-Llamaron del instituto -me dijo mi padre en cuanto entro a la casa.
Yo había ido a buscar a Tomás a la escuela como de costumbre cada miércoles y habíamos pasado la tarde viendo películas en casa.
-¿Sí? -dije aún mirando la pantalla del televisor.
-Sabes por qué, ¿verdad?
-Claro -me encogí de hombros.
-¡Mía! -se puso frente al televisor-. ¡Hablemos, ahora! -me miró enojado.
-¡Papá! -se quejó Tomás-. ¿No puede ser cuando termine la película?
-No Tomás, necesito hablar con tu hermana ahora mismo.
-En mi habitación -bufé mientras subía las escaleras-. ¿Qué quieres? -dije cuando él entró y yo estaba acostada en mi cama.
-Te desmayaste, estás bajo peso, probablemente estés enferma -me dijo y yo alcé mas cejas.
-¿Y...?
-¿Esa es tu respuesta? -me miró incrédulo.
-No, estoy esperando que me digas algo que no me hayan dicho ya en el instituto.
-¡Por dios Mía!, te estas pasando de la raya, ya es suficiente el berrinche de no comer.
-¿Berrinche? -reí-. Querido padre, como muy poco desde hace mucho ¿y tú solo te das cuenta ahora cuando te llaman del instituto? -bufé-. Wow, creo que podría hacerme un tatuaje en la frente y no te darías cuenta.
-No seas injusta conmigo, debes parar de ser así, entiende que las cosas del pasado no se pueden remediar, no seas infantil.
-Infantil -repetí asintiendo con la cabeza-. No como poco por ser infantil, simplemente no tengo más apetito, ¿qué es lo difícil de entender?
-Creo que estas pasando por una depresión y lo entiendo, pero no te debes comportar conmigo como si fuera un desconocido.
-No eres psicólogo para decir que tengo depresión -bufé.
-Mía, ¡hagas lo que hagas tu mamá no va a volver! ¿Puedes entenderlo? -se alteró-. Por dios ya basta con todo esto de odiarme porque ella murió, no eres ni la primera ni la última chica que pierde a su mamá!
Algo dentro de mí dio un vuelco y quise lanzarle cualquier cosa que tuviera cerca, pero me contuve.
-Eres una mierda -le dije con lágrimas en los ojos-. Sal de aquí, vete de esta puta habitación y ¡déjame en paz! Suficiente tengo con tener que estar en esta casa como para tener que aguantar ahora las mierdas que digas.
-No me hables así -me advirtió-. Respétame un poco, soy tu padre.
-El respeto se gana, y no precisamente por llevar el nombre de padre, se gana de otra manera. Déjame sola -volví a gritar.
-Estás castigada Mía, no quiero que salgas de esta casa.
-¿Y cuando salgo? ¿Para ir al instituto? -dije con ironía.
-Entonces me darás tu teléfono, ahora mismo.
-No seas idiota -reí-. Ese teléfono no me lo compraste tú, ve a castigar con esas cosas cuando tengas algo de poder con las pertenencias ajenas, conmigo no la tienes, solo vivo bajo tu mismo techo.
-No irás a esa fiesta el sábado, ¡no irás! -me gritó mientras salía de la habitación.
-Ni si quiera pensaba en ir, idiota -susurré cuando él ya no estaba en la habitación.
-Por qué estaban discutiendo ahora? -Tomás entró a la habitación tímidamente-. ¿Estas enojada?
-No cariño, contigo no. No es nada, tú no te preocupes.
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Dulce Tormento © #1
Teen FictionMía se preguntaba cada día cómo iba a superar la repentina muerte de su madre, y el hecho de vivir con un padre que la había abandonado años atras. Tan solo era una niña de diecisiete años y la vida se le había roto en mil pedazos. Mudarse a una ci...