Narrador omnisciente.
— No griten, mierda. —Dijo Justin en voz baja, advirtiéndole a Chaz que no se distrajera del plan.
—Súbela con cuidado.
Ryan acomodó a Kelsey en el maletero y cerró, procurando que nadie estuviera al tanto de lo que habían hecho. Luego subió al asiento de atrás, Bieber subió adelante y Chaz aceleró.
— ¡Lo hicimos, joder! —Gritó Chaz.
—No se distraigan, carajo. —Suspiró Justin.
—¿Pueden ver al guía por algún lado? —Habló Ryan desde atrás.
—Ya está en la ruta, nos espera. —Respondió Chaz sin quitar su mirada de la carretera.
Podía sentirse el nerviosismo en el aire. Todos estaban tensos. El castaño no dudó ni un segundo en encender la radio, el locutor de la estación de la ciudad informaba el intento de robo en el banco, y los cientos de policías que había afuera de éste.
— Lo hizo. —Murmuró Justin, sonriendo por primera vez en el día.
—¿Eso es obra de Jeremy? —Preguntó Chaz.
—Y mía. —Alardeó Bieber, dándose un aplauso triunfante a sí mismo.
—Hijo de puta, con razón estabas tan calmado. —Carcajeó Ryan, palmeando el hombro de su compañero.
—Los Bieber lo planeamos todo de principio a fin; nada saldrá mal, se los aseguro.
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Kelsey.
Desperté y un gran dolor de cabeza me invadió.
Observé todo a mi alrededor y sentí ganas de llorar; esto era una porquería. Estaba en el frío suelo de una casa en ruinas, totalmente desprotegida y al borde de una hipotermia.
Intenté mover mis manos, mis pies, hacer algo con mi rostro, pero estaba reforzada con cinta y sogas. Me dolía cada centímetro de mi cuerpo. Sentía en mi cabeza un dolor inigualable a otro; una punzada tras otra. Mis lágrimas no tardaron en aparecer y me imaginé lo peor.
— Ya despertó. —Oí encima de mi cabeza y acallé mis sollozos. Esa voz era de... ¿Ryan Adams?
—Trae agua. —Ordenó otra voz, la cual conocía perfectamente.
Sólo pude ver sus botas negras y sus jeans, pero cuando se inclinó hacia mí vi su rostro. Él no tardó en quitar la cinta de mi boca con tal fuerza que sentí el ardor hasta en mi alma. Apreté mis labios sin decir ni una palabra.
—Esto es simple, Kelsey. —Dijo seriamente, ayudándome a sentarme y así poder mirarlo. —Tú colaboras, nosotros no te hacemos daño. Si te resistes, juro que no me importará pegarte un tiro.
—¿Q-qué quieren de mí? —Pregunté apenas inaudible. Mi garganta estaba tan seca como las neuronas de una porrista.
—¿De ti? Nada. —Respondió. —Sólo esperamos que tu padre piense mejor las cosas la próxima vez.
Fruncí el ceño levemente, bajando la mirada en cuanto sentí demasiada presión en mi cabeza. Ryan volvió con una botella de agua y la abrió, levantando mi mentón y echándome el agua en la boca. Tragué con dificultad. A estas alturas ni siquiera sabía cuánto tiempo llevaba tirada en el mugriento suelo, sólo sabía que estaba...secuestrada.
Ahora me quedaba esperar por mi rescate, y luego hacer pagar a esos dos hijos de puta.
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Rom.