Abraham
Toda la tarde pasó normal, nada relevante. Yo atendí las mesas, me guiñaron el ojo unas tres veces y dije que no tenía teléfono unas cuatro veces. Lo común pero, no comprendía qué era lo que veían en mí. O sea, no me consideraba feo sin embargo, tampoco era tan atractivo como para que las chicas vinieran solo a verme y coquetear cuando era inútil.
Solo tenía ojos para Angie.
-¿qué tal te fue? -me preguntó Angie burlonamente en cuanto llegué al mostrador.
-pues se me cayó el celular a la calle y lo aplastó un auto si te preguntan.
-¿en serio les dijiste eso? -sus carcajadas empezaron a sonar por todo el local. Muchos nos miraron feo pero, se calló de inmediato al darse cuenta del ruido que hacía.
-pues sí. -me encogí de hombros y me recliné sobre el mostrador.
-¿Por qué no les dices que no te interesan Abraham? -me preguntó Sol inocentemente desde su asiento.
-em... no lo sé. -respondí simple. -Nunca me había preguntado eso.
-mejor es decir la verdad, Abraham.
-Sol tiene razón Abe, es mejor que tus excusas ridículas. -Angie rio nuevamente.
-a la próxima será. -respondí sonriéndole. En eso, escuchamos el claxon desde fuera, era el auto de Gabriel. Ya habían venido por Sol.
-¡ya me voy! -dijo tomando sus cuadernos y su peluche con rapidez. Se bajó del banquito de un brinco, me acerqué a ella y me coloqué en cuclillas para abrazarla.
-nos vemos el lunes. -dije en cuanto se separó de mí.
-suerte en su cita con Angie. -susurró y soltó una pequeña risita.
-no es una cita Sol, solo saldremos a pasear.
-pues para mí, seguirá siendo una cita. -dijo firme haciéndome reír.
-tómalo como quieras. -rodé los ojos divertido. Ella depositó un beso en mi mejilla en forma de despedida.
-¡adiós Angie! -gritó despidiéndose antes de salir del lugar a paso apresurado. La observé subir a la camioneta con ayuda de Gabriel para luego ver el carro arrancar y desaparecer.
-¿cerramos ya? -me preguntó Angie cuando terminamos de limpiar las mesas. Ya no había un alma en el lugar así que era buena idea cerrar ya que a estas horas nadie más iba a llegar.
-claro. -terminamos de arreglar todo como diariamente hacíamos y salimos del local. -¿te acompaño a casa? -le pregunté al estar afuera y tratando de no sonar nervioso. Creo que lo logré, ya que no titubeé.
-si no te molesta por mí, bien. -sonrió después de cerrar todas las puertas.
-no me molesta, sabes que me gusta caminar. -dije y me encogí de hombros ante su atenta mirada.
-sí y me alegra por ti, yo quisiera tener un auto para no andar gastando mis zapatos. -bromeó mientras empezamos nuestro paso.
-¿te conté que tengo uno? Creo que no pero, está en casa de mi madre, casi no lo saco, ya que la universidad y Moka están cerca de mi apartamento. Como ya te he dicho, me gusta caminar y así no gasto en gasolina todos los días. -comenté y pateé una piedra hacia la carretera vacía.
Ambos seguimos caminando con tranquilidad y decidimos ir por un helado en una heladería que nos quedaba de paso para matar el hambre mientras hablábamos de diferentes cosas, reímos bastante y la pasamos bien el rato. La caminata más entretenida de la vida.
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Hermana
Teen Fiction¿Cómo una pequeña niña de apenas ocho años podrá pasar por tanto a su corta edad? Ser abandonada por su madre y ser maltratada por su padre es demasiado para un ser tan pequeño y frágil como Sol. No poder jugar ni siquiera con niños de su edad ni di...