Capítulo 16 (Celia)

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- ¿Dónde está? - está intentando aparentar una serenidad que en realidad no tiene encima.

- A ti te lo voy yo a decir - le odio, no puedo evitarlo.

- Deberías si quieres ayudar a tu amiga, Scheidemann es un cabrón que la está utilizando.

- ¿Y tu no lo eres? - hombre, a mi no me vaciles... - tu eres lo peor que ha tenido que pasar en toda su vida, la has dejado tirada cuando más te necesitaba y quieres seguir ahogándola en la mierda cada vez que puedes - por su cara diría que mis palabras no le han sentado demasiado bien.

- Yo no le hice daño para vengarme de nadie...

- Le hiciste daño por dinero y por mantener a una familia que parece no quererte demasiado a tu lado, ¿te parece poco?.

- ¿Está en Alemania verdad?, está con él - su tono de voz ha ido aumentando a medida que la conversación ha ido avanzando, no le están haciendo gracia mis verdades. Se siente.

- Ni está con él ni está en Alemania, está arreglando cosas para la boda - digo conservando la calma que me caracteriza, menos mal que poseo toda la paciencia que no tiene mi mejor amiga. No sé como puede vivir enamorada de este cromañón.

- Ya claro, su prometido le da igual. Los dos sabemos que a quien quiere es a mi y que todo esto lo está haciendo por hacerme daño a mi y solo a MI - egocéntrico.

- Relájate y deja de considerarte el centro de su universo, está buscando el vestido perfecto para la boda que por lo que me han contado será espectacular. Te encantará... ya verás que de luces y flores todo un espectáculo - toma esa, donde más te duele.

- No me subestimes - me reprocha acercándose - voy a ir a Alemania a buscarla si hace falta y dile en cuanto hables con ella que por su bien salga de allí o el drama que puede llegar a presenciar será mucho peor que el que ya hemos pasado.

Y se larga dejándome la cara a cuadros, este tío no es más patético porque no se ha puesto a entrenar todavía. No pienso ni mencionar a Zia esta conversación, él no tiene ni idea de donde está y no pienso preocuparla por las tonterías de semejante estúpido. Si me diesen un euro por cada gramo de mi cuerpo que destila odio hacia él sería millonaria sin la ayuda de mis padres.


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Por fin en mi despacho lista para acabar mi jornada tomándome un café tranquila y relajada en mi silla, una de las que da vueltas. No puede gustarme más este despacho lleno de libros y con un ventanal al lado de mi mesa que me permite ver como los estudiantes y sus preocupaciones se relajan, charlan con sus amigos o vuelven a sus casas. En estas estoy cuando mi puerta se abre sin aviso.

- Creo que no soy el único que tiene cosas que explicar aquí - Juan, adiós a mi café tranquilo.

- Era Sebastian el cabrón que tiene enamorada a Zia - sus músculos se relajan - y lo siento pero los horarios de tutorías son solo para los jueves y hoy es martes.

Quieres querermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora