-Te digo, mirándote a los ojos, que estoy segura de querer continuar -respondí con una sonrisa nerviosa y él sonrió.
Sonrió y sus ojos brillaban, sus labios llegaron a los míos y comenzó a besarme de una manera tan especial que cada órgano, célula, hormona, molécula y hasta macromolécula, todo, todo se revolvía en mi interior. Sus manos tocaron mis piernas y las abrió para posicionarse en medio mientras me besaba apasionadamente, no tardó mucho en llevar sus manos hasta mis piernas y tocarme suavemente. Luego de unos minutos comenzó a subir la camiseta que yo llevaba puesta lentamente; su camiseta, que se veía más grande aún puesta en mi cuerpo. Su mano estaba recorriendo mi estómago y casi tocando mi pecho, sentí mi cuerpo temblar y podía oír los latidos de su corazón. Me quitó la camiseta con total delicadeza y tranquilidad, de vez en cuando posaba pequeños besos en mi rostro, mis mejillas, bajaba por mi cuello, seguía por mis hombros, mis brazos y hasta mis manos. Reí nerviosa cuando confirmé que sus manos estaban temblando mientras recorrían mi cuerpo.
-¿Por qué tiemblas tú? -susurré.
-Porque jamás había hecho esto -dijo él y rodé los ojos-. Jamás había estado con una mujer a quien quisiera de verdad.
Me mantuve en silencio mirándolo a los ojos hasta que él volvió a besarme, cada segundo el beso se intensificaba más y mis músculos se relajaban cada vez que él me acariciaba por largos minutos, todo tranquilo, como si no existiera el tiempo. Su mano llegó hasta el seguro de mi sujetador y mi espalda se arqueo levemente por la sorpresa, abrí los ojos y lo vi mirándome con curiosidad y algo de miedo a la vez.
-No quiero que me veas -le dije rápidamente.
-¿Es una broma? -sonrió.
-No, en serio, quítalo pero cierra los ojos, me da vergüenza que me veas desnuda.
Él rió, pero obedeció y cerró los ojos para luego quitarme el sujetador. Mi piel desnuda hizo contacto con la suya y sentí como mi piel se erizó, al igual que la suya y al mismo tiempo que sentí su excitación a través de su bóxer.
Todo fue produciéndose poco a poco, sin prisa, sus besos se mantuvieron cálidos en todo momento a pesar de que la temperatura entre nuestros cuerpos aumentaba fácilmente. Jugamos un poco entre las sábanas, estábamos haciendo lo que la gente llamaba "sexo con ropa", aunque en este caso era muy poca ropa la que había en medio de nuestros cuerpos. Justin intentó relajarme por un largo rato, pero al contrario de eso, sentir su miembro a cada segundo me hacía sentir más nerviosa aún, aunque mis músculos pudieran relajarse, mi corazón no dejaba de latir a toda velocidad. Sus manos llegaron a mis caderas, una a cada costado, tocaban la tela de mi ropa interior y luego de un rato comenzó a bajarla poco a poco. Mi cuerpo se tensó y él lo notó, se detuvo y comenzó a acariciarme las mejillas con delicadeza.-Tranquila -me susurró-. No te haré daño.
Esperó unos cuantos segundos y nuevamente comenzó a bajar mi ropa interior, ésta vez solo cerré los ojos y respiré profundo. No tardó en quitarse su bóxer, sin dejar de besarme en ningún momento, intentando calmar mis nervios con sus besos. Estiró su brazo hasta un mueble pequeño que había al costado de su cama, abrió uno de los cajones y escuché el sonido de un plástico.
-¿Estas lista? -me preguntó y abrí los ojos para mirarlo, tenía un preservativo en la mano.
-¿Se puede estar lista para esto en algún momento? -respondí en un susurro.
-No lo sé -sonrió un poco.
No dije nada y solo lo besé nuevamente por unos segundos, hasta que se alejó de mi boca para abrir el preservativo y ponérselo. Enseguida volvió a su posición sobre mí, besó mi cuello y volvió a mi boca, mientras ponía sus manos en mis caderas, afirmándome firmemente y ayudándose así mismo a entrar en mí con delicadeza. Sentí su miembro entrando y una gran punzada de dolor me recorrió el cuerpo, no sé de que manera me quejé de eso, pero Justin se detuvo enseguida y esperó unos segundos para continuar. Continuó con suaves y lentos movimientos hacia adentro y afuera una y otra vez, dolía, si dolía bastante y yo fruncía los labios para no quejarme por el dolor, mientras que una de sus manos se entrelazó con la mía y a la vez besó mi mejilla.
