Capítulo 22. "Extraño"

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Mi respiración comenzó a agitarse y creí estar soñando. En esos momentos deseaba poder comunicarme telepáticamente con el oficial de policía y que nadie más que él supiera lo que ocurría.

Al perder de vista a Justin, tomé las bolsas con las compras y comencé a caminar lentamente hacia la salida. No era que no quería escapar y recuperar mi libertad, algo dentro de mí me decía que Justin estaba provocándome. Él quería que huyera, pero no le daría el gusto. Mi intuición no me lo permitiría.

Las puertas automáticas se cerraron detrás de mí y miré a mí alrededor, en busca de una cabellera dorada. Apreté mis labios y, con una tranquilidad fingida, me senté sobre un banco ubicado a un costado del supermercado. Y allí me dispuse a esperar a que Bieber se dignara a salir de su escondite y me felicitara por arruinar sus planes.

A medida que el tiempo transcurría, mi mente comenzaba a idear estrategias para ser un poco o más audaz que mis secuestradores. Y es que, pensándolo mejor, ellos no eran tan malos como me había estado imaginando antes de llegar a la ciudad desconocida. No me golpeaban seguido, no abusaban de mí, no parecían intentar traumarme como ocurría en las películas. O por lo menos por ahora.

Quizás el hecho de ser "conocidos" de la preparatoria cambiaba algo en este caso. Yo los conocía, y ellos me conocían a mí. Si aquello fuese diferente, tal vez sí estaría mucho más paranoica.

Observé el cielo con cautela y me di cuenta que comenzaba a anochecer. Para mi mala suerte, jamás podría regresar a la mansión por mi cuenta y mucho menos encontrar el camino hacia ella. Veía pasar a las personas, algunas me miraban y otras simplemente continuaban con su camino, y sentía como si estuviera esperando por algo.

Por alguien, mejor dicho.

Y ese alguien apareció por el estacionamiento del lugar, vestía con ropa distinta a la de hoy en la tarde y traía su teléfono móvil entre sus manos, mientras tecleaba con rapidez. Apoyé mi cabeza en la pared y cerré los ojos, sintiendo como Justin se sentaba a mi lado.

Su mirada aún no llegaba a mí.

Podía oír como seguía tecleando su móvil, sin siquiera tomarme importancia. Ni siquiera se había disculpado, ni siquiera se dignaría a hacerlo. Oh vamos, era Justin Bieber; él jamás se disculpaba.

—Eres muy inteligente, Beckman. —Dijo por fin, captando mi atención. —No lo aparentas, pero lo eres.

—¿Ya podemos irnos? —Pregunté sin mirarlo.

—Aún no, tengo sed. —Respondió y noté que había comenzado a caminar de nuevo, ésta vez hacia la calle.

Me levanté con prisa y lo seguí, intentando que las bolsas de supermercado no se rompieran en el camino. Justin metió sus manos en sus bolsillos y apuró el paso, obligándome a maldecirlo en voz baja. Para mi suerte, el ruido de la ciudad no lo dejaba oírme.

—¿Sabes qué es lo mejor de tener sed? —Preguntó emocionado, ésta vez mirándome.

—¿Qué?

—Que puedes conseguir refrescos gratis. —Exclamó, haciéndome fruncir el ceño.

Mientras lo seguía, podía sentir un presentimiento para nada bueno. Continuamos caminando por las calles hasta que nos adentramos a lo que parecía ser un estacionamiento subterráneo. Éste tenía un ascensor, escaleras y varios baños, junto con máquinas expendedoras de gaseosas.

Tragué en seco y me detuve junto a los baños, intentando recobrar el aliento. Dejé las pesadas bolsas a un lado y miré a Justin, quien veía fijamente las máquinas de refrescos.

Su víctima»Jb. |Finalizada.Where stories live. Discover now