Capítulo 016. "Locuras"

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Era una locura y lo sabía, pero no me quedaban opciones.

Conocía a Justin desde hacía muchos años, no le importaban los sentimientos ni mucho menos se había enamorado. O al menos eso hacía notar, porque jamás lo había visto tener novia o si quiera durar más de una noche con alguien. Así que podía descartar los sentimientos de mi plan.

A él sólo le importaba lo de afuera.

Para mi suerte, mi físico no estaba nada mal. Había pasado gran parte de mi adolescencia corriendo, puesto a que las competencias me exigían muchísima resistencia. Ese era mi punto a favor, aunque tenía varias imperfecciones que, según mis amigas, los chicos no le tomarían importancia.

Ahora mi problema era Ryan; no podía descifrar su locura.

Luego de haberlo oído decir que venderme sería un buen negocio, sólo sentía asco. Era uno de esos tipos que un día podía besarte y al otro clavarte un puñal por la espalda. No confiaba en él ni pensaba hacerlo.

Pero quizás Justin era distinto. Quizás aún le quedaba algo de corazón.

Y, luego de pensar tanto, había llegado a la conclusión de que realmente estaba volviéndome loca. La Kelsey Beckman que conocía jamás hubiese dejado que alguien le ordenara hacer algo. Ella tenía que regresar.

La haría regresar.

Justin.

—Es una locura. —Murmuré, tomando mi rostro entre mis manos.

—El tipo tiene tres mansiones en Nebraska, dos en New York y aquí dice que podría haber más de una en California. ¡Es increíble! —Dijo Ryan con la mirada en la pantalla de su laptop.

—No quieres meterte con alguien así, créeme. —Llamé su atención. —Es un anciano billonario que tiene seguridad hasta en el culo.

—Puede que tengas razón, pero si quieres crecer en el negocio tienes que robar. —Alzó sus hombros.

—Ryan. —Dije serio. —Nadie irá a rescatarte si te descubren, no es un robo cualquiera, es tu jodida vida en juego.

—Lo sé...

Tomé la laptop y comencé a leer detenidamente cada característica de Quentin Joyce, un multimillonario de setenta y cinco años, dueño de varias mansiones en el país y de un par de casinos muy famosos. La idea de Ryan era infiltrarse en la mansión en la que el anciano vivía para robarle diamantes, oro y quién sabe qué.

Solté una carcajada al parar de leer.

—¿Por qué tanta risa? Tienes que respetarme, seré billonario. —Alardeó Ryan, peinando su cabello largo hasta atrás.

—Creo que omitiste un pequeño detalle.

—¿Eh?

—"A Quentin Joyce se le han atribuido tres anteriores maridos, todos de menos de treinta años, quienes se niegan a hablar de sus vidas pasadas con el Barón de varias mansiones, puesto a que todos ellos afirman no haber pasado buenos momentos". —Leí entre risas.

—Joder. —Balbuceó Ryan, sentándose en el sofá. —Jamás lo hubiese pensado.

— ¿Por qué no le pides que se case contigo? Quizás te herede toda su fortuna.

—Cállate, Bieber.

Ryan salió de la sala y yo apagué la laptop, subiendo mis pies a la mesa ratona. Estaba bastante exhausto, sobre todo porque Jeremy no dejaba de repetirme que debíamos hacer algo con Kelsey. El caso se había atrasado seis meses, y ella sólo llevaba con nosotros menos de una semana.

Tenía pensado mantenerla en esta casa por todo ese tiempo, así no tendría que estresarme aún más con movimientos hacia otras ciudades. Convengamos que Kelsey no era muy difícil de manejar, pero era muy indescifrable. No sabía si esperar su reacción o seguir castigándola con esposas y cinta.

Aunque, pensándolo bien, jamás había visto a Kelsey tan vulnerable. En la preparatoria, solía molestar a los nerds, golpear a las nuevas estudiantes, alardear sobre su dinero y sobre todo creerse la más hermosa. No podía negar que ella lo era, pero su actitud simplemente hacía que la odiara.

Definitivamente, ella no era mi tipo para nada.

—¿Has visto las frituras que dejé aquí arriba? —Gritó Ryan desde la cocina.

—Simon se las comió. —Respondí sabiendo que Ryan no era capaz de enfrentar a un matón.

—Qué hijo de puta, tendré que comprar más. —Alargó, haciéndome reír.

Salió de la mansión y seguí relajándome en el sofá, comenzando a extrañar mis videojuegos y mi cine privado. Era genial tener todo lo que quería, y era genial ser el único heredero de todos los bienes de la familia.

Pensándolo bien, jamás me había faltado nada en toda mi vida. Y era un poco alarmante porque ni siquiera sabía lo que era estar sin marihuana por un día entero. O no tener auto para salir de fiesta. Ni siquiera me faltaban mujeres.

Bueno...me hubiese gustado tener una madre presente, pero con Jeremy me conformaba. Él me llevaría por el buen camino.


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Rom.

Su víctima»Jb. |Finalizada.Where stories live. Discover now