-¿Quieres que me detenga? -preguntó tranquilamente y negué con la cabeza.
Respiró profundo y continuó, cada vez sus movimientos dentro de mí dolían menos, cada minuto podía relajarme más y él, al estar yo relajada, realizada sus movimientos con más seguridad y tranquilidad. Llegó el momento en que ya no había dolor, solo una leve sensación de placer y puse mis manos en su espalda mientras comencé a besar su cuello, lo sentí sonreír y gemir en mi oído cuando recorrí su cuello con mi lengua. Ahora sus movimientos definitivamente eran seguros y él estaba disfrutando al igual que yo, clavé mis uñas en su espalda más de una vez y a él no le molestaba, al parecer lo excitaba.
Luego de varios minutos su cuerpo tenía una fina capa de sudor mientras seguía moviéndose sobre mí y yo gemía en su oído, provocando que sus movimientos fueran más rápidos y placenteros. Su respiración estaba agitada y expulsaba gemidos con cansancio, entonces afirmó mis caderas con fuerza y comenzó a moverme mientras él se movía también, lo hizo por un rato y de repente comencé a sentir una adrenalina descontrólenle, gemí fuerte, él me miró y lo hizo más rápido, sentí como una electricidad avanzaba por todo mi cuerpo haciéndome perder el control y también lo vi volviéndose loco, lo escuché gemir y yo solo le enterraba mis manos en su espalda esperando que no se separara de mi para que no dejara de sentir eso que estaba sintiendo, hasta que escuché su suspiro de alivio y toda mi adrenalina explotó, sus movimientos volvieron a ser lentos y yo me sentí cansada.Justin se mantuvo con sus ojos cerrados y recuperando la respiración luego de retirarse el preservativo, mientras yo solo miraba el techo de la habitación, asustada de que podía pensar o decir él ahora. No quería preguntar nada, pero a la vez quería que me hablara y estuviéramos bien.
-¿Te lastimé? -me preguntó de repente y negué con la cabeza, sin retirar mi mirada del techo-. ¿Pasa algo malo?
-No lo sé -lo miré-. Dímelo tú, ¿todo bien?
-Claro que sí -se acercó más y me abrazó-. Me siento muy afortunado y agradecido de ser el primero en tu vida cariño -fingí una leve sonrisa al escucharlo y él frunció las cejas-. ¿Qué pasa Mía?
-¿Estuvo mal verdad?
-¿Por qué dices eso? -frunció sus cejas.
-Porque luego de tus experiencias, esto debe ser lo más aburrido por lo que haz pasado -reí un poco intentando no mostrarme frustrada.
-Estas loca si piensas eso -frunció las cejas-. Esto también fue especial para mí, también estaba nervioso y te aseguro que no estuviste nada mal.
-¿Lo dices en serio? -pregunté con una pequeña sonrisa.
-Claro que sí -me dio un beso rápido-. ¿Sabes algo? Antes pensaba que estabas loca por ser tan bipolar conmigo -rió-, pero ahora sé que yo también estoy loco, por enamorarme de ti -sonrió y sentí un escalofríos recorrer mi cuerpo.
-Enamorarte... ¿de mí? -susurré.
-Ni haber tenido sexo mil veces podría compararse con hacer el amor Mía -me dio un beso en la frente y me acurrucó en su pecho-. Si, estoy enamorado de ti.
-¿Cómo lo sabes? -pregunté.
-Porque jamás había sido tan feliz como lo soy contigo, nunca había pensado en renunciar a cosas por alguien, ahora lo pienso.
-¿Renunciar a qué?
-A todo lo que no sea bueno para ti -se alejó unos centímetros para mirarme a los ojos-. Quiero ser el hombre que mereces.
-Eres más de lo merezco -sonreí-. Soy feliz con lo que eres Justin, no necesitas cambiar nada, solo te pido que te cuides siempre porque no sé que haría si te perdiera a ti también.
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Dulce Tormento © #1
Teen FictionMía se preguntaba cada día cómo iba a superar la repentina muerte de su madre, y el hecho de vivir con un padre que la había abandonado años atras. Tan solo era una niña de diecisiete años y la vida se le había roto en mil pedazos. Mudarse a una ci...