-Esperas que diga "¿Creo que al chico antiguo le gusta parecer aterrador?". Lamento decepcionarte, pero no le darías miedo ni a mi hermano de 7 años.-Al parecer ella no bromea Justin –habló su amigo-. En serio no le agradas.
-Ella tiene cara de que no le agrada nadie –rió el tal Justin.
Lo observé por varios segundos mientras no se movía, estaba demasiado cerca, sus ojos me hicieron recordar a Edward el vampiro. No quitó su brazo de ahí, sonreía al verme enojada y sin tener ganas de seguir aguantando esa escena le di un golpe justo por encima del codo, provocando que flexionara el brazo con dolor y enseguida caminé rápido para salir del salón. Justo fuera estaba Javiera, me miró atentamente y solo la ignoré.
-¿Vamos por un café? –gritó siguiéndome.
-No gracias.
Por suerte no me siguió. Recorrí la escuela durante un rato, no buscaba nada en especial, solo quería estar sola y temía que si me sentaba en algún lugar llegaría alguien queriendo conversar y no tenía ganas de eso. Llegué hasta un jardín grande, había grupo de jóvenes en el césped riendo mientras hablaban, yo me senté en un rincón junto a un árbol solitario y cerré los ojos por un momento. Pasaron unos minutos de tranquilidad, abrí los ojos porque el sol estaba apuntándome directo sobre el rostro y observé a mí alrededor, ese tal Justin y su amigo estaban cerca, él se quitó un abrigo que llevaba puesto quedando con una camiseta de manga corta y dejando ver un montón de tatuajes en sus brazos, observé como las chicas se le acercaban coqueteándole y él solo reía.
-Ellos son Justin y Ryan –escuché una voz femenina que me sobresaltó, vi a una pelirroja sentada a un par de metros-. Son los más lindos y problemáticos del instituto, las malas lenguas dicen que tienen negocios turbios aquí dentro, pero nadie le da atención a eso porque tienen un buen rendimiento académico.
-No te lo pregunté –respondí mirándola. Tenía un libro abierto en sus manos, unas cuantas pecas se asomaban en su nariz.
-Soy Any. ¿Eres nueva?
-Sí.
-Tienes cara de no querer hacer amigos, pero te diré algo; siempre es bueno tener alguien con quien distraerte, no te estoy pidiendo que confíes en mi ni que seas mi amiga, solo es un consejo de alguien que también fue nueva en este lugar.
-Puede que tengas razón, no te ves desagradable ni hueca como mucha gente de aquí –suspiré-. Soy Mía.
-Hola-sonrió y volvió a mirar a los chicos que estaban cerca-. No te molestes en mirarlos demasiado, las malas lenguas dicen que solo toman a las chicas para acostarse con ellas y a nadie miran en serio.
-Creo que aquí hay muchas malas lenguas, pero solo miro por curiosidad, no me interesan.
-Eso es extraño, creo que le interesan a todas las chicas de aquí.
-¿A ti también?
-Son lindos, pero no son mi tipo, por eso soy la rara de aquí –rió.
Me di cuenta que Justin me estaba mirando, quitó de encima a una chica que estaba sentada prácticamente en sus piernas y caminó hacia mí, su amigo Ryan rió negando con la cabeza y lo observó a la distancia.
-Any-sonrió Justin mirando a mi acompañante pelirroja-. ¿Conoces a esta chica?
-Nos acabamos de conocer. ¿Por qué preguntas?
-Es una chica desagradable, no te la recomiendo.
-A mi no me parece –se puso de pie-. Nos vemos Mía, tengo clase. Adiós Justin.
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Dulce Tormento © #1
Teen FictionMía se preguntaba cada día cómo iba a superar la repentina muerte de su madre, y el hecho de vivir con un padre que la había abandonado años atras. Tan solo era una niña de diecisiete años y la vida se le había roto en mil pedazos. Mudarse a una ci...