Capítulo 8

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"Que nos vemos en mi compromiso"... esas palabras han resonado en mi cerebro desde el momento en el que salí como alma que lleva el diablo de su despacho. Tenía razón no sería capaz de destrozar la vida a Adriel ni el matrimonio de Sebastian a pesar de todo lo que este último había hecho para derribarme a mi. Recorro los pasillos de su fortaleza pensando en lo idiota que fui al venir aquí... ¿en serio en algún momento pensé que me ayudaría a deshacerme de todos esos periodistas de pacotilla gratuitamente?.

Los pasillos están llenos de gente a pesar de ser domingo porque la información no descansa. Recuerdo que cuando no levantaba ni un palmo del suelo y este mismo edificio era mi casa de fin de semana me encantaba, Oli y yo nos colábamos en maquillaje y salíamos como puertas a desfilar en los platós apagados. Todavía recuerdo cuando mi padre se reía a carcajadas mientras veía nuestros shows y siempre al despedir cada una de mis improvisadas secciones me colgaba de su cuello haciéndome girar al borde del colocón. Luego las risas pasaron a ser malas caras y las malas caras se cambiaron por gritos y empezamos a ser demasiado molestos para él. Nunca he logrado entender porque cambió tanto... siempre he escuchado que su nueva mujer lo había transformado pero yo jamás lo he visto así. Su corazón se congeló.

- Deberían de despedirte ahora mismo - escuché mientras me caía al suelo. Me quedé en shock y no salieron palabras de mi boca para callar la suya, era maravilloso, el hombre más guapo que nunca he visto y me ha tratado como una mierda... pero era perfecto, eso seguro.

- ¿Estás bien? - me preguntó otro chico que lo veía alejarse mientras me tendía una mano para ayudarme con lo de levantarme de ese frío suelo de mármol negro - Si, eso creo - le sonreí en agradecimiento.

- No se lo tengas en cuenta, le cuesta mucho lo de relacionarse educadamente.

- ¿Su niñero? - él me respondió con una carcajada y mientras lo miraba ahora centrándome solo en él me di cuenta de que también era guapo, pero nada que se le parezca al Dios cretino que acababa de arroyarme.

- Es mi jefe y amigo, soy Maik - me tiende su mano y yo la acepto - Yo Zia, ¿eres alemán no? - y cuando quería responderme el perfecto imbécil grito su nombre y soltó mi mano para correr a su lado.

Dirá lo que quiera el chico este pero incluso él le tiene miedo.

He tardado media hora en atravesar la maraña de gente que adorna las afueras de mi edifico, pero por fin estoy en casa y sola

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He tardado media hora en atravesar la maraña de gente que adorna las afueras de mi edifico, pero por fin estoy en casa y sola. Debo pensar en lo que ha pasado y teniendo en cuenta que Adriel debe colocarme un anillo ante todos en siete día tal vez deba hablar con él también.

Suena el timbre y me da un miedo horrible asomarme, los reporteros de calle harían cualquier cosa por tener la mejor noticia. Vuelve a sonar, que insistencia. Me asomo a la mirilla y me atraganto con mi propia saliva... que mierda, ya no puedo fingir que no estoy.

Abro solo un poquito dejándolo así en el rellano - ¿Cómo has llegado hasta aquí?

No contesta nada solo empuja fuerte la puerta haciendo que me aparta por impulso, se acerca y me estruja entre sus brazos para una vez dentro cerrar con una patada la puerta de mi humilde piso. Levanto mi cabeza para verle bien y él atrapa mis labios entre los suyos. Las lágrimas aparecieron sin aviso ni invitación y mis labios ya solos tiemblan, tenía miedo y él había sido mi hogar durante tantos años que no puedo evitarlo, no puedo evitar echar de menos a mi yo de antaño. Esa tía era una loca completamente feliz a la que le daba igual que su familia no fuese normal o que la persiguiesen a diario buscando la foto perfecta, salía con sus amigas o se alejaba del mundo mientras escribía en una vieja libreta relatos sin sentido sentada en una cafetería de La Latina y cuando llegaba a casa ahí estaba él, el hombre de su vida, siempre tan perfecto y lleno de risas que curaban su alma.

Quieres querermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora