Capítulo 11

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- ¿Me estás diciendo que has pasado la noche en su casa y no ha pasado nada? - pregunta mi amigo sorprendido. Yo asiento.

- ¿Y esta mañana?

- No le he visto. A las cuatro he cogido un taxi para irme a casa ducharme, vestirme y venirme aquí.

- Te has escapado - dice él riéndose.

- No me he escapado. No le intereso, eso es evidente, anoche en cuanto llegamos a su flamante mansión me envió con una de sus tropecientas chicas de servicio a una habitación de invitados. NI ME ACOMPAÑÓ.

- Es raro...

Y seguimos trabajando en cuanto vemos pasar a Marie a un par de mesas de la nuestra, ya bastante recibimiento hemos tenido esta mañana tras las grandes noticias de ayer. Soy rica y vamos a casarnos, ahora les caemos mucho mejor a todos nuestros compañeros... odio volver a sentir la sensación de que la gente solo se acerca a mi por interés, por quienes son mis padres o mis hermanos.

La noche de ayer un desastre, no se nada de Sebas tras el beso y mi nuevo fichaje, Derek, actuó demasiado raro. Me dijo que no me pensase tanto las cosas y una vez que nos sentamos en su maravillosa limusina dejó de tener interés en mi. No me habló en todo el camino, solo se centró en su teléfono y yo miraba por la ventana con la esperanza de que me hiciese caso, es más, en un par de ocasiones intenté iniciar una conversación y él solo me respondía monosílabos... y cuando llegamos a su super casa, pues más de los mismo, me mandó a la cama y ni me acompañó, ni se despidió. No tenía que acostarse conmigo si no quería pero tampoco hace falta ser tan desagradable. Es un imbecil más en mi lista... nunca encontraré a uno normal.

La mañana ha pasado en un suspiro porque Adriel me ha dejado un montón de papeleo del que no le gusta acumulado y no he parado ni un segundo

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La mañana ha pasado en un suspiro porque Adriel me ha dejado un montón de papeleo del que no le gusta acumulado y no he parado ni un segundo. Son las dos y compruebo mi móvil encontrándome con un was de Celia.

- ¿Te ha escrito el perfecto macizo? - dice mi amigo asomando la cabeza para así poder ver que es lo que leo, siempre igual de cotilla.

- ¿Cómo?... no tiene ni mi número.

- ¿No le diste tu número de teléfono a un pibón como ese? - me mira negando, haciéndome ver su elevado nivel de desaprobación.

- No surgió... yo si tengo el suyo, pero voy a tirarlo o a quemarlo- digo enseñándole la tarjeta.

- Llámale - mi cara es un poema.

- Si claro, para que me mande a la mierda directamente. Tu ves pajaritos en todos lados - no le llamaría ni loca, total para el interés que él tiene en mi - es Celia - digo agitando mi teléfono - viene a comer a casa para contarnos que tal su primer día de trabajo.

- ¿ A casa ?, que mal... yo que quería enseñar por ahí a mi futura esposa - y nos reímos acabando así nuestras ocho horas de curro.

 yo que quería enseñar por ahí a mi futura esposa - y nos reímos acabando así nuestras ocho horas de curro

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