Capítulo 41

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Jamás había montado un caballo en mi vida y hasta me causaba terror hacerlo, pero Justin me convenció de que montara con él su caballo favorito. Era extraño verlo en esa faceta de chico hogareño que cocinaba o cuidaba de los animales, pero me gustaba, más aún si pensaba en que era una de las pocas personas que lo estaba conociendo en este aspecto.

Me aferré firmemente a su cintura mientras montábamos el caballo, aunque en realidad comenzó bastante lento y solo se reía de mi miedo al estar sobre ese caballo. Llegamos hasta un río. pequeño, junto al cual pasamos la tarde mientras hablábamos sobre cualquier cosa, él me contaba sobre su familia mientras yo solo hablaba sobre mis amigos de mi antigua ciudad. Me sentí cómoda por el hecho de que él aceptaba lo que yo quería hablar, no me preguntaba más, no esperaba que le contara sobre mis padres o algo así, solo aceptaba lo que yo quisiera compartirle.

-Me siento orgulloso de mi mismo -rió mientras estábamos sentados sobre el césped a la orilla del río, yo estaba delante de él y me abrazaba desde la espalda-. Mira donde logre llegar, la Mía amargada que conocí hace meses ahora es una dulzura, nadie lo hubiera imaginado.

-Pensé que estaríamos en guerra siempre -reí también-. ¿Sabes algo? De alguna forma siempre me ayudaste a distraer mi mente, pensaba en lo insoportable que eras y eso me ayudaba a no pensar en otras cosas que me hacían daño.

-Supongo que ahora es mejor, ¿no piensas en que soy insoportable verdad?

-No -sonreí levemente-, eres el único que endulza un poco todo esto, todo mi paso por esta ciudad.

-¿Tu paso? -se alejó para mirarme a los ojos-. ¿Piensas irte?

-Mi plan siempre fue quedarme hasta que termine el instituto, para que Tomás pasara tiempo con mi papá y se acostumbrara a estar con él.

-¿Y luego qué?

-Volveré a Chicago, con mis abuelos, lo que me queda de familia.

-¿Y yo? -me miró a los ojos y tomó mis manos entre las suyas-. ¿Qué hay de mí? ¿Qué hay de esto¿, ¿de nosotros?

-Justin yo no puedo pensar en quedarme por esto, por algo que ni siquiera sabemos que es, las cosas solo están pasando pero nadie sabe que puede suceder en un mes más, o tres, o un año -hablé mirando nuestras manos unidas.

-Yo tampoco puedo pensar que en cualquier momento te irás y simplemente tendré que olvidarme de esto -desvió la mirada.

-¿Por qué piensas en el futuro ahora? Solo dejemos que las cosas pasen.

-Dejemos que las cosas pasen -repitió-, pero ahora tengo que tener claro que tenemos tiempo de caducidad juntos -asintió para si mismo-. Podrías habérmelo dicho antes -se puso de pie.

-¿Antes cuando? ¿Cuando me fastidiabas y nos odiábamos? -no respondió, ni siquiera me miraba-. No sé por qué piensas en el futuro ahora, ¿haz pensado en el futuro cuando piensas en lo que puede pasar si sigues vendiendo drogas y te descubren?

-Eso es muy diferente -volvió a mirarme.

-No es diferente, todo tiene sus consecuencias, pero yo solo quiero vivir el día a día y luego sabré qué hago con mi vida.

-Ok -asintió bajando su mirada al suelo-, será como tú quieras.

-Justin -sostuve su barbilla para que me mirara a los ojos-. Estamos en algo que ni siquiera sabemos que es, no sabemos si va a resultar o si todo esto es una equivocación, pero si algún día me enamoró de ti seré incapaz de irme, a menos que tú me quieras lejos no sería capaz de irme.

Él no respondió, solo besó mi frente y me abrazó. Estuvimos así por varios minutos, abrazados en silencio, hasta que decidimos regresar a la casa.

Dulce Tormento © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora