Capítulo 29

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Mía.

-¡Mía! ¡Mía! -escuché una voz familiarmente chillona y me detuve enseguida.

Miré hacia todos lados buscando de donde había venido esa voz y entonces lo vi. Tomás estaba sentado en una de las bancas frente al instituto, tenía un helado en su mano y sonría saludándome con la mano, a su lado estaba Justin mirándome con una leve sonrisa, no tardé mucho en caminar hacia ellos y Tomás corrió a abrazarme.

-¿Qué haces aquí cariño? -me incliné para estar a su altura y besar su mejilla-. ¿Estás bien?

-Sí, Justin fue por mi a la escuela, ¿tuviste problemas? Habíamos acordado que nos portaríamos bien -me dijo con algo de tristeza.

-Está todo bien Tomás, no te preocupes -acaricié su mejilla, miré a Justin unos segundos y él estaba mirándome pensativamente.

-Un chico de un metro de estatura te controla mejor que yo -rió sin mirarme a los ojos-. Tomás, ella prometió matarme cuando saliera del instituto -le dijo a mi hermano.

-Mía -volvió a hablar Tomás y lo miré nuevamente hacia abajo-. No mates a Justin, no cumplas esa promesa, él es mi amigo.

-¿Tu amigo? -reí divertida y Justin me observaba con una sonrisa.

-Sí y no quiero visitarte en la cárcel.

-Podemos esconder su cuerpo bajo mi cama -susurré mirándolo seriamente.

-Eso me da miedo -rió él.

-Ok cariño, no lo mataré -sonreí.

Me senté en un extremo de la banca y Tomás se sentó en medio de Justin y yo. Miré a Justin por el rabillo del ojo y él sonreía mirando a Tomás.

-Gracias -dije a un volumen bajo.

-¿Me lo dices a mí? -preguntó Justin.

-Sí, gracias por ir a buscar a mi hermano -lo miré a los ojos.

-De nada -dijo él con sus labios en una línea recta, me miraba atentamente como si estuviera pensando en decirme algo más, pero no dijo nada.

-Debemos irnos Tomás, debes tener hambre.

-Sí, ¿vas a cocinar? Deberíamos pedir algo por teléfono, es más rápido.

-Aún tienes tu inmenso helado -reí-, pero esta bien, pediremos lo que quieras.

-Los invito a almorzar -habló Justin y lo miré-. Conozco un buen lugar aquí cerca.

-No tienes que molestarte más, en serio, agradezco que hayas ido por Tomás y no se lo hayas pedido a... alguien más.

-No lo iba a hacer -sonrió él-, solo te dije eso para molestarte, y no es ninguna molestia, de verdad quiero invitarnos a comer algo, que te castigaran con lo de la bodega fue mi culpa.

-Vamos Mía -Tomás intentó convencerme-, deja de ser mala con Justin, él te quiere -fruncí las cejas al escucharlo.

-¿Qué le haz estado diciendo a mi hermano? -miré a Justin confundida.

-Nada, no te preocupes -rió mirando a Tomás-. Vamos Mía, mi auto está por allá.

Justin se puso de pié y Tomás lo siguió, los miré caminar un momento y luego los seguí. Justin dejó a Tomás en el copiloto y luego de abrocharle el cinturón de seguridad abrió la puerta trasera mirándome con una leve sonrisa. ¿Él me estaba abriendo la puerta del auto? ¿Cómo en las películas?

-Justin -le hablé despacio-, no quiero que le digas cosas a Tomás, él es un niño, se ilusiona fácilmente, en casa no para de decir que eres su amigo.

Dulce Tormento © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora