Cubrí mi boca con mis manos sin siquiera poder corresponder aquel abrazo, escuchando las palabras en polaco que repetía Leah.
— ¿Cómo...cómo estás aquí? ¿Qué ha ocurrido allá, Leah? —Cuestioné, cayendo lentamente en que ella estaba aquí.
—No lo sé...no puedo entenderlo todavía. —Me sonrió con un dejo de confusión, sentándose en la silla. —Simplemente me desperté en este hospital después de estar más de dos días encerrada. —Continuó. —Los...los hombres de la ambulancia, dos tipos enormes, me dijeron que no querían hacerme daño y que sólo seguían órdenes...
Me quedé perpleja ante sus palabras, implorando con la mirada que no llorara al recordar aquello. Leah parecía entender que estaba a salvo y que pronto volvería a su país, parecía estar tan calmada y relajada que se me hacía imposible no contagiarme de esa seguridad.
Ella sabía que habíamos sobrevivido.
—Leah yo...yo creí que no lo habías logrado. —Dije y mis ojos comenzaron a picar, obligándome a bajar la mirada.
Su mano llegó a la mía y apretó en señal de apoyo. —Yo creí que no lo lograría, Kelsey, pero mírame... —Murmuró e hice caso. —Denuncié a Ryan, lo llevarán a la corte mañana en la mañana.
— ¿Qué?
—El contrato de compra que tenía con mi familia ya no tiene validez. —Abrí los ojos de improvisto y me incorporé en la camilla, secando mis lágrimas con mis manos.
—Eres libre... ¡Eres libre, Leah! —Chillé con una sonrisa en mi rostro, estirando mis brazos para que volviera a abrazarme.
—Lo soy, Kelsey. —Dijo en medio de un sollozo, volviendo a la silla. —Irá preso y no lo volveré a ver en mi vida, ni a él ni a su familia. —Secó una lágrima que se deslizaba por su mejilla. —Esto también es gracias a ti, ¿Sabes?
Fruncí el ceño levemente. — ¿A mí? ¿Por qué?
—Porque tú fuiste la primera persona que me escuchó, sólo por eso fui capaz de alzar mi voz y contar la pesadilla que he vivido desde hace años. —Respondió y su acentuación polaca me hizo sonreír de oreja a oreja.
—No tienes que agradecerme nada. —Dije en un murmuro. —Me gusta pensar que somos las voces de las que ya no están...—Continué y mi voz se quebró al instante. —Me gusta verte tan empoderada, me inspiras a hablar también.
Sus ojos buscaron los míos y solté un leve suspiro.
— ¿Vas a denunciar a Justin, Kelsey? —Preguntó con timidez, incitándome a mirarle.
—Debo hacerlo, Leah. —Respondí, sintiendo un dolor agudo en el pecho. —Mi padre me lo pedirá, lo sé...pero tengo miedo, ¿Sabes? Tengo miedo a que envíe a sus matones a hacerme daño. —Hice una pausa. —Quiero olvidar todo lo que pasó, olvidarlo a él, olvidar que viví un infierno a su lado.
—Cuentas conmigo, ahora somos una. —Sonrió con sus ojos cargados de lágrimas.
—Gracias por estar aquí.
Ella dibujó una sonrisa, para luego soltar un suspiro. —Ahora te dejaré descansar, estoy segura de que los médicos querrán revisarte.
Asentí con la cabeza esbozando una sonrisa y limpiando las lágrimas traviesas que se habían escapado de mis ojos. Ella salió de la habitación y solté un suspiro, librándome de cualquier rastro de estrés y tristeza. Comenzaba a recordar lentamente cómo era sentirse a salvo y sin tener una constante lucha conmigo misma. Podía oír los latidos de mi corazón calmos, como si quisieran hacerme saber que todo estaba bien.
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