Capítulo 18

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Estas tres semanas han sido una auténtica locura... he intentado irme del hotel, alojarme en otra habitación del hotel que yo pudiese pagarme, he intentado comprar otra ropa pagándomela pero Armin siempre ha estado pegado a mi tirando de una tarjeta dorada que no se queda sin fondos. No he vuelto ha cogerle el teléfono a Derek, no he llamado a mi familia y mis amigos solo me han dicho que todo estaba bien por Madrid.

Armin y yo nos hemos vuelto inseparables, a veces creo que soy incluso demasiado pesada con él... el pobre es tan serio y yo le obligo a seguirme en mis chorradas. Me ha sacado fotos en cada ubicación que hemos visitado y ha tenido que aguantar todos mis gritos en el parque de terror. Ha intentado convencerme de que me quedase por él que sino su jefe le despediría, pero luego lo he encontrado hablando por su mobil contándole al mister universo mi día. Me ha contado millones de cosas de su familia y yo he aprovechado para hablar poco de la mía, es genial desintoxicarse. Estos días por recomendación de mi nuevo mejor amigo, seguramente de su jefe, hemos hecho casi todos nuestros planes a horas en las que la calle está menos infestada de gente para que ningún paparazzi interrumpa mis "vacaciones", mis búsquedas en google introduciendo mi propio nombre han sido poco frecuentes pero en todas ellas miles de medios de comunicación se hacían la misma pregunta "¿Dónde se ha metido?". Pero hoy quiero convencerle de irnos a ver la catedral, es impresionante y no pienso irme de aquí sin pisarla. He encontrado unos tickets para las doce de la mañana y aunque ya son las diez y nos encontramos desayunando en el Starbucks más cercano necesitaré mi tiempo para que acceda.

Doy un sorbo a mi café y me dispongo a soltar la bomba - Oye, ¿que te parece si vemos la catedral hoy?.

- Lo siento, pero ya te he dicho que ha sido imposible conseguir entradas para ninguno de los días que nos quedan aquí. - todavía me conoce poco, Celia a estas alturas ya sabría que algo estoy tramando - Te prometo que cuando vengas a Alemania visitarás lugares mucho más fascinantes que ese - y es que le he dicho que en cuanto consiga un trabajo iré a visitarle a él y a su familia, me muero por conocer a su hija después de la cantidad de cosas que ya sé de ella.

- Yo si he conseguido pases - me encojo de hombros.

- ¿Cómo si no nos hemos separado?, ¿has salido sin mi? - el tono de reprimenda en el que me habla me hace gracia, me cuida en exceso - es peligroso.

Agito mi teléfono en el aire delante de sus narices - Querido amigo estamos en el siglo veintiuno, la tecnología ha avanzado muchísimo y esto se llama mo-bil - me mira con cara de incredulidad ante mi ironía y yo continuo hablando - es portátil, puedes llevarlo a cualquier lado y sigue sonando y puedes comunicarte fuera de tu casa o una cabina con el resto de la gente. - se ríe - Ahora en serio, hoy vamos a ver esa catedral.

- Pero, ¿estás segura de que has puesto bien la fecha? - ¿tengo cara de tonta? - yo he intentando sobornar a la chicas que las venden en la taquilla y me han dicho que era imposible - esa tarjeta dorada tiene fondos ilimitados, lo que os decía antes. Yo en cuanto trabaje quiero que me regalen en el banco una como esa.

- Estoy segurísima.

- ¿Cuándo tenemos que estar allí? - ahora empieza lo complicado.

- Deberíamos irnos ya así que apura ese café, lento - intento disimular mi pequeña fechoría con una broma pero por su cara diría que no ha colado.

- No iremos a estas horas, por la mañana hay mucha gente y podrían vernos y fotografiarte. Definitivamente no es buena idea.

- Solo saldremos un día a esta hora, ¿no crees que sería muy mala suerte que me encontrasen en un solo día que salgo? - él pobre no sabe como decirme que no - además llevo estas enormes gafas de sol y puedo ponerme - saco de mi bolso mi arma secreta - esta boina. Nadie se fijará en nosotros.

Quieres querermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora