Capítulo 3

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Justin.

El departamento de dos chicos suele lucir desordenado, el mío y de Ryan no es la excepción. Al llegar siempre tenemos todo tirado, generalmente solo ordenamos la sala cuando llevamos chicas, pero nuestras habitaciones siempre tienen la ropa esparcida por el suelo. Las tardes luego del instituto las pasamos jugando video juegos, si es que no tenemos a alguna chica con nosotros, o simplemente durmiendo. Esa tarde en especial solo la pasamos realizando el informe de investigación, podemos ser todo lo que el mundo quiera, unos mujeriegos que vivimos la vida loca, o lo que todos digan, pero siempre somos responsables en los estudios, fue la única condición de nuestros padres cuando quisimos vivir solos.

La noche luego de haber avanzado bastante el informe estuve mirando el techo por varios minutos, raramente no podía olvidarme de la mirada de esa chica, una mirada tan fría, tan sin vida, sus ojos no transmitían nada más que frialdad o tal vez tristeza, aunque yo pienso que es la primera opción. Me pregunto si será amargada de nacimiento o algo pasó que hizo que lo fuera, supongo que no debería interesarme, pero jamás había visto una mirada así y realmente me intriga el pensar en eso. Me costó dormir pensando en esos ojos, quería saber más de ella, definitivamente la curiosidad iba a matarme. Prendí mi notebook y no dudé en buscarla en Facebook, me tardé unos minutos en recordar su apellido, lo habían dicho durante la primera clase, Mía Smulders. Me costó encontrar su foto, ya que no había amigos en común ni nada, pero luego de varios minutos la encontré. En su perfil lucía sonriente con su cabello levemente ondulado cayendo por sus hombros -en el instituto lo llevaba amarrado en un moño-, su sonrisa era hermosa, definitivamente lo era y estaba abrazando a un niño pequeño. La última publicación visible era hace más de tres meses. Cerré el notebook rápidamente, no podía ser que una chica nueva me estuviera desvelando solo porque me sorprende que parezca ser tan fría. Me obligué a dormir y sacarla de mi mente.

Al entrar a la sala la vi a ella en ese rincón del día anterior, estaba con sus brazos estirados sobre la mesa y su cabeza sobre ellos, quizá estaba durmiendo, pero mi vista se fijó en ella de todos modos. El profesor de la clase no tardó en llegar, ella miró al frente enseguida, no había estado dormida, y su mirada nuevamente era vacía. Sus ojos estaban fijos hacia el pizarrón, pero parecía como si actuara como un robot, escribiendo porque debía escribir y hasta respirando porque debía respirar.

-Déjala en paz –escuché el susurro de Ryan a mi lado.

-¿A quién te refieres? -lo miré por el rabillo del ojo.

-Mía, la chica nueva, no le quitas los ojos de encima.

-Estás loco, solo quiero... fastidiarla –me encogí de hombros.

-¿Por qué?

-Para divertirme, no lo sé, ya deja de preguntar.

-No deberías perder el tiempo con ella –dijo negando con la cabeza.

-Solo quiero jugar –reí-. Es insoportable.

-Pero llamó tu atención sin querer hacerlo, eso puede bastar para que te encapriches con ella –me miró serio por varios segundos.

-Estás loco –negué con la cabeza enseguida-. Además de insoportable, no es mi tipo.

-Cómo tú digas –sonrió levemente mi amigo.

Cuando sonó el timbre que daba por finalizada la clase yo nuevamente estaba mirándola y sus ojos recorrieron la sala por unos segundos, no se fijaron en mí ni un segundo, creo que la fastidié el primer día pero no lo suficiente para que note mi presencia a metros de ella. Caminé en su dirección y me senté a su lado, ella ni si quiera volteó a mirarme, tenía sus ojos fijos en la ventana, pero no parecía estar atenta a lo que miraba.

-Hey! –le hablé por tercera vez, ella pestañeó una vez y me miró en silencio-. ¿Hoy si vas a hacer el informe a mi departamento?

-No –dijo sin indicio de odio, pero tampoco de agrado.

-¿No vas a hacerlo? –dije con una leve sonrisa intentando ocultar mi asombro por su poco interés en todo, incluido en mí.

-No –repitió y desvió la mirada.

-No te recomiendo iniciar el instituto con malas calificaciones, es solo un informe, no te quitará mucho tiempo, Ryan y yo ya avanzamos bastante.

-¿Qué parte no entendiste? Dije que no –me miró seria.

-Justin –escuché una voz masculina y volteé, era Isaac-. ¿Tienes lo que te pedí?

-Sí –dije poniéndome de pie.

Me dirigí a mi bolso y saqué la pequeña bolsa, hice la entrega con la discreción de siempre, Ryan seguía ahí atento a su celular y recibió el dinero. Por fin vi a Mía observándome, sus ojos curiosos observaban la bolsa que Isaac llevaba en su mano y luego me dio una mirada de segundos para luego salir de la sala.

-¿Crees que se haya dado cuenta? –preguntó Ryan.

-No lo creo, además, no tiene cara de que le importe lo que hagamos –me encogí de hombros.

-Ok da igual. Hablando de cosas importantes, acabo de recibir un mensaje de Derek, dice que mañana hay carreras con buen dinero en juego. ¿Vamos?

-Claro, pero ahora necesito un café.

Estando en la cafetería vi a Mía con Any cerca de la puerta, creo que jamás había visto a Any con ninguna chica, ella siempre está con su primo Dylan, con quien juego basquetbol de vez en cuando, me sorprende que haya escogido como amiga a la chica más engreída que haya podido pisar el instituto. Al caminar por su lado actué por impulso y mi café voluntariamente se derramó sobre el hombro de Mía, ella abrió su boca sorprendida, Ryan soltó una carcajada y Any me miró con desagrado.

-¡¿Qué hiciste gran imbécil?! –me gritó con sus ojos sorprendidos.

-Lo siento, fue sin querer –sonreí irónicamente.

-¿Y piensas que voy a creer eso? Eres un imbécil –negó con la cabeza y salió de la cafetería, Any corrió tras ella.

-Eres un idiota –rió Ryan.

-Ya ves que es divertido fastidiar a la engreída chica nueva –reí.

En la siguiente clase ella no apareció, su bolso seguía sobre la silla y al terminar el día vi a Javiera acercándose a tomarlo, pero antes de que ella pudiera hacerlo apareció Mía, llevaba puesto un suéter negro que parecía ser de hombre, por el gran tamaño que la hacía ver menuda dentro de él. Su cabello seguía tomado en un moño. La vi tomar su bolso e ignorar a Javiera que estaba frente a ella, simplemente salió rápidamente de la sala.

-Déjala en paz Justin –escuché decir a Javiera. Llevábamos algunos años siendo compañeros y jamás habíamos hablado.

-¿Qué? –fruncí las cejas mirándola.

-Solo déjala en paz, no conseguirás nada con ella.

-Si no me equivoco ella ayer mostró frente a todos que te odia, ¿por qué quieres defenderla de mí? –pregunté.

-No me odia, simplemente no tiene ganas de conocerme aún, pero lo hará pronto –respondió desanimada.

-¿No tiene ganas de conocerte? Dijiste que eran casi hermanas, no estoy entendiendo.

-No debes entender, solo déjala en paz –se alejó de mí.

Si hay algo que detesto son los misterios, sobre todo si están ocurriendo frente a mis ojos. No estoy entendiendo nada de Mía y su relación poco simpática con Javiera o con el mundo, sigo pensando que es solo una chica engreída que llegó a este instituto contra su voluntad y su personalidad es creerse superior a todos, pero en el fondo quiero aferrarme a que hay algo de ella que debo averiguar, quizá quiero pensarlo para poder seguir fastidiándola. No sé qué es, pero hay algo en ella que no me permite dejarla en paz.

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Dulce Tormento © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora