Capitulo 68

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Hubo un tiempo en el que fui feliz. Si, de hecho en aquel tiempo Yesung aún no existía en mi vida, en aquel momento ni siquiera se cruzaba por mi cabeza que alguien como él podría llegar a existir en mi futuro, en mi vida, en mi corazón.

Cuando era apenas una adolescente fui feliz, tan solo caminar por aquel césped verde me sentía en paz, con tranquilidad, sentía que pertenecía a este lugar, ahora siento que no encajó en ningún lugar donde pueda llegar a estar.

Mire a mí alrededor y por un segundo me pregunte ¿Cómo es que llegue hasta aquí? Estaba sentada sobre el césped de un parque donde solía venir con mis padres cuando era niña y más tarde con mis amigos, encontraba a este lugar mi sitio favorito, simplemente no tenía razones ya que no era un lugar de película, simplemente aquí me sentía a gusto y sobre todo en paz conmigo misma. Aunque me encontraba sola aquello no me inquietaba y tampoco me molestaba algo dentro de mi parecía decirme que todo estaba perfectamente bien. Mire hacia el cielo tratando de buscar alguna razón de porque parecía estar feliz y alegre cuando de repente la respuesta vino de otra parte. De pronto mis ojos se vieron cubiertos, podía sentir perfectamente la suavidad de las dos pequeñas manos que cubrían mi mirada. Las palpe con mis manos comprobando que estaba en lo correcto. Aquellas manos se alejaron de mí y sentí claramente la sonora carcajada de alguien más, su voz era dulce y al mismo tiempo tierna. Gire mi rostro buscando de donde provenía aquella voz... entonces él se puso frente a mis ojos. Parpadee una y otra vez contemplando al pequeño niño que estaba frente a mí, parecía tener 3 o 4 años. Sonreí al ver la manera en la que me miraba comprendiendo absolutamente de quien se trataba, sin que él me lo dijeron supe muy bien quien era el...

— Mama...—susurro pareciendo un eco que se repetía una y otra vez—

Volví a sonreír al escucharlo llamarme así, él se acercó nuevamente tendiéndome su mano, la tome con gusto poniéndome de pie, el alzo sus manitos pidiéndome algo, lo tome en mis brazos y nuevamente lo oí reír con felicidad. Comencé a caminar con el mis brazos mientras lo oía hablar. El miedo que en algún momento existió ya no estaba más en mí, al sentirlo junto a mi parecía ser que todos mis temores por fin me habían abandonado, ahora tenía un motivo, una razón para luchare, seguir adelante y dar todo de mi para que ese pequeño ser que ahora sería el protagonista de mi vida fuera realmente feliz, ahora solo importaba el, nadie más que él.

Mis ojos se abrieron de golpe, comprobando que estaba en mi habitación, había sido un sueño, aun así todavía podía sentir esa sensación que su presencia provoco en mí. Baje mi mano hasta mi vientre, mi mano de detuvo allí por unos segundos mientras aun procesaba aquel sueño.

— Lo siento...—dije sintiéndome un ser horrible, había puesto mi sentimientos por encima de el—te prometo que nunca más volveré a hacerte pasar por algo así...

Aquella era una promesa que desde el día de hoy me ocuparía de cumplir, sabía que no sería fácil pero lo intentaría, lo intentaría con todas mis fuerzas y daría lo mejor de mí.

— ¿Dónde estabas?—pregunto mi madre en cuanto me vio ingresar a la cocina— ¿quieres un te?—ofreció tomando una taza de la alacena—

— Salí por un momento, necesitaba...

— Compre las galletas que tanto te gustan...—expreso poniendo unas cuantas galletas sobre un platillo—ayer no comiste, asique pensé que esto te animaría...—sonrió mirándome— ¿te de limón o canela?

Ella se veía tan feliz, que por un momento temí por cuál sería su reacción cuando por fin lo contara todo.

¿Continuaras teniendo esa sonrisa en tu rostro cuando sepas que alguien más se unirá a esta familia? ¿No te avergonzaras porque tu hija se convertira en madre soltera? Mama... de verdad no busque nada de esto, fui una inconsciente, lo sé pero ya no hay nada que pueda hacer, yo eh aceptado mi realidad espero que tú también lo hagas.

Una vez nos amamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora