Capítulo 46

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No sé cuanto tiempo ha pasado, pero me parecen horas ahora mismo. No habla, no se mueve... tengo miedo de escuchar lo que tiene que contarme y al mismo tiempo ganas, siempre he pedido conocerle y parece que este es el momento.

- Necesito que me prometas algo antes de contártelo, - rompe por fin el silencio - prométeme que no olvidarás todos los buenos momentos que hemos pasado.

- Quieres hablar de una vez, estás poniéndome demasiado nerviosa con tantos preliminares. - recordemos que mi vena dramática está siempre presente, me asusto con facilidad - Te lo prometo. - concedo su deseo al ver la cara de suplica que estaba poniéndome.

- No te voy a engañar, no va a gustarte lo que voy a contarte. - que manía con darle emoción a todo... - ¿Recuerdas cuando nos conocimos?.

Asiento - En el bautizo de Matias, saliste a fumarte conmigo un cigarro en la terraza y luego me fui a tu casa y me dejaste tirada - que nostalgia. Debí haberlo disfrutado más, vivo siempre esperando por lo bueno que pienso que llegará y no llega nunca.

- Nos conocimos antes, en la empresa de tu padre, tu llevabas aquel vestido negro que te sentaba realmente bien. - sonrío, creo que todavía no se lo he devuelto a Celia - Chocamos y yo saque a la luz mis peores modales - continua narrando la historia.

- Es cierto, dijiste que debían despedirme. Que poca vista, no trabajaba ni allí - carcajadas de mi parte que se rompen enseguida al ver lo serio que está él.

- Yo ya sabía que no trabajabas ahí, sabía quien eras, quién era tu padre... creía saberlo todo de ti. No fue un encuentro casual - no aparta me aparta la mirada, por su cara no parece una broma.

- No entiendo, ¿para qué querías cruzarte conmigo?.

- Pretendía meterme en tu cabeza. Igual no fue la forma correcta, pero las relaciones sociales nunca han sido lo mío.

- Estás asustándome - le confieso.

- Tampoco fue casualidad aquel encontronazo en el aeropuerto, tropezaba contigo porque quería, no era el destino quien lo había escrito así. - creo que voy a largarme de aquí - Lo hice para que sufriese, para que pensase que estabas conmigo en Alemania.

- Yo también he pensado muchas veces en hacerle daño a mi padre, - confieso - ¿qué había hecho? - me lo imaginé jugando con Dereck y con su vida como lo hace con todo el mundo, nunca siente pena. Cuando los muñecos se rompen, los cambia y arreglado.

- No era a tu padre a quien quería hacerle daño. Cuando vi cómo Sebastian te miraba cuando volvisteis a encontraros entendí que eras perfecta, que no quería a su mujer como te quería a ti, que ella no le dolería tanto.

- ¿Me utilizaste para hacerle daño a Sebas?. - es una pregunta retórica, necesito ganar algo de tiempo para saber que decir - ¿Os conocíais?.

- Sí, nunca nos hemos llevado bien. - recuerdo los puñetazos en el rellano de mi edificio, aquellas palabras que se decían y que no entendía, imaginaba que estaban disputándose un puesto en mi corazón pero no era así.

- Osea, me utilizaste - afirmo lo que él no se atreve a decir.

- Al principio, - intento interrumpirle pero no me deja, habla demasiado deprisa para que no le corte - él era el único que protegía a esa mujer y yo quería hacerle daño. Ella mató a mi padre.

- Me he perdido - soy totalmente sincera, no entiendo nada.

- Felisa mató a mi padre. - me paralizo, no sé que decir. Siempre había sabido que era mala persona, ¿asesina?. No me pronuncio y él sigue hablándo - Por eso no sabía como hablarte de mi familia, porque ya no queda nadie. Mi madre se murió hace unos ocho años, un cáncer de mierda le arrebató lo sonrisa y mi padre... - quiere seguir hablando pero no puede, se ha roto. Me ha traicionado y mentido, sin embargo la pena me reblandece el corazón y no puedo evitar acercarme y abrazarle. Me siento en su regazo y el esconde su cabeza en mi cuello mientras llora dolorido, lucha por tranquilizarse y no lo consigue así que le acaricio para que se relaje.

Quieres querermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora