- Pensé que no vendrías - es cierto - pensé que te pasaba algo conmigo y que estabas intentando ocultármelo.
- ¿Qué me va a pasar contigo? - lleva la vista fija en la carretera pero no ha sonado convincente, no termino por creérmela del todo. Mi instinto nunca falla. - Siento haber estado tan desaparecida últimamente - ahí si me mira.
- Yo también lo siento, fui yo la primera en alejarme sin haberte avisado.
- Como sea ya estamos juntas de nuevo - me sonríe. Me conoce y no me preguntará nada hasta que yo empiece a hablar, como siempre necesito mi tiempo. - ¿A tu casa o a la mía? - las dos nos reímos.
- A la mía, hace mucho que no paso tiempo allí - lo cierto es que me apetecía demasiado verme envuelta entre mis cosas, es la única manera que tengo siempre de recuperar mi tranquilidad. De ser la Zia que siempre he querido ser y no la que me ha impuesto mi status social.
- Lo suponía - suelta mientras me hace un gesto con la cabeza para que observe la parte de trasera del coche. Lo hago y veo bolsas llenas de comida veneno, no debería, pero el chocolate y el helado me harán pasar con mejor sabor de boca este mal trance.
- Gracias - me acerco a ella y beso su mejilla. Cuanto la he echado de menos. - Eres la mejor.
Llegamos a casa y lo miro todo como si fuese nuevo, como cuando has estado mucho tiempo de viaje y vuelves al hogar. Igual es este mi lugar en el mundo y ya está, igual no hay nada más. Mi vida y yo hemos cambiado tanto desde la última vez que estuve aquí que lo miro como me miro a mí ahora, de manera distinta.
Veo aparecer a Celia con su pijama ya puesto, una enorme tarrina de helado y dos cucharas de las grandes. Es la hora.
- Me pondré el pijama también - anuncio mientras cruzo la puerta del baño y me recuesto sobre ella al cerrarla. Sigo sintiendo miedo al tener que enfrentarme a esto y ahora que he visto como Dereck ha juzgado mi historia no puedo confiar en que Celia no haga lo mismo. Puede ser que esta noche les pierda a ambos, pero debo contárselo. Es mi mejor amiga y siempre ha estado a mi lado incluso cuando pensé que no se quedaría, se merece que se lo cuente. Me pongo el pijama, me lavo la cara y salgo a enfrentarme con el mundo, bueno con mi mundo.
- Déjame primero comerme una buena cucharada de ese helado - le digo mientras salgo para sentarme a su lado en el sofá. Ella me sonríe, sabe que me cuesta horrores expresarme cuando se trata de hablar de mi vida... nací reservada, tanto que no lloré al nacer.
Cojo esa cuchara llena de helado de stracciatella, que siempre ha sido mi favorito, y ordeno mas o menos en mi cabeza todo lo que tengo que contarle.
- Mi madre no es mi madre - suelto de golpe, igual me he pasado empezando por esta parte de la historia. Se ha atragantado.
- Si estás intentando distraerme para no contarme lo que ha pasado con ese cabrón no funciona - dice una vez se ha recuperado.
La miro sería mientras intento aguantarme las ganas de llorar, pero no puedo más y vuelvo a quebrarme como esas copas de cristal tan caras que parecen volverse añicos solo cuando las miras.
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Quieres quererme
RomantizmNada es lo que parece. Todos tienen algo que esconder. ¿Quieres saber lo que es?