Capitulo 56

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Estaba sentada en uno de los asientos de la clínica mientras esperaba; Yesung se había quedado a solas con uno de los doctores, un psicólogo para ser más precisa. Su médico había dicho que era parte del chequeo medioco correspondiente. Frente a mi estaba Jiyeon que no paraba de dar vueltas de un lado hacia otro. Me preguntaba si su estado se debía a que Yesung despertó y la había reconocido. No solo eso, sino que además le había sonreído, pero no pudieron cruzar ni una sola palabra. En ese momento llego su médico y nos echó a ambas afuera.

— ¿Cuando fue que despertó?—levante mi mirada. Jiyeon estaba frente a mi formulándome aquella pregunta con una expresión desesperada ¿es enserio?—

— En la mañana...—respondí quitándole la mirada, dándole a entender que no tenia deseos de hablar—

La puerta de la habitación se abrió, de inmediato me puse de pie y corrí para hablar con el doctor, Jiyeon hizo lo mismo.

— ¿Cómo está?—pregunte rápidamente. El doctor que era un hombre mayor casi de misma edad que el padre de Yesung, sonrió y asintió—

— Se encuentra bien pero...

— ¿Puedo verlo?—interrumpió Jiyeon, di la vuelta para mirarla. No dije nada pero creo que mi mirada si lo hizo, ya que ella agacho su mirada susurrando un "lo siento" por lo bajo—

— Me temo que por ahora no puede recibir visitas—prosiguió el doctor—tenía un poco de jaqueca, le di un medicamento para que durmiera y quizás lo haga hasta muy tarde. Será mejor que dejen que descanse, fueron muchas emociones por el día de hoy.

— Gracias doctor—como respuesta el asintió y se marchó—

Tome aire algo desilusionada, tenía tantos deseos de hablar con Yesung ¡Dios! Había estado dormido por tanto tiempo que ahora lo único que quería era estar con él y poder hablar de tantas cosas. Todavía estaba mirando la puerta de su habitación y lamentándome por no poder estar junto a él. Cuándo recordé a Jiyeon di la vuelta y ella ya no estaba. Suspire volviendo a tomar asiento, el mejor así, Jiyeon no tiene nada que hacer aquí.

— Me alegro por usted señora Kim. Envíele mis saludos a su esposo

— Lo hare señor Han, gracias...—trate de hablar despacio a través de mi celular para no despertar a Yesung. Ya eran cerca de las 9 de la noche y su médico me había permitido entrar para estar a su lado—

El señor Han, quien era el jefe de cocina en el restaurante donde trabajaba me había dado una gran ayuda, ahora que Yesuung había despertado quería estar todo el tiempo pendiente de él y ayudándolo en todo lo que pudiera, pero tampoco podía descuidar mi trabajo. Por suerte el señor Han entendio mi situación y me facilito mi horario de trabajo, podría estar unas cuantas horas en mi trabajo y también cerca de Yesung viendo como mejoraba día a día.

Por toda esa noche Yesung se dedicó a dormir, me acomode en una silla que había allí hasta quedarme también dormida.

Cuando desperté aún no había amanecido del todo, a través de la ventana todavía se apreciaba un poco de oscuridad, gire mi rostro hacia la cama donde estaba Yesung y él ya se encontraba despierto y lo más asombroso es que estaba observándome en silencio desde quien sabe hace cuánto.

— ¿Despertaste hace mucho?—me levante de mi silla acercándome hasta su cama, Yesung sacudió apenas su cabeza en una negativa—¿Cómo te sientes?—el intento abrir su boca pero al parecer las palabras aún era algo que le costaba formular por lo que solo asintió dándome a entender que estaba todo bien— No te preocupes...—acaricie su frente hablando cerca de su rostro—dentro de muy poco podrás volver a ser el mismo de antes...—le dedique no una sino todas las sonrisas que pude, el saber que ya estaba despierto era todavía un trago de felicidad que aún no lo terminaba de digerir—voy a quedarme a tu lado para lo que necesites mi amor...—tome su mano que estaba tibia y le di un suave apretón—juntos saldremos de esto... te lo prometo—me acerque más hasta su mejilla para sellar mis labios allí, cuando me aleje abrí mis ojos descubriendo que los suyos estaban muy abiertos. Me miraba con curiosidad, con cautela como si estuviera estudiando cada detalle de todo lo que hacía o decía—

Una vez nos amamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora