23. Fue un "accidente"

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(foto de Gigi en multimedia :3)

Abraham

Observé a Sol detenidamente cuando entró al lugar. Tenía un notable moretón en el lado izquierdo de su cara. Justo en su mejilla. Algo le había pasado. Me acerqué rápidamente hacia ella bastante alarmado y me coloqué de rodillas para observarla de cerca.

-Sol, ¿qué te pasó? -pregunté tomando su pequeño rostro entre mis manos. Ella me observó y sus ojos no tenían ese notable brillo alegre de siempre.

-tuve un accidente, me caí nada más. -dijo queriendo apartar mi mano. Noté que me estaba mintiendo ya que ni siquiera me veía directamente a los ojos y bajó la mirada al suelo. Tomé su rostro entre mis manos con firmeza obligándola a verme. Necesitaba que me dijera que fue lo que realmente ocurrió con ella y cómo obtuvo semejante golpe.

-Sol, dime la verdad. ¿Tu padre te hizo eso? -le pregunté finalmente. Inmediatamente sus ojos se cristalizaron e hice lo que por instinto debía hacer y la abracé fuerte contra mi pecho. Acaricié su espalda y la dejé calmarse un poco. Luego, me la llevé conmigo hacia la sala de empleados. No necesitaba testigos en nuestra plática.

Me senté en el sillón y la volví a observar. Le quité la mochila y le ayudé a limpiar sus mejillas húmedas. No quería alterarla, pero tenía que saber cómo había pasado esto. Necesitaba la verdad de su parte.

-¿Cuándo pasó esto? Quiero la verdad, Sol.

-antier en la noche. -respondió después de varios minutos de silencio completo.

-dime, ¿qué hizo?

-fue... fue un accidente. -dijo y sorbió su nariz. -es... es que llegó molesto a... a casa y... y me encontró fuera de la cama muy tarde. Le dije que estaba estudiando nada más y... me tiró los libros en la cara para irme a... a mi habitación. -explicó sin dejar de sollozar.

-Sol, entonces eso no fue un accidente.

-sí, él no quería golpearme así... él... él solo quería que me fuera a dormir.

-Sol, escúchame. -dije tomándola firmemente por los hombros. -los padres no les tiran las cosas en la cara a los niños. No tienen por qué hacerlo, no está bien en nada. No digas que fue un accidente porque efectivamente lo hizo a propósito. -pronuncié observando sus ojos llorosos. Ella asintió y bajó la mirada, así que la abracé de nuevo para seguir consolándola.

-Abraham, ¿por qué mi papá es así? -me preguntó contra mi pecho.

-no lo sé, Sol. Lo único que sé es que no puedo permitir que esto siga así.

-No quiero que te metas en problemas. -dijo y estiró sus brazos alrededor de mi torso. No lograba rodearlo de un todo, era demasiado ancho para sus pequeños bracitos.

-Tranquila, no pasará nada malo.

-¿seguro?

-Claro que sí, pequeña. Encontraré una manera de que esto se acabe de una vez por todas. -Declaré decidido.

***

Mientras miraba como Sol hacía su tarea, pensaba en cómo poder ayudarla. No tenía ni idea de qué hacer, era una situación bastante delicada en diferentes aspectos. No podía denunciarlo ya que no poseía evidencia más que el maltrato que he visto, aunque no me creerían con solo eso, mi palabra no valía ni un centavo y ese moretón podría pasar completamente desapercibido. Necesitaba conseguir pruebas de todo lo que aquel hombre le ha hecho a mi pequeña, sin embargo no sabía cómo, entonces por el momento debía pensar en otra cosa más efectiva. Mi cabeza estaba en blanco. Probablemente lo único que podría realizar ahora era hacer un intento de alejarla de él. Evitar que le volviera a tocar un pelo. Sería difícil, pero encontraré una manera de lograrlo.

-Abraham, terminé. -me avisó Sol sacándome de mis pensamientos.

-Déjame ver. -dije y tomé su cuaderno. Me tomó unos minutos revisarlo todo, pero parecía estar bien. Aun me seguía sorprendiendo cuán rápido esta niña aprendía.

No saben cuánto desearía que ella asistiese a una escuela para que conviviera con otros niños. No era sano que una niña de casi ocho años no tuviera ningún amigo. Vivía en un lugar sin vecinos cercanos y solo había ido dos años a la escuela, necesitaba convivencia y compañía de su edad. Eso era lo que le hacía falta. 

Sonreí. -lo hiciste excelente. Dame cinco. -dije y estiré ambas manos hacia ella. Por su parte, me sonrió devuelta y chocó sus manitas con las mías.

-ahora puedes leer lo que quieras. Por hoy se acabaron las clases. -le dije haciéndola sonreír para luego guardase sus cosas con entusiasmo y mucho orden. Cuando acabó, salió corriendo alegremente hacia la estantería de libros. Adoraba el hecho que le gustase leer. Yo no era muy fan de ello, tal vez ahora un poco más. A su edad de lo único que me preocupaba era de terminar tareas y salir a jugar además de recibir postre en la cena. Si yo fuese su padre, estaría orgulloso de ella por tener una afición por la literatura desde tan pequeña.

-es una niña muy dulce. -escuché la voz de Gigi a mis espaldas.

-Es como una hermanita para mí. -dije sin despegar la vista de los movimientos de Sol.

-¿Cómo la conociste? -me preguntó con interés mientras se colocaba frente a mí, justo al otro lado del mostrador. Despegué mi vista de la niña y la fijé en la morena.

-un día llegó digamos que "perdida" y estuvo aquí durante un largo rato hasta que su papá vino por ella. Ahora viene casi todos los días para que le de tutorías ya que no va a la escuela. -le expliqué brevemente. No quería entrar mucho en detalles sobre el asunto. Ese tema no me caí muy bien.

-¿Por qué no va a la escuela? ¿Acaso está de vacaciones? o... no me digas que es de escasos recursos. -dijo sorprendida tapándose la boca con ambas manos. -aunque ahora que lo pienso, no puede ser posible. La mochila que anda... Uff cuesta una fortuna así que la última opción no es. 

Reí. -no es ninguna de las opciones que dijiste. Es más complicado.

-puedes contármelo, yo estoy aquí para escuchar a menos que llegue un cliente y ya sabes, tendría que atender y ahí no podría hacerlo.

-lo sé, pero creo que no es el momento. -dije al observar a Sol acercarse alegremente con un libro en manos.

-está bien, cuando estés listo, puedes confiar en mí.

(Solo por si tienen problemas con verla en multimedia)

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