Abraham
Sonreí al verla pero, inmediatamente borré mi sonrisa y fruncí el ceño al visualizarla por completo. Ésta no llevaba su uniforme de trabajo y no lucía feliz como siempre que llegaba. Su rostro estaba melancólico y su mirada vacía. Con indicios de querer romper en llanto en cualquier momento.
-¡Angie! -dijo Sol bajándose de la silla rápidamente y corriendo a abrazarla. La chica le sonrió de una manera muy forzada y la abrazó con fervor. Se saludaron como de costumbre pero no le presté atención a eso, mi corazón me indicaba que algo estaba pasando y que probablemente tenía que ver conmigo.
-Angie ¿pasa algo? -le pregunté acercándome a ella en cuanto soltó a la niña. -¿Por qué no traes tu uniforme?
-necesito hablar contigo... ¿podemos ir a la sala? -pidió con un suave y triste tono de voz. Tragué en seco y asentí dejándola pasar primero e ir tras ella, no sin antes ver a la pequeña quien subía nuevamente en el banquito.
-volvemos en un momento, Sol. -le avisé rápidamente y ella asintió sonriente. Cerré la puerta atrás de mí mientras veía a Angie caminar a paso lento hacia el sillón. Ésta se dio la vuelta y me miró con melancolía. Sus ojos denotaban demasiada tristeza y tenía miedo de lo siguiente que pudiera decir.
-Abraham... necesito hablar contigo sobre... sobre lo del sábado. -comenzó y sentí como me empezó a faltar el aire, sabía que tendría que ver conmigo. Mis miedos se hacían presentes y tenía temor de seguirla escuchando. No quería que me destrozara el corazón. -no creas que no fue una noche increíble... fue una de las mejores noches en toda mi vida. Incluyendo dormir contigo... -continuó e inspiré aire después de haber aguardado la respiración desde hace rato.
-¿entonces sí recuerdas lo que pasó? -le pregunté con cierta inseguridad.
-Cómo olvidarlo. -sonrió apartando la mirada. -y sé que te dije muchas cosas y también prometí otras pero no creo poder cumplir mi promesa. -levantó su rostro y sus ojos se encontraron con los míos. El corazón se me estrujó por completo y un nudo se me formó en la garganta de un segundo a otro.
-yo... yo... -suspiré intentando retener las lágrimas en mis ojos.
-Abraham, esa noche me di cuenta de algo de lo que no tenía ni idea. -confesó otra vez viendo el suelo. -pues resulta que desde hace mucho llevaba sola y sentía un enorme vacío en mí que intenté rellenarlo con cualquiera con tal de no sentir más aquella soledad. Nunca quise a Michael, jamás sentí algo por él... pero, fingí hacerlo porque creí que así podría engañar a mi cerebro y al final sí me creería que lo quería. -jugó con sus manos y me miró de reojo. -sin embargo, su insistencia de querer ir más allá de mis límites me hartó. Quería dejarlo, justo este fin de semana lo haría cuando lo encontré con esa tipa. Sí, me dolió la traición a pesar de todo, probablemente ya lo había hecho antes. Es por eso que después de tus palabras se me pasó y accedí a salir contigo. -apretó los labios. Intenté hablar pero me interrumpió.
>>no creí que la noche acabaría como lo hizo, la verdad que no soy de las que se acuestan con alguien a la primera cita pero... tú siempre has estado ahí para mí cuando te necesitaba, me has hecho reír, me has hecho compañía cada que salimos tarde del trabajo y tenía miedo de irme sola, incluso me has ayudado muchísimo a estudiar y me siento una estúpida por no haberme dado cuenta antes... sin embargo al besarte, supe que significas mucho más para mí y viceversa porque no te negaste nada. -esta vez, me observó fijamente a los ojos. -me sentí completa y simplemente me nació querer ir más allá la misma noche en que Michael me dejó. Por eso te dije lo del rompecabezas... tú siempre fuiste ese relleno para ese espacio vacío en mí.
>>me trataste como una princesa... me hiciste sentir como nadie más lo había hecho y disfruté cada segundo de nuestra noche. En ese instante lo único que pensaba era: "quiero que esta sea la primera de muchas noches" por eso la promesa pero... no creo cumplir con ella. -finalizó y mi corazón ya se encontraba lo suficientemente estrujado como para poder responder de inmediato. Así que varios minutos de silencio nos rodearon hasta que reuní todas mis agallas y desatar el nudo de mi garganta.
-¿Por qué? -fue lo único que pude decir. Tenía un sabor amargo en la boca y mis ojos comenzaron a picar con desesperación. Angie me miró nuevamente y de igual forma que yo, sus ojos se encontraban brillosos.
-hace unos meses mandé mi currículum a una universidad en Estados Unidos... no pensé que sería posible que me aceptaran, pero el sábado en cuando me desperté, te vi aun dormido, me levanté y revisé mi correo. Ahí estaba su carta aceptándome. -la voz se le quebró, no obstante estaba esforzándose por no perder la cordura. -al verla, me alegré como nunca aunque todas mis ilusiones se fueron al caño en cuanto entré otra vez a la habitación. Quise rechazar, pero es una gran oportunidad para mí, una beca completa pagando el resto de años que me quedan de mi carrera... esperé mucho por esto... yo... perdóname. -sollozó cubriéndose el rostro con las manos. Me acerqué inevitablemente a rodearla con mis brazos.
-tranquila, te entiendo. No tienes por qué pedir perdón... estoy feliz por ti. -la estreché más entre mis brazos. Varios minutos en silencio nos invadieron hasta que decidí romperlo separándola un poco de mí. -¿Cuándo te irás?
-mañana... hoy es mi último día en la ciudad... -apretó los labios y se limpió las lágrimas.
-¿cuánto tiempo te iras?
-no lo sé... -bajó la mirada y asentí. -solo sé que no veré las calles de España en mucho tiempo.
-¿no crees que podemos intentarlo a la distancia? -pregunté y apreté los labios.
-no atrases tu vida por mí. No sé cuándo volveré y no podría vivir con el pensamiento de que probablemente no funcionemos y me hayas esperado en vano. No quiero eso para ti... tú mereces a alguien que pueda permanecer a tu lado sin inseguridades... alguien que no te cree falsas esperanzas como yo lo hice. -sorbió su nariz mientras seguía rodeando mi torso con sus brazos. -y no quiero que discutas eso, porque ya tomé mi decisión y esa es dejarte ser feliz con quien que sí lo valga. -su mano se colocó en mi mejilla y me miró.
-tú lo vales. -susurré. -me vas a hacer mucha falta aquí en Moka. -esta vez pronuncié en voz alta aguantando las lágrimas.
-de igual forma me harás mucha falta y Sol también. -sonrió levemente. -lamento que lo nuestro... no vaya a ser posible. -se volvió a disculpar pero negué con la cabeza.
Si esa era su decisión, yo la respetaría completamente por más que me doliese. Cerré mis ojos y uní mis labios con los suyos en forma de dejarle un recuerdo y grabarme la sensación que me causaba estar así. Posiblemente era la última vez que probaría sus besos y me entristecida tan si quiera pensarlo. Tomé su rostro con ambas manos y sentí mis mejillas humedecerse. No quería que este momento acabara, pero, el aire comenzó a hacerme falta y me separé para unir nuestras frentes.
-ojalá que encuentres una chica que te de lo que yo no puedo darte y que te aprecie incluso más que yo. -sorbió su nariz y la abracé de nuevo.
-suerte. -dije y forcé una sonrisa.
-gracias... te quiero, Abraham. -imitó mi gesto y me soltó para dirigirse a la puerta.
-Angie...- la llamé. -tú siempre fuiste esa chica que me gustaba. -confesé soltando aire. Me le había confesado, no obstante, ya era tarde.
-lo sé. -me dedicó una última sonrisa y se fue dejándome solo y con el corazón roto en miles de fragmentos.
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Hermana
Teen Fiction¿Cómo una pequeña niña de apenas ocho años podrá pasar por tanto a su corta edad? Ser abandonada por su madre y ser maltratada por su padre es demasiado para un ser tan pequeño y frágil como Sol. No poder jugar ni siquiera con niños de su edad ni di...