemplo ésta, me hacía sentirme querido y me brindaba consuelo.
Todo en mí se relajó a la hora de volver a la cama. No desperté en toda la noche, ni siquiera para ir al baño. Debía aparentar como si nada hubiese pasado. Seguir con mi vida como lo he hecho desde que nací, alegrarme por lo que tengo y no deprimirme por lo que perdí porque así es la vida y no había algo que lo pudiera cambiar. La vida ya movió sus cartas, ahora era mi turno de seguir la partida.
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Hermana
Teen Fiction¿Cómo una pequeña niña de apenas ocho años podrá pasar por tanto a su corta edad? Ser abandonada por su madre y ser maltratada por su padre es demasiado para un ser tan pequeño y frágil como Sol. No poder jugar ni siquiera con niños de su edad ni di...