Abraham
La noche transcurrió entre trago y trago. Perdí la cuenta en nuestro noveno shot de vodka. Habíamos bebido algo de wiski y tequila también, ahora mismo sentía como si mi cabeza fuera a explotar de tanto alcohol. Yo no solía beber demasiado, probablemente era la primera vez que me sobrepasaba. Mi resistencia hacia los efectos del alcohol no era demasiada y hace bastante que mi cabeza llevaba dándome vueltas.
-¿vamos a bailar? -propuso Angie. Asentí sin pensarlo. No estaba cien por ciento cuerdo y mis pasos eran torpes mas necesitaba hacer algo más para olvidarme del mareo.
-vamos. -tomó mi mano y nos condujo hasta la pista de baile. Había mucha más gente ahora que era tarde pero, logramos meternos entre ellos para empezar a bailar.
Me comencé a mover al ritmo de la música como mejor pude. Traté de hacer lo que podía ya que no tenía mucha práctica sin embargo, supongo que estaba bien y no lucía como lombriz retorciéndose. Ella no notó nada pero al observarla quedé anonadado, no sabía que podía moverse así. Las pocas veces que había salido con ella y un par de amigos, jamás la vi bailar y ahora que lo hacía, era simplemente majestuosa. Se acercó a mí y tomó mis manos llevándolas a sus caderas para dejarlas ahí, lo cual me sorprendió no obstante, lo dejé pasar. Las suyas rodearon mi cuello y enredó sus dedos en mi cabello. Mi corazón se aceleró de gran manera principalmente al sentir sus movimientos de lado a lado en mis manos.
De un momento a otro Angie se volteó sin dejarme reaccionar y pegó su espalda en mi pecho sin dejar de bailar. Mis manos seguían en sus caderas y Dios me estaba volviendo loco con sus movimientos. Estos eran sensuales, lentos y tortuosos. Esto hacía que todo el alcohol que había ingerido, se me subiera a la cabeza de soplón. Luego de un rato, comenzó a bajar lentamente mientras se movía y subía nuevamente con el mismo ritmo haciendo rozar su trasero contra mí. Creo que estaba tratando de seducirme o volverme loco. Tal vez ambas cosas.
Nuestros pechos chocaron cuando se giró nuevamente a verme a la cara. Admiré la fisonomía de su rostro entre las luces de colores y mordí ligeramente mi labio inferior. Mi corazón retumbó en mi pecho y me pregunté si ella podía sentirlo palpitar aunque era poco probable.
-¡Abraham! -gritó para que la escuchara entre todo el ruido y el alto volumen de la música.
-¿Qué pasa? -grité devuelta.
-¿todavía te gusta la misma chica que me dijiste? -preguntó de la nada dejándome desconcertado un momento.
-¿por qué lo preguntas? -fruncí el ceño.
-¿no le importará si hago algo contigo? -soltó una risa y palpó mis labios con su dedo índice.
-¿el qué harás? -la fulminé con la mirada y reí sin motivo.
-algo que se me ocurrió. -sonrió y se inclinó hacia mí.
Intenté preguntarle el qué pero, me calló estampando sus labios con los míos. Tardé unos segundos en reaccionar y cerré mis ojos mientras bajaba mis manos a su cintura para disfrutar el contacto.
Fue un momento tan magnifico que creí que en cualquier instante despertaría y me encontraría en mi cama con una docena de libros encima. Perdí la noción del tiempo y olvidé por completo las personas y la música de nuestro alrededor. Eso fue hasta que caí en cuenta que éramos humanos con necesidad de respirar. Busqué directamente sus ojos cuando nos distanciamos, podía observar sus pupilas dilatadas a pesar de la poca luz. Me sentía algo sofocado, pero estaba en llamas. Su sensualidad al besarme encendió mi llama interior y no fui solo yo.
-vamos a mi apartamento. -dijo jadeante. Estaba tan agitada como yo.
-¿segura? -pregunté y ésta me besó de nuevo.
-sí. -pronunció y sonrió contra mis labios algo inseguro, tomé su mano para luego dirigirnos afuera sin perdernos entre la multitud.
Llegamos a mi coche y en cuanto estuve por abrirlo, me acorraló contra él para volverme a besar. Me tomó por sorpresa. Una grata sorpresa. No conocía a esta Angie atrevida y sensual que tenía en frente. Me encantaba. Nos volvimos a separar porque no quería tantos testigos de lo que estábamos haciendo, así que le abrí la puerta del auto para ayudarla a subir. Rodeé éste y entré del otro lado con prisa. Conduje a su apartamento lo más rápido y seguro que pude. Estaba borracho pero, aún me encontraba consciente de los peligros que corríamos en este estado. Tuvimos suerte de que no nos encontramos ningún policía en el camino y que las calles se encontraban prácticamente vacías. Aunque, aun así no debí beber tanto. Me estaré arrepintiendo de esto mañana.
