31. Plan en Marcha

386 25 2
                                    

Abraham

Paré mi auto después de conducir hacia el centro de la ciudad. Estacioné a un lado de la calle en donde no circulaba mucha gente y saqué mi celular del bolsillo. Rápidamente, busqué el número de Maribel y le llamé esperanzado de que me contestara. Para mi fortuna, lo hizo muy rápido.

-hola, Abraham. ¿Qué sucede? -me preguntó con su suave voz.

-las cosas no están yendo muy bien.

-dime que no es algo que tiene que ver con Sol, por favor. -me suplicó sutilmente, me sentí mal por un momento, pero tenía que saberlo, así que tomé el aire para llenar mis pulmones antes de seguir hablando.

-en realidad sí, pero tranquila, está bien ahora mismo, aunque eso no quita el hecho de mi preocupación por ella sea aún más grande. Ya decidí que no regresará con su padre. -dije mientras apagaba el aire acondicionado y abría la ventana. -por el momento, Sol está... en el hospital, estable y posiblemente salga pronto y todo por culpa de los golpes que le propinó.

-esto es mi culpa... no logré detenerlo antes de que la tocase... -dijo y escuché la angustia en su voz.

-oye, tranquila, esto no es culpable de nadie más que de su padre, no te martirices, creo que pudo haber sido peor ya que se está recuperando bastante rápido. -dije tratando de calmarla. -pero necesito tu ayuda con respecto a algo.

-dime qué tienes en mente, yo te ayudo con lo que sea.

***

Luego de pasar por la tienda por la ensalada de fruta de Sol y algunos jugos en lata y galletas, volví al hospital. Permanecí por un momento en la sala de espera buscando con la mirada a Maribel. Quedó en venir dentro de un rato, así que supuse que ya estaría aquí para cuando yo llegara. Sentí una mano en mi hombro a mis espaldas, lo cual me hizo voltearme de inmediato. Ahí la vi. Arreglada y sonriente como siempre. Aunque un pequeño moretón se asomaba en su mejilla. Seguramente fue el padre de Sol.

-traje lo que me pediste. -dijo de inmediato. -por cierto, Gabriel está afuera y ya enterado de esto. Se encuentra dispuesto a ayudar.

-te lo agradezco muchísimo Mari. No sabes cuánto. -dije con la sonrisa más sincera que tengo.

-no agradezcas, haría todo por Sol. -Me sonrió y se volteó al sentir la presencia de alguien más. Vi a Gabriel acercarse y lo saludé rápidamente, él hizo lo mismo y al tenerlos enfrente tuvimos una pequeña y corta charla.

Tenía un plan y esperaba que funcionara.

-ahora sí vamos a ver a Sol, está con Gigi en el área de pediatría. -les dije mientras les indicaba el camino.

La pequeña los recibió con mucho cariño y emoción. Al parecer los había echado muchísimo de menos. Algunas lágrimas salieron de sus ojitos al abrazarlos, lo cual me dio mucha ternura. Sentí mi corazón oprimirse en ese momento como si fuese una pelota anti estrés. Gigi tenía mi misma expresión al verlos, así que suponía qué era lo que también pensaba.

La tarde transcurrió bastante rápida. Sol comió su fruta alegremente mientras hablaba con nosotros con mucha más energía que antes. Creo que hasta ahora, este fue uno de los días más felices que Sol ha tenido desde que Maribel se había ido de su casa. Me alegraba por ese hecho, ella se merecía que todos sus días fueran de esta manera, aunque desafortunadamente no era así. No obstante mi vida dependía en la idea que tenía en mente para poder hacerle justicia a su situación.

-Mari, creo que ya es hora de que nos vayamos. -dijo Gabi notando que su esposa no se sentía muy bien. El olor de hospital, según ella, le estaba revolviendo el estómago, de esta manera alterando y aumentando las náuseas de su embarazo.

-Tranquilo, estoy bien, pero creo que es buena idea. -dijo levantándose de su asiento con dificultad.

-¿ya se van? -preguntó Sol con cierta tristeza.

-oye, regresaremos mañana antes de que salgas de aquí y luego te visitaremos, pequeña. -le dijo Gaby acariciando una de sus mejillas.

-está bien. -sonrió ligeramente y recibió un beso de despedida por ambos, lo cual la dejó muy alegre.

Esperé un momento y los seguí hasta la entrada. Necesitaba lo que Maribel me había conseguido y luego quedar de acuerdo con Gabriel de cómo íbamos a comenzar lo ya discutido.

Fue un intercambio rápido, Maribel me dio la pequeña y única llave que necesitaba y quedamos en vernos con Gabriel dentro de dos horas y media, que sería cuando posiblemente Sol ya estuviese dormida. La dejaría con Gigi y me iría con la excusa de ir a mi casa por cosas, así no habría sospechas de nada.

No pasó mucho para cuando Sol ya se encontraba en su quinto sueño, claro, a esta hora estaba acostumbrada a ir a la cama. Se veía tan tranquila al igual que Gigi quien permanecía dormida en la camilla de al lado en el cual le permitieron descansar. Tomé mi chaqueta y la cubrí ya que las noches en esta época eran muy heladas y no tenía ganas de pedir una sábana, mejor le traería una después. A Sol también la tapé muy bien con su manta por la misma razón que a Gigi y me retiré sin hacerles ruido para comenzar con lo planeado.

Hermana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora