Es viernes de la semana siguiente y desde hace una semana mi rutina ha cambiado un poco, ahora me levanto cuando suena el despertador de mi jefe y vamos juntos al trabajo cada día. Después de contarme sus intenciones de volverse a Alemania mi cabeza sufrió una especie de cortocircuito y decidí que las olvidaría y disfrutaría con él el tiempo que esté aquí conmigo, aunque eso luego me suponga un palo mucho más duro. Lo siento Zia del futuro. Tampoco era mi intención casi mudarme a vivir con él, surgió solo porque aquella noche pues pasó lo que pasó y al despertarme casi me da algo pensando en atravesar mi portal para poder vestirme tras no haber dormido en casa. Ya podía imaginarme los comentarios de la prensa rosa. Fue literalmente así.
- Mierda, no podía quedarme dormida - digo despertándome de golpe con el sonido de su alarma - ¿cómo entraré ahora a mi piso a cambiarme?, necesito mudarme a un lugar con parking - menciono recordado sus palabras de hace a penas unas horas.
- Puedes cambiarte aquí, conservo la ropa que te regalé - él todavía está desperezándose y habla bajito y despacio.
- Si claro, y cuando vuelva esta noche me bombardearan a preguntas acerca de mi día desaparecida. Para ti es mucho más fácil porque no dirán nada de ti, yo soy la buscona, la que le ha puesto los cuernos a medio mundo... - estoy desesperándome.
- Fácil, quédate aquí un tiempo y pensarán que te has mudado - suelta mientras se acerca a besarme.
Le detengo cuando ve la ira que me corre por dentro en la mirada - NO - sentencio.
Y aquí estoy una semana después, yéndome al que era "mi cuarto" para ducharme y vestirme.
Al final me decido por un traje de pantalón y chaqueta negros y un top de punto blanco, por supuesto no puedo dejarme los tacones en casa. En realidad no hay ninguna especie de norma sobre cómo vestirte, pero todas van tan elegantes que no quiero desentonar ya llevando tan poco tiempo en la empresa. Maldita sociedad. Coloco mi pelo ya liso tras la oreja, unos pequeños aros dorados, un poco de maquillaje y lista. Cuando estoy cambiando todos mis bártulos de un bolso a otro nuevo tocan a la puerta.
- Date prisa o llegaremos tarde y todos sabrán que te acuestas con el jefe.
- Vete a la mierda - digo cuando abro la puerta y paso a su lado sin rozarle. Es hora de desayunar.
Lo de llegar e irnos juntos lo hemos solucionado siendo los primeros en llegar a la empresa y los últimos en irnos, no quiero que me juzguen como "la novia de" cuando no somos nada de eso. Adriel y Celia si saben de esta improvisada mudanza, se pusieron eufóricos, pero he olvidado contarles el pequeño detalle de su vuelta a Alemania... no quiero preocuparles.
Entro en la cocina y como siempre Amelia tiene nuestro desayuno servido en la enorme isla, al principio a Derek no le hacía mucha gracia lo de desayunar aquí delante del servicio pero creo que cada día está más a gusto con las chicas. Incluso hace bromas y todo.
- ¿No tienes clase hoy? - me encanta saber cosas sobre sus vidas universitarias, se lo pasan bomba de fiesta en fiesta.
- Si, pero no sé si voy a ir - frunzo el ceño, ella es la más responsable de las dos y jamás se salta una clase - es que he quedado con un amigo para tomarnos una cerveza - veo como se tiñe de rojo su cara y sonrío.
- Es más que un amigo - comenta Derek riéndose a carcajadas. Pobre se está muriendo de la vergüenza.
- ¿De que lo conoces?, ¿cómo se llama?... ya sabes, cuéntame lo básico sobre tu amigo - está tan mona así sonriendo de verdad y con ganas.
- Nos conocimos en la uni, estamos en la misma clase y tenemos muchas cosas en común - ¿tendré yo cosas en común con Derek?, no lo sé porque nunca hablamos sobre nosotros, nuestros gustos, nuestras manías... pienso mirándole como lee tranquilamente su periódico - se llama Juan - y escupo el zumo tras su respuesta que justo acababa de meterme en la boca.
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Quieres quererme
RomanceNada es lo que parece. Todos tienen algo que esconder. ¿Quieres saber lo que es?