14. Club Parte I

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Abraham

Toda la tarde pasó normal, nada relevante. Yo atendí las mesas, me guiñaron el ojo unas tres veces y dije que no tenía teléfono unas cuatro veces. Lo común pero, no comprendía qué era lo que veían en mí. O sea, no me consideraba feo sin embargo, tampoco era tan atractivo como para que las chicas vinieran solo a verme y coquetear cuando era inútil.

Solo tenía ojos para Angie.

-¿qué tal te fue? -me preguntó Angie burlonamente en cuanto llegué al mostrador.

-pues se me cayó el celular a la calle y lo aplastó un auto si te preguntan.

-¿en serio les dijiste eso? -sus carcajadas empezaron a sonar por todo el local. Muchos nos miraron feo pero, se calló de inmediato al darse cuenta del ruido que hacía.

-pues sí. -me encogí de hombros y me recliné sobre el mostrador.

-¿Por qué no les dices que no te interesan Abraham? -me preguntó Sol inocentemente desde su asiento.

-em... no lo sé. -respondí simple. -Nunca me había preguntado eso.

-mejor es decir la verdad, Abraham.

-Sol tiene razón Abe, es mejor que tus excusas ridículas. -Angie rio nuevamente.

-a la próxima será. -respondí sonriéndole. En eso, escuchamos el claxon desde fuera, era el auto de Gabriel. Ya habían venido por Sol.

-¡ya me voy! -dijo tomando sus cuadernos y su peluche con rapidez. Se bajó del banquito de un brinco, me acerqué a ella y me coloqué en cuclillas para abrazarla.

-nos vemos el lunes. -dije en cuanto se separó de mí.

-suerte en su cita con Angie. -susurró y soltó una pequeña risita.

-no es una cita Sol, solo saldremos a pasear.

-pues para mí, seguirá siendo una cita. -dijo firme haciéndome reír.

-tómalo como quieras. -rodé los ojos divertido. Ella depositó un beso en mi mejilla en forma de despedida.

-¡adiós Angie! -gritó despidiéndose antes de salir del lugar a paso apresurado. La observé subir a la camioneta con ayuda de Gabriel para luego ver el carro arrancar y desaparecer.

-¿cerramos ya? -me preguntó Angie cuando terminamos de limpiar las mesas. Ya no había un alma en el lugar así que era buena idea cerrar ya que a estas horas nadie más iba a llegar.

-claro. -terminamos de arreglar todo como diariamente hacíamos y salimos del local. -¿te acompaño a casa? -le pregunté al estar afuera y tratando de no sonar nervioso. Creo que lo logré, ya que no titubeé.

-si no te molesta por mí, bien. -sonrió después de cerrar todas las puertas.

-no me molesta, sabes que me gusta caminar. -dije y me encogí de hombros ante su atenta mirada.

-sí y me alegra por ti, yo quisiera tener un auto para no andar gastando mis zapatos. -bromeó mientras empezamos nuestro paso.

-¿te conté que tengo uno? Creo que no pero, está en casa de mi madre, casi no lo saco, ya que la universidad y Moka están cerca de mi apartamento. Como ya te he dicho, me gusta caminar y así no gasto en gasolina todos los días. -comenté y pateé una piedra hacia la carretera vacía.

Ambos seguimos caminando con tranquilidad y decidimos ir por un helado en una heladería que nos quedaba de paso para matar el hambre mientras hablábamos de diferentes cosas, reímos bastante y la pasamos bien el rato. La caminata más entretenida de la vida.

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