25. Canto

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Abraham

Note que Gigi empezó a cantar cuando "This is what I like" the Bruno Mars comenzó a sonar. Reí y me uní a su canto animadamente. Canté nada más un coro ya que la escuché callarse repentinamente, así que la volteé a ver en cuanto paramos en el semáforo.

-¿Qué pasó? ¿Por qué no cantas? -le dije frunciendo el ceño.

-es que cantas increíble. Quería escucharte, pero también te callaste, no hubieras parado, tienes una voz extraordinaria. -me halagó y reí volviendo mi vista hacia el frente.

-Gracias, es que siempre me ha gustado cantar. Creo que lo he perfeccionado con el tiempo. Nada del otro mundo. -me encogí de hombros y le bajé un poco a la radio.

-¿te gusta componer? Yo creo que si compusieras alguna canción y luego grabarás así profesionalmente, para mí que tendrías demasiado éxito. Habría tantas fans que no podrías ni salir a la esquina porque ellas te atraparían antes. -bromeó y reí fuertemente.

-no exageres, hay gente que canta mejor que yo. Bruno Mars es una prueba de ello.

-dobla a la derecha. -me indicó y así lo hice. -y no exagero, tiene muy buena voz. Si fuera una productora musical, te diría que tienes un gran potencial y luego te contrataría sin pensarlo dos veces. -negué con la cabeza y seguí mi camino con la dirección que ella me había dado.

No pude evitar seguir cantando en voz baja. Amaba las canciones de Bruno, me inspiraban bastante a la hora de escribir. Últimamente había escrito mucho en tiempos libres. Incluso en clases estuve escribiendo algunas frases al azar en la parte de atrás de mis cuadernos que luego uniría para hacer una canción y que éstas tuviesen sentido. Angie me inspiró muchísimo cuando aún estaba aquí, aunque también su ida lo hizo. El dolor de su partida logró hacerme querer componer al respecto. Era bastante terapéutico expresarme a través de la música, tal vez más efectivo que hablarlo. Podía repetir miles de veces la letra con lágrimas en los ojos no obstante que con cada vez más que lo hacía, parte del dolor salía de mi interior. Era algo muy extraño la verdad sin embargo a mí me funcionaba esa técnica.

-déjame aquí. -me avisó Gigi finalmente y estacioné frente una casa la cual parecía muy espaciosa. ¿Ahí vivía sola?

-¿aquí vives? Parece un tanto grande para ser solo tuya.

-en realidad, sí, pero no preguntes porque. Nos vemos mañana y gracias por traerme. -dijo y rápidamente, luego se bajó del auto con mucha rapidez dejándome con la duda en la boca. Vi cómo se despidió con la mano a lo lejos y se acercó a la casa hasta entrar con sus llaves.

Resignado, me dirigí a casa de mi madre directamente a dormir. Nadie estaba despierto, por eso subí sin pensarlo a mi habitación.

***

Me desperté un tanto tarde y con de dolor de cabeza. Me había despertado alrededor de media noche con inspiración, luego me dormí hasta las 5 am aproximadamente. Tenía muchísimas ganas de escribir, más que cualquier otro día. Terminé tan exhausto que quedé dormido sobre mi libreta sin darme cuenta y ésta terminó en el suelo algo arrugada.

Me sentía muy cansado, esto me pasaba por desvelarme. Tomé el vaso de agua que siempre dejo en mi mesa de noche y me lo bebí lo cual refrescó mucho mi garganta irritada. Dejé el vaso donde estaba y revisé la hora en mi celular. Ya había perdido la mitad de las clases. Ya no tenía caso ir. Por suerte hoy no habría ningún examen por el cual preocuparme. Me levanté de la cama con tranquilidad y me metí al baño a lavarme el rostro y cepillarme los dientes.

Noté que la barba me estaba empezando a crecer. Hace tiempo había estado pensando en dejarla, quizá tener un nuevo look. Cambiar la rutina un poco. Además de esa manera no me tendría que preocupar por rasurarme casi todos los días. Solo debía de estilizarla de vez en cuando. No sé, tal vez cambiar al Abraham cara de bebé a un Abraham mayor y más maduro me vendría bien. La dejaré por una temporada.

Bajé las escaleras encontrándome con mis padres en el salón principal.

-Buenas tardes hijo. -dijo mi papá sin despegar la vista del periódico. Reí por su comentario y me acerqué a besar la mejilla de mamá quien ya había notado mi presencia.

-me alegra que te estés quedando en casa estos días. -me dijo sonriente.

-lo sé, extrañabas a tu Gordi. -reí y rodé los ojos.

-pues sí, eres mi bebé. -dijo y me apretó un cachete. Aparté su mano con delicadeza de mi rostro y la observé.

-ya estoy un poco grandecito para que me sigas llamando de esa manera tan infantil. -me quejé.

-hijo, aunque tengas cuarenta años, siempre serás el consentido de tu madre. -dijo papá desde el otro sillón.

-como sea, ¿hay algo de comer? -pregunté y mi estómago rugió.

-sí, te dejé algo de desayuno. Aunque si quieres el almuerzo estará listo dentro de unos cuantos minutos. El pollo aún sigue en el horno.

-está bien, iré a ducharme y bajaré a almorzar. Luego tengo que trabajar como mesero y tutor. -comenté devolviéndome hacia mi habitación. Se me hizo extraño que no me haya preguntado por qué no fui a la universidad hoy.

-cierto, ¿cómo está la pequeña Sol? -me preguntó curiosa. Mis padres aún no la conocían, pero el primer día que vine, les hablé mucho de esa niña que se había robado mi corazón.

No en el ámbito pedófilo, solo para que quede claro.

-pues sigue excelente. No saben cuánto desearía que fuera a la escuela. -dije y solté aire pesadamente.

-tranquilo, quizá algún día su padre cambie de parecer y la deje ir. -dijo mamá colocando una mano en mi hombro en forma de consuelo junto con una reconfortante sonrisa en su rostro.

-eso espero.

-por cierto, no deberías desvelarte tanto, hoy perdiste tus clases de puro gusto. -me reprendió finalmente. Creí que solo iba a dejar pasar por alto ese detalle.

-perdona, igual creo que es la primera o segunda vez que pasa. No es de todos los días y hoy no había nada importante, así que puedes relajarte.

-más te vale porque que ya seas mayor de eso no significa que no pueda castigarte todavía. -se cruzó de brazos y alzó una ceja.

-si ni siquiera lo castigabas de niño, peor de adulto. -papá se burló y ella abrió la boca indignada. Ignoré la discusión que comenzó entre ellos, la cual se volvió muy entretenida a los pocos instantes, y subí las escaleras a tomar una ducha.

Hermana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora