Mía.
Siempre he pensado que las casas guardan un aroma especial que las caracteriza, el de aquel hogar al que acababa de llegar ya casi lo había olvidado, pensé que ni siquiera recordaría el entorno, pero en cuanto observé un poco pude ver que todo se mantenía casi tal cual a cuando era pequeña. Aquel sofá en el que cuando me sentaba me hundía un poco, la mesa que no me permitían tocar porque era de vidrio, los chiches de los muebles, todo parecía igual. A pesar de eso, me sentí incomoda desde el primer minuto que entré,no visitaba la casa de mi padre hace al menos 5 años, antes solía hacerlo cada verano, pasaba un mes entero con él en vacaciones, pero dejé de hacerlo en cuanto tuvo otra pareja, más aún; cuando se casó nuevamente. Nunca sentí interés por conocer a aquella mujer, siempre pensé que llevarme bien con ella sería una traición a mi madre y ahora más que nunca lo creo, las mujeres guardamos fidelidad por nuestra gente, no así los hombres, cada día me parecen más traidores y de sentimientos débiles, excepto mi pequeño Tom. Ahora, me toca enfrentar la vida que tendré que llevar un par de años, por él, por mi pequeño hermano.
Flashback.
Su cuerpo estaba tendido en la camilla y sus ojos se veían cansados, tenía heridas en su rostro, uno de sus brazos estaba vendado e inmovilizado y su cabeza cubierta de blanco, no se veía su cabello, su hermoso cabello. El médico me dio una autorización especial para poder verla, yo había sido la menos afectada en el accidente, solo debía mantenerme en una silla de ruedas por unas días debido a un dolor en la cadera, era una pequeña fractura que ya estaban tratando y tenia buenos resultados, pero mientras tanto mi madre se debatía entre la vida y la muerte.
-Mía, me siento cansada, me siento débil – su voz era un susurro en aquella habitación silenciosa.
-No hables mamá, descansa, tendremos mucho tiempo para hablar pronto –intenté convencerme a mi misma al decir eso.
-Le pedí al médico verte –hablaba lento, muy lento-. Quiero que cuides a tu hermano, Tom necesita de ti, es muy pequeño. – se esforzaba por hablar más alto pero no lo conseguía.
-Tranquila, siempre lo cuidare, lo cuidaremos juntas, no te exijas más, luego podremos hablar –besé su mano.
-Tom necesita a su padre, merece tenerlo cerca, vivir con él, es su derecho y tú debes darle una oportunidad a tu padre, hija, por favor no seas dura con él, no seas dura contigo misma.
-No hables más –acaricie sus manos.
-Por favor, prométeme que le darás una oportunidad, ve a vivir con él, inténtalo, un par de años, luego puedes hacer tu vida cuando tengas tu mayoría de edad, pero por ahora quédate con él y con Tom, hasta que tu hermano se acostumbre. Si yo no estoy, la ley te obliga a ir con tu padre, pero quiero que vayas por tu propia voluntad.
-Mamá por favor, los médicos dicen que debes descansar –insistí.
-Prométeme lo que te estoy pidiendo, por favor.
-Lo prometo mamá, ahora descansa.
-Gracias cariño. Te amo
-También te amo mamá.
Dos horas después de aquello los médicos informaron que había muerto producto de otro paro cardiaco, fue la noticia más dolorosa que me ha tocado enfrentar en mis 17 años. Debía mantenerme fuerte por mi hermano, mi único tesoro en vida ahora, mi Tomás de 7 años. ¿Cómo le explicas a un niño que su madre se fue para no volver? Más bien, que la muerte te la arrebató y que ya no estará más para abrazarte y besarte cada vez que la necesitas.
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Dulce Tormento © #1
Ficção AdolescenteMía se preguntaba cada día cómo iba a superar la repentina muerte de su madre, y el hecho de vivir con un padre que la había abandonado años atras. Tan solo era una niña de diecisiete años y la vida se le había roto en mil pedazos. Mudarse a una ci...