Al llegar al edificio, bajamos y entre beso y beso, llegamos hasta arriba a su apartamento. Ella abrió con algo de torpeza mientras ya la abrazaba por detrás. Se carcajeó ante mi acto pero, pareció disfrutarlo. Nos estábamos carcajeando como locos en el pasillo a las tantas horas de la madrugada. En cualquier momento alguien nos comenzaría a gritar que nos calláramos mas no me importaba. La estaba pasando muy bien.
En cuanto entré detrás de ella, me acorraló contra la pared y volvió a estampar sus labios con los míos. Acaricié su cintura mientras por su parte, jalaba mi cabello. Me separé de la pared sin terminar el beso, ni detener nuestras caricias. Bajé mis manos lentamente a sus muslos para luego levantarla y hacer que sus piernas rodearan mis caderas. Caminé como pude hasta la que creía era su habitación y por fortuna, lo era ya que tenía miedo de que fuera el baño u otra cosa.
Al entrar la recosté en la cama y bajé mis labios por sus mejillas, su barbilla y a su cuello. Sus dedos se enredaban más en mi cabello y luego bajaron por mis hombros para empezar a quitar mi chaqueta y la camisa, dejándome solo con la camiseta blanca. No perdió el tiempo en ningún momento, así que también la retiró rápidamente dejando mi torso completamente desnudo. Observé sus labios libres del labial rosa que llevaba al principio de la velada y los besé con necesidad, como si mi vida dependiera de ello. El sabor a alcohol se sentía con mucha claridad sin embargo, no me importó en lo absoluto y muchísimo menos cuando empezó a acariciar mi pecho a la vez que sonreía sin romper el contacto.
La levanté con delicadeza y me deshice de su vestido con mucho cuidado. La admiré con la poca luz de la ventana y no sabía que tenía esas curvas. Era una diosa griega, tal vez afrodita, la diosa de la belleza, sensualidad y amor. Era su personificación por completo. Me quedé embobado observándola, no podía evitarlo. Ella debía ser admirada como si fuese una barra de oro, no tratada como Michael lo había hecho. Salí de mi ensoñación cuando me jaló para besarme con aún más ganas que antes. Traté de minorar un poco la intensidad del beso sin perder el sentimiento. Se separó unos segundos y buscó a tientas algo en la mesita de noche hasta sacar un sobrecito plateado.
-¿estás segura de hacer esto? -le pregunté jadeante. Sabía que no era su primera vez, pero igualmente quería tener su completo consentimiento. Ella me observó unos segundos sin decir nada, eso me hizo pensar que no lo estaba. Quizás esto era a causa del alcohol. Me separé de con la intención de buscar mi ropa pero, ésta me jaló nuevamente evitándolo.
-no Abraham, no te vayas, es solo que...
-¿solo qué...?
-nunca creí que tú serías el que rellenaría ese espacio vació en mi vida. -tomó mi nuca y me besó de nuevo.
-¿espacio? -pregunté confundido.
-sí, ese espacio en el que intenté que Michael entrara a la fuerza como si fuera una pieza de rompecabezas colocada en el lugar erróneo... -dijo y apretó los labios. -quiero hacerlo, Abraham.
-prométeme que no te olvidaras de esto mañana. -dije uniendo nuestras frentes. -No quiero que sea de una sola noche. -le pedí estando consiente de que el alcohol era nos había traído aquí y que probablemente al despertar estaríamos muriendo de resaca. La posibilidad de que se arrepintiera en la mañana era demasiado alta y tenía miedo de quedarme simplemente con las ilusiones en las nubes.
-Abraham, tú siempre fuiste la pieza correcta de mi rompecabezas... te prometo que esta noche jamás la olvidaré. -dijo acariciando mi cabello con suavidad antes de besarme dando continuidad al deseo.
ESTÁS LEYENDO
Hermana
Teen Fiction¿Cómo una pequeña niña de apenas ocho años podrá pasar por tanto a su corta edad? Ser abandonada por su madre y ser maltratada por su padre es demasiado para un ser tan pequeño y frágil como Sol. No poder jugar ni siquiera con niños de su edad ni di...