No era la primera vez que intentaría hacerme daño intencionalmente.
Lo cierto era que, cuando había cumplido catorce años, mi padre había decidido que mudarnos a un nuevo estado haría las cosas más fáciles para ellos. Aquello había ocasionado que ninguno de mis "amigos" asistiera a mi fiesta de cumpleaños. Y había sido tan doloroso que llegué a pensar que ocurriría todos los años que me quedaban por cumplir.
Cuando mi madre me había encontrado intentando cortar mis muñecas con unas tijeras del colegio, su mirada había cambiado drásticamente, una mirada vacía. Me había tomado de las manos y había intentado explicar lo que significaba para ella verme haciéndome daño. Que era un dolor incluso más profundo que el que yo sentía ante la soledad. Que nadie nunca podría reparar aquella herida, y que había fallado por no haberme enseñado el valor de los actos.
Y ahora, en aquel presente tan grotesco, estaba frente a una ventana que tenía grandes barrotes en ella, los cuales impedirían cualquier intento por saltar.
Leah estaba a mi lado; tenía un ojo morado porque no había hecho bien el café en la mañana y Ryan se había encargado de hacérselo saber. Y claro que había intentado animarla con todas mis fuerzas, pero sentía que comenzaba a darse por vencida como yo.
Éramos dos presas de la injusticia. Presas de dos desquiciados que, en ese momento, seguro estaban drogándose o haciendo quién sabe qué cosa. Quizás terminarían peor que nosotras.
—Esto es imposible. —Dijo Leah con su particular acento, tocando los barrotes de la ventana.
—Ahora que lo pienso, estamos perdiendo el tiempo...—Mi voz sonaba entrecortada, y la verdad era que tenía muchísimas ganas de romper a llorar.
—Tranquila, Kelsey. —Imploró, abrazándome. —No podemos darnos por vencidas ahora, sé que saldremos de alguna forma u otra.
Limpié una lágrima que había resbalado por mi mejilla y miré a Leah, frunciendo levemente el ceño.
— ¿Salir? ¿Estás diciéndome que quieres escapar de este lugar? —Pregunté sin alzar la voz. —No hay escapatoria para nadie, Leah. Esta jodida ciudad es una cárcel, al igual que esta casa, al igual que toda nuestra vida. —Dije mientras me sentaba en el suelo de madera y abrazaba mis piernas. —Tú dijiste que no tenías nada sino era al lado de Ryan...¿Por qué me dices eso ahora?
Leah se sentó frente a mí y pude ver sus raspones en el rostro, lo cual me hizo mirar hacia otro lado.
—Eso creía hasta que supe que Ryan ya no me quiere con él. —Respondió casi en un susurro. —No le sirvo para nada, no tengo fuerzas...quizás haya alguien ahí afuera dispuesto a ayudarnos. —Insistió.
—Ojalá sea así, pero mientras tanto no podemos arriesgarnos a que nos maten por el simple hecho de intentar escapar. —Expliqué.
Suspiró profundamente. — ¿Tú...intentaste huir alguna vez antes de que me trajeran aquí?
—Lo intenté como no te imaginas. —Respondí, sintiendo un gran nudo en mi garganta. —He intentado volver a casa desde el primer día en aquella sucia cabaña a la que me llevaron. Me he lastimado a mí misma para encontrar alguna pizca de piedad en ellos. —Hice una pausa, intentando recobrar mis fuerzas. —En el yate...pedí ayuda, Leah, intenté que aquel hombre me ayudara como no te imaginas...y no funcionó. No le importaba mi situación ni le importará jamás.
—Qué hijo de puta...
—Es por eso que no podemos pedir ayuda. Tengo miedo que Justin se haya dado cuenta de mis intentos por escapar de aquel yate y esté preparando algún castigo. O que ese empleado se lo diga de alguna u otra forma. —Dije, para luego cubrir mi rostro y temblar.

YOU ARE READING
Su víctima»Jb. |Finalizada.
FanfictionProhibida su copia y/o adaptación total/parcial.