No dije nada, lo vi alejándose y seguí mirando hacia la calle, ningún taxi se divisaba. Todo estaba oscuro salvo por pequeños focos en algunas esquinas, miré el reloj, eran las 11:30 de la noche, probablemente yo podría llamar a mi papá y pedirle que fuera por mí tal y como le había dicho a Dylan y Any, pero odio depender de él, odio tener que pedirle favores, odio tener que dirigirle la palabra innecesariamente.
Naturalmente no lo llamé, preferí seguir esperando, algún taxi debía aparecer en algún momento, pero antes de un taxi aparecieron dos tipos, ambos estaban vestidos con abrigos negros y se ubicaron uno a cada extremo de mí, todo estaba en total silencio hasta que uno me habló.-Hey, ¿puedes decirme la hora? -dijo sin mirarme demasiado.
-No tengo -mentí. Mi madre siempre me decía que cuando te preguntaban la hora en la calle podía ser para que sacaras tu celular o reloj y te robaran.
El hombre no dijo nada, pero comenzó a acercarse más a mi poco a poco, miré a mi otro lado y el otro hombre también se acercaba, pensé en correr pero ellos ya estaban lo suficientemente cerca como para atraparme si lo hacía. Di unos pasos y uno de ellos se puso frente a mí en silencio, voltee y el otro ya estaba tras de mí.
-Entrégame tu bolso y todo lo que tengas -dijo el que estaba a mi espalda y sentí mi corazón acelerar.
-O quizá podríamos jugar un poco con ella, esta buena -rió el que estaba frente a mí, ahora realmente sentía miedo y no reaccionaba a hacer nada.
-No lo creo -escuché otra voz, era una voz más ronca, más familiar y en estos momentos era totalmente agradable para mí. Justin.
En segundos el chico que estaba frente a mí cayó al suelo, no pude notar porqué, miré al que estaba tras de mí y vi a Justin golpearlo directamente en la nariz, un golpe tras otro. El que estaba en el suelo se puso de pie rápidamente y se lanzó sobre Justin, quien cayó al suelo y enseguida uno de los chicos desconocidos se lanzó a golpearlo. Miré a mi alrededor desesperada, solo veía piedras de tamaño mediano por todos lados, reuní varias y las metí en mi cartera. Cuando volví a mirar la pelea Justin ya estaba de pie e intentaba deshacerse de los tipos. Uno de ellos lo tomó por la espalda y noté que el chico que estaba enfrente acababa de sacar un cuchillo. Los ojos de Justin se fijaron en la mano del sujeto, el otro aún lo sostenía por la espalda, él me miró enseguida y vi sangre en su boca, yo estaba aterrada y solo vi como sus labios me susurraban "corre". El chico del
cuchillo se lanzó sobre Justin y yo corrí, pero no alejándome como Justin esperaba, corrí sobre el que tenía el cuchillo, me lancé a golpearle la cabeza con mi cartera llena de piedras, lo golpeé unas cuantas veces, mis manos temblaban pero no pensé en nada en ese momento, solo lo golpeé hasta que vi que el cuchillo calló al suelo. En ese momento sentí unas manos en mi cintura, me sobresalté y antes de que pudiera golpearlo con mi cartera vi que era Justin, el otro chico estaba en el suelo con sus manos en su rostro, mientras que Justin tenía una línea con sangre sobre su ceja derecha.-Vamos, corre, mi auto esta en la siguiente esquina -me dijo mientras sujetaba mi mano firmemente y comenzaba a correr.
Corrí junto a él sintiendo como su mano me sostenía muy firmemente, miré hacia atrás unas cuantas veces y veía a los tipos ponerse de pie con dificultad, sabía que querían seguirnos, pero antes de lo que pensé llegamos hasta el auto de Justin. Él se encargó de dejarme dentro, yo estaba aún en shock y solo pude respirar un tanto tranquila cuando ambos estábamos dentro del auto y Justin condujo alejándose de ese lugar.
-¿Dónde vives? -me preguntó.
-¿Cómo... cómo fue que llegaste ahí nuevamente? Por qué? -pregunté sin mirarlo.
-Jamás me fui Mía, quería asegurarme que tomaras un taxi -respondió-. ¿Dónde vives? -volvió a preguntar.
-Cerca de aquí -respondí casi en susurro y luego comencé a darle las indicaciones.
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Dulce Tormento © #1
JugendliteraturMía se preguntaba cada día cómo iba a superar la repentina muerte de su madre, y el hecho de vivir con un padre que la había abandonado años atras. Tan solo era una niña de diecisiete años y la vida se le había roto en mil pedazos. Mudarse a una ci...