41. ADN

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Abraham

La mujer luego de pocos minutos regresó adentro, ya más serena. Su (quien pensamos es su esposo) se retiró en el automóvil, dejándola aquí en Moka. Tal vez le pidió que regresara más tarde y así estar acá un rato.

-disculpen lo que acaba de pasar, era algo así como una emergencia. -dijo Scarlett retomando su compostura firme que tenía cuando llegó. -este... ¿Abraham, puedo hablar contigo un pequeño momento en privado? -me pidió y le di una mirada a Gigi. Ella me observó con intensidad, como diciéndome "di que sí o te obligaré" además no podía rechazar. Quería saber qué era lo que tenía para decirme.

-sí, por supuesto. -le respondí de inmediato. Le abrí paso a mi lado y caminé detrás de ella hasta una mesa en una de las esquinas del lugar bastante alejados de Sol, Gigi y cualquier otra persona que llegase al local. Fue la primera en tomar asiento, me indicó que me sentase frente a ella con una mano y así lo hice, de esta manera dándole la espalda a la entrada. Aclaró su garganta en cuanto me acomodé para comenzar a hablar.

-quisiera saber una cosa... es solo curiosidad.

-dígame. -respondí de inmediato.

-¿de dónde conoces a Sol? -me preguntó un tanto nerviosa. Lo supe por la forma en que entrelazaba sus dedos y volvía a separarlos repetidas veces. Ahí fue cuando noté el anillo en su dedo anular, llevaba solamente uno, el que tenía una piedra enorme encima, así que parecía estar solo comprometida y de algo que estaba seguro y es que el hombre que estuvo con ella afuera era el que le dio ese anillo.

-bueno... es una larga historia la verdad. -confesé algo ansioso.

-estoy dispuesta a escucharla, tengo bastante tiempo. -exigió haciendo los mismos gestos con las manos nerviosamente. Solo que esta vez, jugaba con su anillo dándole vueltas al diamante encima.

-está bien. -acepté finalmente y tomé un respiro antes de seguir. Debía pensar detenidamente en mis palabras y no ser brusco o lanzarle mucha información de una porque había mucho por hablar.

-ella simplemente apareció por aquí gracias a su padre quien la había dejado sola en el auto por ir al bar de al frente. -confesé sin pelos en la lengua. Creo que por ahora ese fragmento de la historia era la necesaria para responder la pregunta.

-¿Qué? Dime que bromeas... -dijo y perdió cierta parte de color en su rostro. Sentí un leve escalofrío por mi columna vertebral. La última vez que vi a alguien pálido cerca de mí fue Sol y se había desmayado. No quería volver a vivir algo así.

-lamento decirle que es la verdad, pero eso no es lo único...

-quisiera saberlo todo. -exigió con un ligero tono demandante. -lamento si sueno algo cotilla, pero necesito aclarar unas dudas que comenzaron a rondar por mi cabeza.

-no sé si sería lo correcto contarle todo esto... es solo que...

-por favor, te lo pido. Te juro que cuando termines te explicaré todo y responderé tus preguntas. Solo quiero saber de la vida de Sol. -me suplicó.

Tardé algunos minutos en pensarlo. No estaba seguro de esto, no la conocía, pero parecía interesada en Sol, demasiado diría yo. Si ella llegase a ser su madre, contándole la verdad quizás llegue a ser de gran ayuda con el trámite de alejarla de su padre. Su interés me daba a entender muchas cosas, no sabía si era lo correcto decírselo todo, sin embargo, como ya dije, si era su madre y estaba interesada en tenerla devuelta... me sentiría más tranquilo.

-bueno, lo haré, pero no sé cómo se vaya a tomar todo lo que le diré...

***

-¿en serio? ¡También es mi libro favorito! -chilló Sol emocionada.

-es un libro increíble, aún me encanta aunque lo leí a los doce años. -respondió Scarlett sonriendo.

-yo hasta hace poco y tengo ocho. -sonrió Sol.

-que increíble que te guste la lectura a tan temprana edad.

Ya habían pasado ya varias horas y Scarlett no se había ido y por lo visto no lo pensaba hacer muy pronto, estaba muy entretenida con mi pequeña. Ambas han estado hablando de muchas cosas. Al parecer tenían mucho en común.

A cada minuto que pasaba, más me convencía de que eran madre e hija. No podía dudarlo pero tampoco comprobarlo. Aunque era evidente que al menos un parentesco tenían. Tanto física como mentalmente parecían iguales, los hoyuelos, ojos, cabello, piel. Como dije antes: eran dos gotas de agua lado a lado. Cualquiera notaría que son familiares.

-¿quieres una paleta? -le ofreció Scarlett sacando una pequeña paleta de fresa de su bolso. Sol sonrió y la tomó después de agradecerle. Al parecer, ella estaba encantada de mi ahora nueva jefa, no había parado de sonreír en todo el día. No era algo raro que pasara, la mujer era muy simpática y amable con ella. Hasta en eso eran iguales.

-ya es hora de cerrar. -les avisó Gigi con amabilidad. Noté un toque de tristeza en la sonrisa de ambas. Se debían despedir.

-me encantaría quedarme más tiempo contigo, pero tenemos que irnos ambas. Aunque posiblemente vuelva el lunes para seguir hablando. -le dijo Scarlett a la niña.

-está bien. -sonrió mi pequeña antes de despedirse de la mujer con un abrazo.

-vamos, Sol, debes irte a dormir. -le avisé. Ella de inmediato corrió de ahí para ir a recoger sus cosas.

-Abraham. -me detuvo Scarlett antes de seguir a Sol. -quiero que me hagas un favor.

-el que desee.

-quiero que revises el abrigo de Sol por algún cabello que se le haya caído. Estoy más que segura de que es mi hija, sin embargo necesito la prueba de ADN. Después de lo que me dijiste, quiero recuperarla. -me pidió y no dudé en aceptar hacer lo que me pedía.

Hermana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora