Capitulo 66

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— ¿Otra vez tu aquí?—Jong Jin me miro de mala manera. Sin embargo se adentró al interior de casa—

— ¿Ya olvidaste lo que te dije ayer? Iras hoy al hospital quieras o no...—suspire molesto empujando la puerta para que se cerrara—solo por eso no te lleve de regreso a casa.

— Ya te lo he dicho—exprese intentando mantenerme calmado—iré después, mañana quizás...

— Deja de hacer esto—repuso hablando muy seriamente esta vez— ¿eres un niño acaso? No, claro. Ya eres un adulto, deja de ser tan necio; necesitas recuperarte, para algún día volver a tu vida.

No respondí, los dos sabíamos que él tenía razón al decir todo aquello, pero él no sabía acerca de mis motivos por los cuales solo quería tirarme al abandono y no salir de esta casa. Pero era lógico que prefiriera callar y guardarme todo esto que estaba sintiendo, Jong Jin no me entendería, nadie podía entenderme. Me perdí en el baño y tome una ducha, luego me vestí y junto a Jong Jin fuimos hasta la clínica donde debería comenzar nuevamente con el tratamiento que había dejado abandonado.

Ya no recuerdo cuantas horas llevábamos aquí en el hospital, los regaños de Jong Jin no habían sido suficientes, mi médico y quienes llevaban mi tratamiento de recuperación estaban tan molestos conmigo por mí comportamiento a haber dejado todo a medias.

— Puedes levantarte Yesung—me ordeno el doctor luego de revisar mi pierna derecha—

— ¿Entonces?—pregunto Jong Jin, pero la mirada parecía decir que no estaba nada conforme con lo que diría—

— ¿Doc?—dije parándome frente a su escritorio, el levanto la mirada haciendo una mueca—

—¿No vas a cenar?—Jong Jin entro a mi habitación. Estaba recostado mirando atentamente entre mis manos un papel doblado a la mitad—no me quedo muy bien, pero creo que es mejor que toda esa comida empaquetada que has comido en estos días—bromeo riendo, pero yo aún continuaba serio mirando la carta de (TN) ____, un mes había pasado y aun no me atrevía a leer lo que ella había escrito—

— No tengo mucho apetito—dije soltando el aire de mis pulmones—

— ¿Es por lo que te dijo tu doctor?—negué rápidamente sentándome en la cama

Como una vez dije, precisamente cuando ella se fue: era un completo inútil y ahora también físicamente. Aproximadamente un mes había dejado de ir al hospital, después deje mis medicamentos, me hice amigo del tabaco y la cerveza me ayuda a conciliar el sueño, todo eso había tenido un solo resultado. Tal vez mi pierna nunca volvería a funcionar como antes, quizás siguiendo al pie de la letra las terapias y ejercicios, con insistencia y verdadera dedicación podría manejar mi pierna con un poco de normalidad, aunque mi doctor no estaba del todo seguro, lo más seguro era que tuviera que vivir con la ayuda de un soporte en el cual apoyarme. Aunque sabía que ese era un motivo más para caer en la depresión y querer mandar todo a la mierda pero, aquello era algo más que sumar a mi lista de desastres. Lo que realmente dolía era no saber de ella, lo que realmente dolía era no poder contar con ella en este momento de mi vida.

— ¿Qué es eso?—había notado aquel papel en mis manos—

— Esto... no es nada...—camine hacia el armario y volví a guardarlo donde se supone debía estar—

Volví a dormir en nuestra cama, le había perdido el miedo a la soledad y a los reproches y preguntas que todas la noches me atacaban, entre ellas ¿Por qué me había casado con ella? ¿Por qué deje que ella se fuera? Ni siquiera mis pensamientos estaban del mismo lado, estaban todos revueltos y ni ellos mismos sabían hacia donde llevarme.

Una vez nos amamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora