Capítulo 28. "Dignidad"

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Sus ojos se posaron en el suelo y de su boca salió una risa irónica. Quizás no le había tomado tanta importancia, después de todo era preciosa y cualquiera que la viera la reconocería.

Porque, joder, ella era preciosa.

— ¿Fue por esa pregunta que decidiste dormir en lugar de terminar tus tareas? —Insistí, encendiendo otro cigarrillo luego de darme cuenta de que Kelsey no tenía pensado devolverme el mío.

—No exactamente...pero déjalo así. —Sonrió, negando con la cabeza.

No supe qué hacer.

Y de repente lo único que cruzaba por mi mente era una imagen de ella con todos esos mafiosos. Estaba seguro de que no se darían por vencidos luego de mi rechazo a su pedido, y tenían sus razones. Pero también estaba seguro que no dejaría que nadie se la llevara.

Después de tanto tiempo conociéndola, podía admitir que ella era completamente diferente a lo que yo creía. No causaba problemas, era distante y comprensiva. Y, por más increíble que sonara, era alguien con quien me gustaba hablar.

—¿Quieres café? —Soltó sin escrúpulos.

—Sólo si tú me acompañas. —Respondí, arrojando el cigarrillo al suelo y pisándolo.

Noté que ella se sonrojaba y le tendí mi mano antes de entrar a la mansión. No sabía con exactitud qué estaba ocurriendo, pero no quería que acabara.

Kelsey.

Nos adentramos a la cocina y solté su fría mano, sintiéndome extraña una vez más. Encendí la cafetera y un incómodo silencio reinó el lugar. Era la primera vez que estábamos juntos sin órdenes de por medio, sin alcohol o cualquier rara sustancia que se apoderara de la situación. Ésta vez sentía que por fin estaba cambiando algo en él.

Increíblemente, mis planes estaban funcionando.

—¿Puedes pasarme las tazas? —Le pedí al notar que estaba fundido en sus pensamientos.

Me miró sin expresión alguna y tomó dos tazas del estante, caminando hacia mí sin cautela. Tragué en seco al recordar cuán firme podía ser en sus acciones, en todos sus sentidos. Me ponía jodidamente nerviosa.

Vertí café en las tazas y le tendí una para él, regalándole una cálida pero fingida sonrisa. Aún debía averiguar qué le había ocurrido a mamá y por qué nadie venía a buscarme. No podía dejar de pensar que mis secuestradores tenían que ver con la situación de mis padres, y, por supuesto, con el hecho de que no podían hallarme.

Era estúpido dudar de ellos, tenía todas las pruebas delante de mis ojos. Nunca lograría verlos como buenas personas, no después de saber que eran capaces de hacer cualquier cosa por dinero.

Sólo quería cerrar mis ojos y despertar en casa, con mamá y papá, con mi perro y hasta con la servidumbre. Ahora que los entendía no tenía por qué tratarlos mal como lo había hecho. Pero joder, ¿Cómo iba yo a saberlo?

Justin me pidió que lo siguiera y obedecí como siempre. Se sentó en el enorme sofá en forma de "L" y yo decidí mantener mi postura como la sirvienta y secuestrada.

Porque no era otra cosa más que su víctima.

Me senté en el punto más alejado posible de su cuerpo; era ilógico querer alejarme de él luego de habernos besado, luego de haber sentido su tacto contra mi piel. Aún tenía esa sensación tan placentera de sus labios contra los míos y sus manos vagando por mi cuerpo como si no hubiera un maldito mañana.

Oh, joder.

—No muerdo, Kelsey. —Dijo, observándome mientras bebía un sorbo de café.

—Lo sé. —Contesté, sonrojándome al instante.

Para mi suerte, la sala estaba bastante oscura a estas horas de la noche.

—Acércate. —Insistió.

Mordí mi labio y caminé hacia él, intentando no mirarlo a los ojos. Tenía algo que me impedía pensar con claridad, sobre todo si me contemplaba como si no creyera que estuviese ahí. Como si fuera de oro.

Y no me parecía malo intentar algo con él sabiendo que al final de todo esto iría preso y no volvería a verlo.

—¿Recuerdas el beso que nos dimos? —Pregunté casi en un murmuro, intentando que nadie más que él me oyera.

—¿Por qué preguntas? —Alzó una ceja, sonriendo de costado.

—¿Lo recuerdas? —Insistí. Él soltó una risita.

—Sí. —Afirmó, bebiendo café. Al tragar un sorbo, continuó: —¿Y tú?

—También. —Alcé los hombros intentando que no notara mis nervios. —Yo...preguntaba porque creí que no lo recordarías, estabas muy concentrado en ese momento...

Dejó su taza ya vacía sobre la mesa auxiliar y me miró atento, volviendo a regalarme una sonrisa. Ya había perdido la cuenta de cuántas veces lo había visto sonreír hoy.

—Estaba concentrado, no borracho. —Dijo, acercándose un poco más a mí. — Así que sí, recuerdo cada segundo de ese beso, Beckman.

Una sonrisa de dibujó en mi rostro casi automáticamente. No quería sonreír, no quería olvidar mi realidad, pero él tenía algo que lograba cambiar todo por un instante. Y era injusto y extraño, todo a la vez.

Bebí un sorbo de café y sentí su mano sobre mi pierna; nadie jamás había tocado mi pierna de esa forma. Dejé la taza donde Justin lo había hecho minutos antes y contemplé sus ojos, intentando estar lo más calmada posible.

"Relájate o serás castigada" pensé.

—Eres diferente, ¿Lo sabías? —Soltó de repente, sorprendiéndome.

—¿E-eso es bueno o...malo? —Pregunté casi en un balbuceo.

Su mano viajó desde mi pierna hasta mi mejilla y allí se posó, donde dio unas leves caricias. Y ahora no entendía qué estaba sucediendo, no sabía si estaba bien o si estaba mal, no tenía idea de lo que él tenía en mente.

Pero no quería que se detuviera por nada del mundo.

—Es más que bueno. —Respondió.

Sin más, se acercó a mí y atrapó mis labios como si no hubiera un mañana. Por instinto, tomé su rostro entre mis manos y, cautelosa, despeiné su cabello sólo un poco. Justin colocó su mano izquierda sobre mi cintura y me atrajo hacia él, ignorando todo a su alrededor.

Sus labios se sentían suaves y perfectos en todos los sentidos. No entendía por qué nunca lo había visto de esa manera, por qué nunca había intentado besarlo antes. Ahora él me tenía en sus manos y yo...no podía ni quería quejarme de ello.

El chico rudo, antisocial y problemático estaba besándome apasionadamente.

Mi secuestrador.

—Señor Bieber. —Oímos desde la puerta principal y me alejé de él rápidamente.

Justin peinó su cabello con prisa y se levantó del sofá, yendo directamente hacia su llamado. Y yo estaba allí, sentada, aturdida y más nerviosa que nunca.

—Dile que pase. —Oí la orden de Justin hacia uno de los fortachones que vigilaban el exterior de la Mansión.

Limpié mis labios, los cuales de seguro estaban rojos, con la manga de mi sweater y caminé hasta la cocina con las tazas entre mis manos, para luego dejarlas en el fregadero. Di un bostezo y luego atravesé el umbral de la puerta, encontrándome con una escena inesperada.

—Hola. —Dijo la chica, dirigiéndose hacia mí.

—H-hola...—Respondí y bajé la mirada al ver a Justin sosteniéndola de la cintura.

—Sarah y yo subiremos. —Habló Justin, colocando su otra mano en el bolsillo delantero de su pantalón.

Asentí lentamente, viendo cómo subían las escaleras y se llevaban mi dignidad consigo. 


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Rom.

Su víctima»Jb. |Finalizada.Where stories live. Discover now