JUSTIN
Conduje en la dirección que me dijo Mía, ella ya había visitado el departamento de Ambar en otra ocación, yo no, pero no me costó llegar, era relativamente cerca y luego de 20 o 30 minutos estuvimos ahí. Estaba tan nervioso que hasta juraría que quería vomitar, pero Mía a mi lado apretando mi mano me tranquilizaba un poco. Ella ya me dijo mil veces que me acepta con o sin hijo, pero se siente horrible pensar que puedo tener un hijo de una mujer que no es a la que amo, sé que Mía tiene razón y el bebé no tiene la culpa pero es difícil asumir esto de un día para otro.
Subimos hasta el departamento de Ambar, Mía estaba tranquila y ella tocó el timbre. Ambar abrió la puerta segundos después con el bebé en sus brazos y Mía luego de saludarla a ella le pidió al bebé para cargarlo, estaba tan tranquila y sonriente que ni siquiera se notaba la verdadera razón por la que estábamos ahí.
-¿Ha seguido mejor de sus cólicos? -preguntó Mía y estoy seguro que mi expresión era de: ¡¿Qué mierda?!
-Sí, las gotitas que me dijiste han servido bastante -respondió Ambar.
-Por suerte recordaba el nombre, mi mamá se las daba a mi hermano pequeño.
-Siéntense, tengo los resultados aquí -dijo Ambar caminando hacia la sala y nosotros la seguimos.
Mía se sentó a mi lado y su atención seguía en el bebé que tenía en sus brazos, mientras Ambar buscó entre sus cosas y sacó un sobre blanco, me lo entregó y tardé varios segundos en abrirlo.
-Ábrelo -me dijo Ambar-, yo ya lo vi.
Su manera de hablar no me daba ninguna pista de si la respuesta era si o no. Simplemente lo abrí y leí rápidamente, mi corazón estaba tan acelerado como si hubiera corrido una maratón.
-Lo siento -dijo Ambar en cuanto volví mi mirada a ella luego de leer los resultados-. Lamento los problemas que te causé, las fechas coincidían, discúlpenme.
-¿Alguien me va a decir el resultado? -habló Mía de manera tranquila y la miré mientras respiraba profundamente.
-Negativo -dije por fin.
Mía me miró en silencio y luego miró al bebé por largos segundos, para acabar mirando a Ambar.
-No pidas disculpas, después de todo esto sirvió para consolidar más nuestra relación -sonrió un poco, muy poco-. Ya me había encariñado demasiado con Theo para ser su madrastra -rió.
-No bromees ahora -dije casi en un susurro.
-No estoy bromeando -Mía rodó los ojos.
-Eres tan... adorable -Ambar rió mirando a Mía-. Puedes visitar a Theo cuando quieras, de verdad, me ayudaste demasiado en estos días y te comportaste como ninguna novia de un chico lo habría hecho.
-¿De verdad puedo visitarlo? -preguntó Mía entusiasmada.
-Claro que sí -reafirmó Ambar.
-¿Qué pasará con el papá de Theo? ¿Lo buscarás? -preguntó Mía luego de un par de minutos.
-No lo sé, eran dos personas las que podían ser y si no busqué a los dos al mismo tiempo fue porque sabía que Nelson me culpará y no querrá ni siquiera ver a Theo.
-Ambar escucha, Theo te tiene a ti, tú serás su madre y padre, créeme que será feliz así, pero necesitas que ese hombre se haga cargo económicamente de tu hijo y no vengas con orgullos de mujer diciendo que no necesitas su dinero, porque es tu hijo quien lo necesita y es su responsabilidad mínima en todo esto , no es pedir una limosna, es exigir los derechos de tu hijo -dijo Mía mientras no dejaba de acariciar al bebé-. Si necesitas un abogado avísame.
-Gracias Mía, mil gracias por todo -sonrió Ambar levemente.
Estuve en silencio por lo que pareció una eternidad, mientras ellas hablaban y el bebé lloraba de vez en cuando. Mi celular comenzó a vibrar, miré la pantalla: Derek. Corté la llamada y luego volvió a vibrar, una y otra vez, siete llamadas exactamente y no contesté a ninguna. Las entregas ya habían salido bien y habíamos acordado cortar la comunicación por unos días hasta que se calmara todo.
Luego de un rato Mía por fin se puso de pie y nos despedimos de Ambar para irnos a casa de Mía.
-¿Te sientes bien? -me preguntó ella cuando estábamos de camino a su casa.
-Sí, solo que esto es extraño.
-¿Pensaste que podía ser tu hijo?
-No, jamás, no sentía ningún acercamiento hacia ese bebé, pero de todos modos todo este tiempo fue una tortura -confesé-. Tenía miedo de que nuestra relación se viera afectada por esto.
-Te dije mil veces que no sería así.
-Lo sé, pero eso decías ahora, un hijo no es cualquier cosa Mía, hubiera tenido responsabilidades importantes, ni siquiera me sentía preparado para eso aún.
-Jamás se esta preparado para ser padre.
-No quiero tener un hijo si no es contigo -le di una mirada de segundos y ella sonrió mirándome.
-Ojalá sigas pensando lo mismo en el futuro.
Llegamos a casa de Mía y su padre estaba bailando Just Dance con Tom en la sala, mientras Javiera y Angela reían a carcajadas mirándolos desde el sofá. Mía agarró mi brazo y corrió a unirse con su papá y su hermano.
-¡Competencia de baile en parejas! -gritó emocionada.
-Debes estar bromeando -rodé los ojos riendo.
-No, estas obligado a bailar y a ganar -me dio un beso rápido.
-Veamos que tal es tu novio en el baile -dijo el papá de Mía sonriendo.
No había visto a Mía sonriendo así con su papá jamás, se veían bien, se veían como una familia feliz y me encantó verla así. Me encantó poder compartir con su papá y su familia de esa manera, era como si jamás su padre hubiera estado contra nuestra relación.
***
Mi celular vibró mientras miraba a Mía bailar ahora con Tomás, miré la pantalla; Ryan. Me hice a un lado disimuladamente y contesté.
-Hola.
-Detuvieron a Derek -dijo enseguida.
-¿Qué? ¿Cuándo? ¿Por qué? -pregunté intentando mantener un volumen bajo.
-Hoy, hace un rato, dicen que tienen pruebas concretas sobre su negocio de tráfico de drogas. Saben que no lo hacía solo Justin, lo saben -dijo y sentí como si todo se detuviera a mi alrededor.
-¿Tienen nuestros nombres? ¿Nos tienen identificados? -pregunté con temor por la respuesta.
-No lo sé, al parecer no aún, porque si así fuera ya estaríamos detenidos junto con Derek -hubo un silencio de segundos-. ¿Qué haremos Justin?
-¿Dónde estás?
-Voy camino al departamento.
-Voy para allá -corté la llamada.
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Dulce Tormento © #1
Teen FictionMía se preguntaba cada día cómo iba a superar la repentina muerte de su madre, y el hecho de vivir con un padre que la había abandonado años atras. Tan solo era una niña de diecisiete años y la vida se le había roto en mil pedazos. Mudarse a una ci...