Abraham
Reí por lo que Gigi hizo y volteé hacia la puerta con esperanzas de que Sol llegase ya mismo. Aun no se asomaba, solo hacía falta que no viniese hoy. Suspiré calmándome un poco. Me estaba poniendo muy paranoico y me sentía estúpido de cierta manera. Necesitaba tener algo de paciencia ya que no tardaba en venir. Todavía faltaban unos minutos para las dos de la tarde y hoy había mucho tráfico, así probablemente se atrasaría un rato, no tenía por qué sentirme tan alterado e impaciente.
Mi teléfono comenzó a sonar después de unos minutos interrumpiendo mi silencio. Me sorprendí al ver el nombre de Maribel llamándome. Cuando ella me llamaba siempre era para decirme o que Sol llegaría algo tarde o que no vendría, así que ya suponía el motivo de su llamada.
-aloh, ¿qué tal Mari? -la saludé con cortesía y con una sonrisa en la cara aunque no me fuera a ver.
-no tan bien. -me contestó con un tono bastante apagado. Fruncí el ceño. En definitiva algo malo ocurría.
-¿Pasa algo? ¿Está todo bien con Sol? -le pregunté con preocupación.
-sí, ella va camino a Moka... es solo que necesito que hagas algo que yo ya no podré hacer más y que agradecería mucho que cumplieras. -dijo y noté su voz con intenciones de quebrarse para luego romper en llanto. Apreté los labios y respondí.
-dime, yo con gusto haré cualquier cosa.
-quiero que cuides muy bien a Sol por mí. Es algo que yo he hecho durante toda su vida hasta este punto, pero ya no me es más posible hacerlo. -dijo continuamente de leves sollozos los cuales me partieron el alma.
-pero, ¿de qué hablas Maribel? ¿Cómo es eso de que ya no la puedes cuidar? Eso es imposible, tú eres su nana y... -me interrumpió.
-ya no trabajo más para el señor el Sandoval. Acabo de renunciar. -declaró y escuché algo caerse del otro lado de la línea.
-¿Qué? ¿Por qué?
-ya no lo soporto, no soporto verlo maltratar a mi pequeña. He tratado hasta lo imposible por ayudarla e impedir que le haga daño, pero eso implica dañarme a mí misma. Gabriel también ha intentado frenar a ese hombre no obstante es imparable. Lo único que logró es recibir una golpiza y perder su empleo a pesar de haberle sido fiel al señor por casi diez años, ahora yo soy la que recibe los golpes y ya no puedo más. Estoy enferma de él y mi poco tiempo de embarazo me impide seguir trabajando ahí...
-espera... ¿Qué? -le pregunté atónito por lo último.
-sí, me enteré hace apenas una semana, sin embargo eso no es lo importante. Yo... yo quisiera poder ayudar a Sol y llevarla conmigo y criarla junto a mi hijo, pero no puedo hacer eso. No consto de ningún parentesco con Sol y lo único que me queda por realizar es dejarla en tus manos. Yo sé que tú podrás lograr lo que yo no pude y sé que sacarás a Sol de ese infierno. Tengo mi total fe en ti.
-¿pero qué podría hacer? Yo... yo no tengo ni idea de cómo lo lograré... -titubeé nervioso
-Abraham, confío en ti y sé que pronto encontrarás la solución. Solo quiero que la protejas y la salves, te lo ruego por favor. -dijo y rompió en llanto. Lo único que se me ocurría en estos momentos era abrazarla, pero estábamos al teléfono y eso era imposible. No me quedó de otra que decir:
-confía en mí. Encontraré la manera. Te lo prometo. -le dije y noté como se calmó cuando la escuché susurrar un "Gracias a Dios" y luego sorbió su nariz.
-eso espero, te deseo suerte y ten cuidado. Si necesitas ayuda, yo siempre estaré del otro lado de tu teléfono. -asentí aun sabiendo que no me podía ver y limpié las escasas lágrimas de mis ojos.
-muchas gracias. Haré todo lo posible por lograrlo, no te defraudaré. -le dije y la imaginé sonreír con alivio desde dondequiera que estuviera. Nos despedimos y colgué.
Me dolió mucho lo que me dijo. No me lo podía creer. Me alegraba que se hubiera ido de ese lugar. Ese hombre era una amenaza para ella y su hijo. Siempre he estado en contra de los hombres malbaratadores y él, se ganó mi desprecio completamente. Ya entendía el hecho de no ver a Gabriel hace tiempo, seguramente ya había encontrado un nuevo chofer y éste no era tan simpático como Gabi. Por otro lado, aún no sabía qué hacer con respecto a Sol. Le hice ya una promesa a Maribel y pensaba cumplirla como que mi nombre es Abraham. Ahora me tocaba idear un plan, sin embargo mi cabeza estaba en blanco por completo. Necesitaría refuerzos e ideas para esto, no sabía en quién acudir, pero en algún momento sé que encontraré la solución.
Ya pronto tendría algo con la cual podría acusar a ese hombre como maltratador para alejarlo lo más lejos posible. No sabía cómo ni cuándo lo haría, no obstante, mi voz interna repetía constantemente la frase "tú puedes lograrlo". Esta vez iba a hacer justicia y enviarlo donde debería estar: la cárcel. A este punto no me importaba si arriesgaba mi vida ya que por Sol, esa pequeña niña dulce, lo valía. Valía la pena correr el riesgo de acabar tres metros bajo tierra en una caja de madera. Si ella lograba obtener su libertad, podría morir tranquilamente.
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Hermana
Teen Fiction¿Cómo una pequeña niña de apenas ocho años podrá pasar por tanto a su corta edad? Ser abandonada por su madre y ser maltratada por su padre es demasiado para un ser tan pequeño y frágil como Sol. No poder jugar ni siquiera con niños de su edad ni di...