Capítulo 06. "Correr"

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Aquel lugar era un poco perturbador, pero era ideal para dejar a Kelsey por unas semanas.

Ya que el edificio que teníamos pensado utilizar como escondite había sido usurpado por varios vagabundos y ladrones, pensamos que la mejor manera de mantener en silencio a nuestra víctima era trayéndola a la casa cerca del lago que Jeremy había conseguido por varios miles de dólares.

Teníamos cuatro guardaespaldas encubiertos en la ruta, dos vigilando las cercanías del bosque, y uno que nos ubicaría por el camino hacia la casa. Era bastante fácil perderse en un bosque tan grande como lo era el Alphine, así que no habíamos dudado ni un segundo en pensar que lo mejor era ser guiados.

—Sostén esto, Justin. —Habló Ryan, entregándome una ametralladora.

La tomé sin pensarlo y él comenzó a revisar los mapas del Alphine. Viré los ojos.

—Ryan, deja el mapa y comienza con las mochilas. Es imposible memorizar esta mierda.

—Lo sé, lo sé. Pero necesitamos estar preparados.

Volvió a tomar la ametralladora en sus manos y alzó sus hombros luego de mirarme.

—Todos estamos ansiosos, pero cálmate o te daré un puñetazo. —Dije, bajando la mochila de la guantera del Jet.

Coloqué en él dos sudaderas, una chaqueta con chaleco antibalas incluido, dos pantalones y dos buzos lo más abrigados posibles. El otoño en esta parte del mundo era bastante jodido.

—Espera... ¿Dónde está mi arma? —Preguntó Ryan y la duda que tenía sobre por qué había guardado dos armas en una misma mochila se esclarecieron.

Saqué su arma de mi mochila para que dejara de lloriquear y tomé la mía, revisando que estuviera cargada. La guardé y ambos nos dispusimos a bajar del Jet.

—Oigan muchachos. —Llamó el piloto, socio de Jeremy. —Aterrizaré en una hora en la zona donde acordamos, no olviden ser sigilosos.

Asentimos y bajamos del jet, comenzando con nuestra misión.

Chaz nos esperaba eufórico a unos cien metros desde donde estábamos. Supuse entonces que ya no había vuelta atrás, y que si llegaba a arrepentirme más adelante yo mismo me golpearía.

Subí en la parte de copiloto y Ryan subió atrás, dejando las mochilas en el maletero. Chaz soltó un último suspiro antes de comenzar a conducir con prisa.

—Joder Chaz, apúrate. —Habló Ryan.

— ¿Quieres llamar la atención o qué?

—De acuerdo, sólo no pases delante de ningún azul o juro que me arrepentiré.

Bien Beckman, vamos por ti.

Kelsey.

Estiré mis músculos luego de una excelente carrera. Como siempre, había sido la más rápida y por lo tanto hoy me llevaba otra estrella de oro en la pizarra. El entrenador se acercó a mí y anotó algo en su planilla, lo cual no pude averiguar.

— Mañana correremos quinientos metros, Kelsey. Sé que puedes hacer cualquier cosa que te propongas.

—Estoy ansiosa. —Festejé, él sólo sonrió y fue a hablar con las demás. —¿Ya puedo salir? —Le grité y asintió luego de mirar su reloj de muñeca, ordenando a las otras salir también.

Me dirigí hasta los vestidores y sequé el sudor de mi frente. Me saqué la ropa sucia y tomé una rápida ducha, para luego colocarme lo primero que encontré en mi bolso. Luego hablaría con la empleada que se encargaba de mi ropa, estaba aburrida de usar leggins y sweaters. Me vestí y salí de allí.

Estaba agotada, y más ahora que sabía que mañana correría más que las demás. Mi madre me había dicho que correr era una buena idea para mí, que esto haría que me distrajera de mis problemas. Y aparte, era innovador. Original. La mayoría de las chicas que entraban en la categoría de "Populares, pero no tanto como Kelsey" eran porristas putas o jugaban voleibol en la temporada de verano, el resto del año nadie las recordaba.

Salí del campus y caminé hacia el estacionamiento notando que el cielo se había puesto de un color naranja, típico de otoño. A medida que avanzaba, mi ceño se fruncía más y más. Ahí, sentado sobre mi auto, estaba el estúpido de Bieber, quien ahora venía muy seguro hacia mí. No dejé de preguntarme en mi mente por qué estaba él aquí, así que comencé a buscar las llaves de mi auto en mi bolso.

¿Dónde mierda están?

Bieber se paró en frente mío evitando mi paso. Me moví hacia la derecha y él hizo lo mismo. Me moví hacia la izquierda y él también. Esto estaba colmando mi poca paciencia.

— ¿Qué mierda te pasa? —Le grité tratando de empujarlo.

—Nada, ¿Y a ti? —Carcajeó él metiendo sus manos en sus bolsillos y mirando a su alrededor.

—Quítate idiota. —Lo empujé, pero él me tomó del brazo. — ¡Qué me dejes, joder!

Alzó su mano y por un momento creí que me golpearía, pero cubrió mi boca y mi nariz con un trapo, evitando que pudiera respirar bien. Fue cuando un sentimiento de ardor y cansancio extremo me invadió de pies a cabeza.


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Rom.

Su víctima»Jb. |Finalizada.Where stories live. Discover now