Capítulo 18

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-Quizá te gusta guardarme secretos -Justin se encogió de hombros.

-O quizá no me interesa lo que haces -respondí.

Ignoró mis palabras mientras reía, yo rodé los ojos y presté atención a la clase.
Escuchar el timbre de termino de una clase era lo mas encantador para mis oídos y lo único que hacía era salir casi corriendo de la sala.

-Hablaste con Dylan -me dijo Any cuando caminábamos hacia la cafetería.

-Sí, creo que me sentí mejor de habérselo contado a él también.

-Puedes confiar en él, es un buen chico, y no lo digo solo porque sea mi primo -sonrió.

-Dos capuchinos por favor -pedí en la cafetería y luego volví mi mirada a Any-. Debes ir a la fiesta, no te quedes fuera por mí, lo digo en serio, pero solo te pediré un favor.

-¿Cuál? -ella recibió ambos cafés mientras me miraba curiosa.

-Que no te hagas amiga de Javiera, suficiente tengo con compartir a mi papá y una casa con ella, no quiero compartir a mis amigos.

-Estás loca, soy fiel a ti -rió-. Ni si quiera sé quien la invitó a ella, pero supongo que cualquiera puede haber sido, porque Dylan jamás pone problemas porque inviten a otras personas -hizo una mueca.

-Odio verla en todos lados -bufé.

-¿Y tú estas segura que no irás ni si quiera unos minutos?

-Mi papá me castigó, aunque no me interese demasiado lo que diga, ya no quiero más discusiones con él.

-Entiendo, de todos modos piénsalo, quizá puedo ir a convencerlo.

-No lo creo -sonreí sin mostrar los dientes-. Pero no te niego que lo pensaré.


***

Los días generalmente se me pasaban muy lento, supongo que es por el hecho de estar aburrida y odiar todo, eso hace que cada segundo sea eterno. Pero el día sábado llegó más rápido de lo que esperaba.
Eran las 8 de la noche cuando yo me mantenía en la cocina preparando sandwich y chocolate caliente para Tomás y para mí, mientras que veía a Javiera subir y bajar las escaleras cambiándose de ropa una y otra vez.

-¿A quién quieres impresionar que te arreglas tanto princesa? -le dijo su madre a ella y yo rodé los ojos al escucharla.

-Nadie mamá -rió Javiera.

Pasé por el lado de ambas con la bandeja de comida para volver a mi habitación, Tomás me esperaba con un juego de xbox en pause.

-Mía, ¿estás segura que no quieres ir a esta fiesta? -escuché hablar a Angela y voltee a mirarla con extrañes-. Puedo convencer a tu papá.

-Estoy segura -dije antes de volver a voltear y subir las escaleras.

Jugué un montón con mi hermano, ya habíamos estado toda la tarde jugando y solo nos deteníamos para comer o beber algo. Me encanta pasar tiempo con él, siento que de un modo u otro logro llenar un poco el vacío que dejó mi mamá y me alegra poder hacerlo.
Cuando eran las diez de la noche lo vi metido en mi clóset mientras yo destruía a los malos de su juego, no dije nada porque pensé que tenía frío y buscaba otras mantas o algo así, y tampoco le presté atención, hasta que él me habló.

-Listo Mía, mira esto -lo escuché decir a mi lado.

-Dame dos segundos y acabo con el último -hablé con la mirada fija en la pantalla-. ¡Listo! -grité luego y lo miré.

Tenía una tenida de mi ropa sobre la cama, me acerqué más a tomar las cosas, un jeans claro rasgado en algunas zonas, una polera gris ajustada sin mangas, cubría solo hasta el ombligo, además de una chaqueta de cuero negra y otra café.

Dulce Tormento © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora