-Quizá te gusta guardarme secretos -Justin se encogió de hombros.
-O quizá no me interesa lo que haces -respondí.
Ignoró mis palabras mientras reía, yo rodé los ojos y presté atención a la clase.
Escuchar el timbre de termino de una clase era lo mas encantador para mis oídos y lo único que hacía era salir casi corriendo de la sala.-Hablaste con Dylan -me dijo Any cuando caminábamos hacia la cafetería.
-Sí, creo que me sentí mejor de habérselo contado a él también.
-Puedes confiar en él, es un buen chico, y no lo digo solo porque sea mi primo -sonrió.
-Dos capuchinos por favor -pedí en la cafetería y luego volví mi mirada a Any-. Debes ir a la fiesta, no te quedes fuera por mí, lo digo en serio, pero solo te pediré un favor.
-¿Cuál? -ella recibió ambos cafés mientras me miraba curiosa.
-Que no te hagas amiga de Javiera, suficiente tengo con compartir a mi papá y una casa con ella, no quiero compartir a mis amigos.
-Estás loca, soy fiel a ti -rió-. Ni si quiera sé quien la invitó a ella, pero supongo que cualquiera puede haber sido, porque Dylan jamás pone problemas porque inviten a otras personas -hizo una mueca.
-Odio verla en todos lados -bufé.
-¿Y tú estas segura que no irás ni si quiera unos minutos?
-Mi papá me castigó, aunque no me interese demasiado lo que diga, ya no quiero más discusiones con él.
-Entiendo, de todos modos piénsalo, quizá puedo ir a convencerlo.
-No lo creo -sonreí sin mostrar los dientes-. Pero no te niego que lo pensaré.
***
Los días generalmente se me pasaban muy lento, supongo que es por el hecho de estar aburrida y odiar todo, eso hace que cada segundo sea eterno. Pero el día sábado llegó más rápido de lo que esperaba.
Eran las 8 de la noche cuando yo me mantenía en la cocina preparando sandwich y chocolate caliente para Tomás y para mí, mientras que veía a Javiera subir y bajar las escaleras cambiándose de ropa una y otra vez.-¿A quién quieres impresionar que te arreglas tanto princesa? -le dijo su madre a ella y yo rodé los ojos al escucharla.
-Nadie mamá -rió Javiera.
Pasé por el lado de ambas con la bandeja de comida para volver a mi habitación, Tomás me esperaba con un juego de xbox en pause.
-Mía, ¿estás segura que no quieres ir a esta fiesta? -escuché hablar a Angela y voltee a mirarla con extrañes-. Puedo convencer a tu papá.
-Estoy segura -dije antes de volver a voltear y subir las escaleras.
Jugué un montón con mi hermano, ya habíamos estado toda la tarde jugando y solo nos deteníamos para comer o beber algo. Me encanta pasar tiempo con él, siento que de un modo u otro logro llenar un poco el vacío que dejó mi mamá y me alegra poder hacerlo.
Cuando eran las diez de la noche lo vi metido en mi clóset mientras yo destruía a los malos de su juego, no dije nada porque pensé que tenía frío y buscaba otras mantas o algo así, y tampoco le presté atención, hasta que él me habló.-Listo Mía, mira esto -lo escuché decir a mi lado.
-Dame dos segundos y acabo con el último -hablé con la mirada fija en la pantalla-. ¡Listo! -grité luego y lo miré.
Tenía una tenida de mi ropa sobre la cama, me acerqué más a tomar las cosas, un jeans claro rasgado en algunas zonas, una polera gris ajustada sin mangas, cubría solo hasta el ombligo, además de una chaqueta de cuero negra y otra café.
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Dulce Tormento © #1
Novela JuvenilMía se preguntaba cada día cómo iba a superar la repentina muerte de su madre, y el hecho de vivir con un padre que la había abandonado años atras. Tan solo era una niña de diecisiete años y la vida se le había roto en mil pedazos. Mudarse a una ci...