Capítulo 31

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- Suéltala Mario - Derek camina hasta la puerta donde estaba siendo acorralada por el secretario que en cuanto ha visto la cara de su jefe me ha soltado y disculpándose se ha largado. Espero no haberle metido en un lio.

- No te preocupes, quería consultarte unos detalles acerca de un asunto que estaba revisando, pero volveré más tarde - si cree que después de acercarse a esa víbora voy a dejar que me toque está loco. Retrocedo para irme y la escucho hablarme a mí, siempre he sido una de sus víctimas favoritas.

- No sabía que trabajases aquí querida - ¿querida?. Acabo de darme cuenta de que he frenado mis pasos al escuchar su engatusadora voz lo que provoca que Derek se quede justo detrás de mí. Está literalmente respirando en mi cogote.

Debería callarme y largarme, pero la odio tanto que la ira me lo impide. Me giro despacito y hago buen uso de mi vena sarcástica - Pues ya es raro que tu no sepas algo Felisa - y saco a relucir mi sonrisa mas falsa, esa que siempre le muestro a la prensa. Derek parece incomodo y se ha hecho a un lado, no dudo que ha venido aquí a contarle mi vida y mis problemas. A esta bruja siempre le ha gustado verme hundida.

- Pero por favor acércate que hace mucho que no te veo - no lo hago, pero ella si - dame dos besos mujer - me planta dos besos la tía y se pone a observarme detenidamente, de la cabeza a los pies - Me alegro de que todos esos rumores que han estado contando sean falsos porque estás tan bella como siempre - y me acaricia la cara. Que alguien me recuerde que me duche con lejía para desinfectarme de esta peste en cuanto salga de aquí.

- Ya sabes que a la gente le encanta hablar, parece que no tienen vida propia - y ella en esto es la reina, recuerdo perfectamente lo mucho que se paseó los platós disfrutando mientras contaba una farsa tras otra.

- Si no te importa agradecería que nos dejases solos que tengo que tratar unos asuntos con tu jefe - ¿está echándome?, esto es acojonante.

- No creo que tengamos nada más que tratar - el alemán ha despertado y está mirándola con cara de pocos amigos.

- Pues entonces lo dejamos para otro día - se acerca a la silla en la que había colocado sus cosas y mientras las recoge sigue disparando veneno - Mañana te veré en la fiesta de tu madre Zia, ¿irás sola?.

- Como siempre.

- Bueno mujer seguro que encuentras a alguien... - esta señora se cree sus propias mentiras, no tengo pruebas pero tampoco dudas de eso.

- Si, ya sabes como soy Felisa - y la veo largarse con su asquerosa sonrisa plasmada en la cara, me arrepiento de haberla dejado salir de aquí con vida.

- ¿Cuándo pensabas avisarme de que irías sola? - suelta mientras cierra la puerta que la serpiente se había dejado abierta.

- No me vengas con esas ahora, he confiado en ti y tú aquí de charla con ella que sabes que me ha hecho daño. - que coño, se lo he contado yo, le he dicho que era mala.

- Yo no la he llamado, se ha presentado aquí - hombre, ni que le hiciese falta a ella una invitación para lapidarme.

- ¿Qué ha venido a contarte?, espera déjame adivinar - y chasco los dedos como si una bombilla se acabase de encender sobre mi cabeza - ¿que no puedo tener hijos?, pues que lástima pero ha llegado tarde porque ya te lo había contado yo.

Hace mucho que no escucho preguntas absurdas de periodistas ni veo la tele, pero esto significa que lo de que estamos juntos es vox populi. Genial la novia de mi jefe, menudo título.

-Vámonos a casa, estás alterada - se acerca invadiendo cada vez mas mi espacio personal - vamos, necesitamos hablar sobre todo lo que ha pasado hoy.

Quieres querermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora