Abraham
Después de entrar a aquella residencial llena de viviendas lujosas, llegamos finalmente a la que creo que era ya la casa en donde Sol vivía. Gabriel me indicó que me bajara y tocara el timbre junto a la verja y eso hice. Una pequeña radio en la pared empezó a hacer ruido hasta que se escuchó una voz.
-Residencia Sandoval ¿quién es? -me acerqué al radio y presioné el botón para empezar a hablar.
-Soy Abraham, vine a las tutorías de Sol.
-ah, el señor Castillo, entre. -dijo y la verja se abrió por sí sola. Entré a paso lento y la verja se volvió a cerrar sin haber tocado nada, lo cual me sorprendió, cuanta tecnología había aquí. Pasé la mirada a mi entorno y observé un patio de enorme, con mucho pasto verde (supongo que no era artificial) y algunos arbustos sembrados en forma ordenada a todo alrededor. A mis pies, pude apreciar un gran camino circular de cemento que llegaba hasta la puerta de la casa. En el centro se encontraba una fuente pequeña y completamente funcional la cual servía de rotonda y alrededor de ella estaba estacionada la Range Rover negra del papá de Sol. Espero que él no esté.
Al llegar a la puerta principal del lugar, una mujer rubia de ojos azules me abrió. Su tés era blanca y casi de mi estatura de alrededor de los veinticinco años. Creo que ella era Maribel, estaba vestida como ama de casa, un vestido sencillo, delantal, cabello recogido en un moño y zapatillas.
-Pase, es bienvenido, Sol está en el salón de arriba. -me indicó de inmediato con su suave voz.
-muchas gracias. -le sonreí ligeramente y entré pasando a un lado de ella. Esto era casi una mansión, corrección, lo era. Por fuera y dentro, las paredes eran de color beige. En el salón, un gran sillón en forma de L de cuero blanco. Se veían cuadros por todas partes, candelabros lujosos y un televisor de última tecnología en la pared, había de todo menos fotos familiares como era de costumbre en cualquier casa y eso le quitaba algo de familiaridad al entorno.
Maribel me dirigió a la escalera en forman de espiral hasta el segundo piso. Nos dirigimos a la sala de estar. Ésta era un poco más pequeña que la principal, esta vez había tres sillones de cuero café, una alfombra blanca y una mesita en medio donde Sol se encontraba dibujando algo. Ella no se percató de nuestra presencia de inmediato así que nos acercamos un poco
-Sol. -canturreó Maribel estando ya tras ella. La mujer se inclinó un poco hacia el frente mientras que la pequeña hizo la cabeza para atrás y observar a su nana.
-¡Nana! -exclamó y levantó los brazos queriendo abrazarla. Ella rio.
-mira quien vino. -apuntó con la mirada hacia donde me encontraba. Sol bajó los brazos y se volteó. Al verme sonrío alegremente.
-¡Abraham! -exclamó y se levantó y corrió hacia mí. Abrí mis brazos y me agaché para luego alzarla mientras me abrazaba por el cuello.
-¿Cómo estás Sol? -le pregunté oliendo aquel olor a coco en su cabello.
-bien ¡ya quiero empezar a estudiar! -chillo emocionada.
-entonces empecemos. -dije y la coloqué nuevamente en el suelo con cuidado. Ella me tomó de la mano y me dirigió hasta la mesita dando brinquitos.
-bueno, los dejaré solos, si necesitan algo, estaré en la cocina. -nos indicó Maribel mientras permanecía parada al lado de las escaleras.
-nos vemos, nana. -le dijo Sol antes de que ella desapareciera a la primera planta.
-¿con qué materia quieres empezar? -le pregunté en cuanto estábamos solos.
El resto de la tarde fue como siempre durante las tutorías. Hoy me dediqué a ser más interactivo, por esa razón hicimos una especie de juego el cual creí necesario para subirle el ánimo y lo logré haciendo que se divirtiera y se aprendiera las lecciones de hoy. Luego de terminar, Sol me hizo un pequeño recorrido por toda la casa. Era un lugar gigantesco y elegante, arriba cinco dormitorios y cuatro abajo aunque una era de lavandería y otra una oficina; la mayoría de las habitaciones con baño propio. El patio trasero también era enorme, ella me dijo que antes había perros los cuales servían de guardianes pero uno de ellos se enfermó gravemente y contagió a los demás así que desde entonces no ha habido mascotas ahí. La cocina iba conectada con el patio y el comedor. Ésta era espaciosa, moderna y había de todo para cocinar. Esta casa era un sueño total.
La habitación de Sol fue lo último que me mostró, era enorme como el resto de las habitaciones, había muchos juguetes en un estante perfectamente ordenados y varios libros haciendo espacio. Tenía una mesita con un par de fotos de ella pequeña, ahí también estaba el libro que yo le regalé hace tiempo.
-Abraham. -me llamó Sol desde su cama. Yo dejé nuevamente en la mesa el cuadro que sostenía y me acerqué a ella.
-¿Qué sucede?
-¿te quedas a cenar? Hoy mi papá no estará pero, Gabriel vendrá. -me preguntó tímida y empezó a ver sus zapatos nerviosa.
-creo que estaría bien. -respondí luego de unos segundos de silencio. No tenía nada que hacer después de esto.
-¡Si! -exclamó y se me lanzó a abrazarme.
-ya basta que me estas ahorcando. -dije tratando de soltarme, estaba abrazándome muy fuerte por el cuello. Ella me soltó de inmediato y me dirigió una sonrisa tímida.
-perdón.
-no pasa nada. -le sonreí. Luego me tomó la mano.
-vamos abajo, le diré a mi nana que si te quedaras. -me jaló todo el camino hasta la escalera. Llegamos a la cocina encontrando a Maribel cortando unos limones en delgadas rodajas. -Nana, Abraham se quedará a cenar. -sonrió felizmente.
-ah, qué bien, prepararé la mesa, en unos minutos llegara Gabriel para que pueda servir la comida. -dijo sonriendo.
-está bien nana, iremos al patio. -le avisó y me jaló afuera en donde ella quiso jugar escondite y no pude negarme. Quien diría que yo, un tipo de casi veinte años estaría jugando escondite con una pequeña en su mansión.
He de admitir que jugar con Sol me había subido mucho el ánimo. Era como una Hermana para mí, la hermana menor que nunca tuve y me hacía sentir como si fuera un nuevo yo más alegre. Luego de la cena, no quería irme pero, tenía que hacerlo, debía de ir a dormir porque ya era tarde y además, me sentía bastante inspirado para escribir.
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Hermana
Teen Fiction¿Cómo una pequeña niña de apenas ocho años podrá pasar por tanto a su corta edad? Ser abandonada por su madre y ser maltratada por su padre es demasiado para un ser tan pequeño y frágil como Sol. No poder jugar ni siquiera con niños de su edad ni di...